Bonos, calma cambiaria y cuentas externas
Con dólar quieto e inflación a la baja, el Bonte 2030 fue un éxito. La contracara es la urgencia oficial por acumular reservas.
Raúl Pereyra (PIN Capital)
En un contexto donde el dólar oficial sube muy despacio, la inflación empieza a ceder y las tasas en pesos siguen siendo atractivas, la reciente emisión del BONTE 2030 —más conocido por su sigla en el mercado, TY30P— se convirtió en un hecho económico importante.
Es un instrumento que consiguió recaudar US$ 1.000 millones, que fue comprado por inversores del exterior, y que muestra además un cambio en la estrategia del gobierno: aprovechar este momento de estabilidad para conseguir financiamiento sin necesidad de vender dólares del Banco Central.
Este bono -que empezó a cotizar el miércoles pasado, con una suba de 4% en US$- paga una tasa fija en pesos y vence en mayo de 2030. Lo interesante es que, aunque dura seis años, los inversores tienen la opción de salir antes, en mayo de 2027. Esto lo hace más atractivo porque el “put” de salida tiene lugar antes de las PASO presidenciales. Quiere decir: se puede vender antes sin esperar al final.
El rendimiento que ofrece es alto: una tasa efectiva de casi 32% en pesos. A simple vista parece mucho, pero tiene sentido considerando que la inflación está bajando y el dólar oficial se mueve muy poco.
Para el gobierno, esta colocación fue una forma de sumar dólares al Banco Central sin tener que intervenir en el mercado cambiario, y sin emitir pesos en lo inmediato.
Es una manera de fortalecer las reservas en un momento donde todavía están lejos de los objetivos acordados con el FMI. Si se compara con otros bonos parecidos, como los que vencen en 2027, hay margen para que este nuevo bono suba de precio si sigue la calma económica.
El gobierno está urgido por acumular reservas. El apetito de los inversores está: el Bonte 2030 tuvo casi 70% más demanda que lo finalmente adjudicado.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Aunque esta operación fue exitosa, el gobierno aún necesita sumar cerca de 4.000 millones de dólares en reservas netas, monto que debía reunir antes del 13 de junio, plazo modificado y acordado para fines de julio . Y si bien esta colocación ayuda, no alcanza por sí sola. Es una solución parcial y temporaria, útil para ganar tiempo, pero no resuelve los problemas de fondo.
Otro dato que llama la atención es que la mayoría del volumen en futuros de dólar está puesto en diciembre de 2025 (al cierre de esta nota $1354), justo después de las elecciones.
Eso muestra que el mercado ve ese momento como un posible punto de inflexión. Algunos creen que el gobierno intervino para mantener controladas esas expectativas, pero en cualquier caso, refleja incertidumbre a mediano plazo.
Mientras tanto, en el mercado de la tasa en pesos, en LECAPs los inversores siguen prefiriendo plazos cortos: menos de 100 días en promedio. Esto indica que, aunque hay interés por invertir en pesos, todavía hay dudas sobre el futuro. La estabilidad actual todavía no alcanza para generar confianza a largo plazo.
En el mercado de bonos duales, se mantiene el interés, especialmente para coberturas hacia fin de año. Estos instrumentos ofrecen la mejor de dos variables: por un lado la tasa de política monetaria y por el otro, la tasa de plazos fijos mayoristas (TAMAR).

Sin embargo, el apetito no es homogéneo. Muchos inversores siguen dudando sobre el timing político y económico del segundo semestre. Por el lado de los inversores más “pesimistas” tenemos a quienes prefieren instrumentos ajustados por inflación, priceando que la baja de la inflación sea insostenible en este esquema.
¿Qué puede pasar si la calma se mantiene y la inflación sigue bajando? En ese caso, las tasas que hoy parecen altas podrían empezar a bajar. Y eso haría que bonos como el TY30P ganen valor.
Si eso ocurre, no sería raro que el Tesoro decida volver a ofrecerlo al mercado o lanzar otro bono parecido. El apetito de los inversores está: en esta emisión hubo casi 70% más demanda que lo finalmente adjudicado.
Pero hay que ser claros: no se puede vivir de emisiones “exitosas”. Tarde o temprano, el gobierno va a necesitar generar dólares genuinos, ya sea exportando más, atrayendo inversiones o accediendo al crédito internacional. Esa es la verdadera tarea pendiente.
En síntesis, el BONTE 2030 fue un buen gol, pero el partido sigue abierto. El mercado compró tiempo. Ahora el desafío es usarlo bien.
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