Dónde van las ballenas francas cuando los seres humanos no están cerca

Científicos del Conicet, la organización ambientalista Wildlife Conservation Society, y organismos públicos de los Estados Unidos y Brasil hicieron un monitoreo satelital de los recorridos de las ballenas en la Patagonia.

Tras siete años de seguimiento satelital, ahora se conocen cuáles son los recorridos que hacen las ballenas francas australes para aparearse en el invierno en los golfos de San Matías en Río Negro y en el Golfo Nuevo y San José, en la provincia de Chubut. El resultado de la investigación de una colaboración público-privada, que se realiza con financiamiento del Conicet de Argentina, la organización ambientalista Wildlife Conservation Society, y organismos públicos de los Estados Unidos y Brasil.

En el invierno, las ballenas llegan a aparearse en los golfos Nuevo y San José de la Provincia de Chubut y en el San Matías de Río Negro, y se desplazan luego hacia las aguas profundas de la cuenca oceánica del Atlántico Sur. Es la misma zona donde los barcos pesqueros realizan las capturas de las principales especies de interés comercial en nuestro país. Al contar ahora con los recorridos de las ballenas, se facilitará la elaboración de pautas de manejo pesquero, para evitar que las embarcaciones se “choquen” con las ballenas. Podrían bajar la velocidad al estar avisados a tiempo.

También, el seguimiento satelital posibilitará que se tomen más medidas de protección. Las ballenas fueron perseguidas en el siglo XIX por los buques balleneros. Con los años, se establecieron políticas para su preservación que están resultando exitosas, ya que esos animales están repoblando zonas que habían ocupado antes de las matanzas.

El relevamiento detectó que los ejemplares solitarios tienen un comportamiento más “aventurero”. En cambio, las madres con cría son más predecibles, y se quedan en la zona de los golfos. Los que se mueven más solos, van hacia áreas de alimentación cercanas a las Islas Georgias y Sandwich del Sur, o al norte del Mar de Weddell. Otros, incluso, van siguiendo las costas de Río Negro y Buenos Aires, y se dirigen hacia el norte hasta la desembocadura del Río de La Plata.

“A través de un dispositivo satelital que se inserta, de manera superficial, en la piel de algunas ballenas, se realiza un seguimiento del recorrido que realizan. Comenzamos con este proyecto en 2014, y fuimos incrementando la cantidad de individuos que monitoreamos. En 2019 batimos un récord porque pudimos implantar el dispositivo en 23 animales. Lamentablemente, por la pandemia, tuvimos que interrumpir transitoriamente el trabajo, y seguimos monitoreando, pero no pudimos implantar aparatos nuevos este año”, detalló a RIO NEGRO el médico veterinario Guillermo Harris, que forma parte de la iniciativa.

Los dispositivos son pequeños, con una forma similar a un dardo, y se instalan mediante disparos de rifles de aire comprimido. “Los animales casi no reaccionaban cuando se los colocábamos. Sus cuerpos recibían el dispositivo como si fuera una esquirla, que quedaba depositada en la piel, y luego se eliminaba. Lo máximo que ha llegado a durar en un ejemplar es un lapso de 7 meses. Mientras lo llevaban, permitían el seguimiento”, amplió Harris.

A lo largo de estos años, se implantaron animales de Chubut, y, en menor medida, algunos hallados en Río Negro. El seguimiento es parte de la iniciativa “Siguiendo ballenas” (http://siguiendoballenas.org/en/home/). Participan investigadores del Centro Para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR) y el Centro de Investigación Aplicada y Transferencia Tecnológica en Recursos Marinos Almirante Storni (CIMAS), que dependen del Conicet. También trabajan especialistas de la Escuela Superior de Ciencias Marinas de la Universidad Nacional del Comahue (Unco), la Fundación Patagonia Natural, el Instituto de Conservación de Ballenas, el Instituto Aqualie, la Universidad de California, en Davis, Estados Unidos, el Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, la Oficina Nacional estadounidense de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos y la organización WCS Argentina.


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