Los dólares del colchón, Javier Milei, y su héroe contrabandista
Fortalecido por el triunfo de Manuel Adorni en CABA, el presidente salió a fundamentar sin eufemismos el blanqueo incondicional que se anunciaría esta semana. La medida guarda relación con una vieja cita de mandatario, en sus épocas de ignoto economista.
Fue hace al menos cinco años, cuando un todavía desconocido Javier Milei soltó una de las definiciones más virales por estos días previos al anuncio de un blanqueo, que promete ser inédito en la historia argentina. Una que permite encontrar coherencia en sus afirmaciones de esta semana, post triunfo electoral en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Corría el año 2019, previo a la irrupción de la pandemia, y un por ese entonces ignoto economista argentino, visitó los estudios de Canal 13 en Paraguay para una nota mano a mano en el programa «Cara o Cruz» del prime time en el vecino país. Su aspecto desgreñado y su perfil disruptivo, eran toda una novedad. Sobre todas las cosas, llamaba la atención la intencional incorrección de aquel desconocido economista para ser políticamente provocador.
«Nosotros tenemos los productos de producción argentina más baratos, obviamente a través del contrabando verdad…», sugirió el periodista. «Es que el contrabando lo que hace es evitar al fisco», contestó Javier Milei. «Es esa presión tributaria de la que hablás», lanzó un guiño el entrevistador paraguayo. Justo en ese momento Milei lanzó una frase reveladora: «Para mi los contrabandistas son héroes. Es más, yo lo suelo mencionar en mis charlas, uno de mis grandes héroes es Al Capone».
Este lunes y tras el espaldarazo electoral en un reducto que respondió por casi dos décadas al PRO de Mauricio Macri, el presidente se sintió con la fuerza necesaria para replicar aquella definición en un mano a mano con Antonio Laje, cuando abogó por la necesidad de que los argentinos estén dispuestos a sacar «los dólares del colchón», sin que el Estado meta sus narices para indagar por el origen de los fondos.
"Para mí los contrabandistas son héroes. Uno de mis grandes héroes es Al Capone"
— El Destape (@eldestapeweb) October 31, 2023
Javier Milei en una entrevista en la televisión paraguaya en 2019👀 pic.twitter.com/iiGVCY9mPT
«Nosotros habilitamos la dolarización endógena. ¿Para qué? Porque como la cantidad de dinero en la economía la determinan los individuos, que sean los individuos poniendo los dólares en el sistema y que, digamos, moneticen la economía los propios individuos. Y no lo hace el Banco Central», inició Milei su polémica afirmación.
Acto seguido, el periodista Antonio Laje se sintió compelido a indagar la obviedad: «Me van a preguntar de donde salieron los 100.000 dólares?». Sin dudarlo, el presidente Javier Milei afirmó: «Bueno, la clave es que nadie le pregunte de dónde usted sacó los dólares. Es más, a mí no me importa dónde sacó los dólares. No me importa. No me importa en lo más mínimo».
El rostro de sorpresa de Laje era por sí solo toda una descripción. No obstante, optó por la repregunta e insistió: «Es decir, que mañana una persona viene con 500 mil dólares, que son producto de un robo, nadie le pregunta nada….». El presidente Javier Milei redobló la apuesta: «El problema del robo… usted no tiene que mezclar la cuestión del delito con la cuestión de la economía. La economía tiene lógica de la economía».
No hace falta una exégesis del discurso libertario del presidente para comprender la gravedad institucional de sus palabras. Quien hoy conduce los destinos del Estado argentino, ha dicho en más de una oportunidad que su principal objetivo es destruir ese Estado desde adentro. Lo que llama la atención sobremanera, es el combo de incentivos que comienza a elegir Javier Milei.
"La clave es que nadie te pregunte de dónde sacaste los dólares"
— Corta (@somoscorta) May 19, 2025
Javier Milei destacó el nuevo blanqueo porque "la cantidad de dinero en la economía la determinan los individuos" y afirmó: "Si la Justicia no investiga de dónde vienen los dólares, el problema es de la Justicia". pic.twitter.com/wLhUwGQSPu
En la concepción ideológica que sostiene el presidente, el Estado debe estar absolutamente ajeno a las decisiones económicas individuales de los agentes económicos. Incluso si esas decisiones implican incurrir en un delito. Ese dogma puede resultar simpático en los ámbitos teóricos y académicos, pero llevado al extremo en la praxis del poder, puede tener consecuencias dramáticas.
El mensaje que acaba de arrojar al aire el presidente desde lo más alto del poder, es que «quien paga impuestos está siendo despojado», y que quien logra evitar el despojo merece ser premiado. En otras palabras, si «los impuestos los pagan los giles y los héroes son los evasores», el presidente está llamando lisa y llanamente a una rebelión fiscal contra el mismo Estado que él administra.
Lo que sigue a ese llamado, es más ajuste: si la evasión merece ser premiada y los impuestos son un robo, cae de suyo que habrá más contribuyentes buscando «convertirse en héroes», y que a la larga la recaudación de impuestos tenderá a la baja, y si el objetivo sigue siendo el superávit fiscal, es evidente que será necesario más recorte en el gasto del Estado.
Si «los impuestos los pagan los giles y los héroes son los evasores», el presidente está llamando lisa y llanamente a una rebelión fiscal contra el mismo Estado que él administra. Lo que sigue a ese incentivo, es la necesidad de un ajuste aún mayor.
Mientras Milei lleva a cabo su cruzada por la libertad económica, según los cálculos más razonables existen US$ 200.000 millones que los argentinos mantienen fuera del sistema económico formal. Si ese número es real, implica que existen dólares «escondidos» propiedad de contribuyentes argentinos, por al menos un tercio del Producto Bruto Interno (PBI). Esa es la zanahoria que persigue el presidente.
Si al menos la mitad de esos fondos asumiera que en verdad el Estado argentino se abstendrá de hacer preguntas incómodas, tanto ahora como en el futuro, significaría definitivamente un hito en la historia económica reciente y se destrabaría buena parte del corsé estructural que padece la economía argenta desde hace décadas. El punto es precisamente por qué el Estado debería abstenerse de preguntar.
Difícilmente se sientan atraídos por este blanqueo quienes tienen parte de ese dinero triangulado mediante empresas extranjeras en cuentas a la vista en países como Estados Unidos o Suiza, u oculto del fisco argentino depositado en cuentas off shore de paraísos fiscales. Tales agentes económicos tienen suficiente capacidad para la creatividad contable, y sus incentivos de rentabilidad siguen radicándose en el exterior.
Al respecto, el mayor desafío por delante para el gobierno, y uno de los motivos por los que el anuncio del blanqueo se ha demorado, es evitar las sanciones de los organismos supranacionales dedicados a la persecución del lavado de activos, como por ejemplo el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), con el cual Argentina mantiene acuerdos vigentes.
Las consecuencias inmediatas de un blanqueo sin condiciones, serían inverosímiles y sin escrúpulos, bajo la única premisa de obtener los dólares que no ingresan ni vía exportaciones, ni vía inversiones extrajeras directas.
El atractivo quizá sea mucho mayor para ahorristas pequeños y medianos, o para quienes tienen dificultades para justificar el origen del dinero. Actividades que mantienen en circulación a nivel interno una masa de divisas significativa, y que hacen de la informalidad su bandera, justamente para sortear las preguntas incómodas, sean de parte de la justicia o del ARCA.
Dicho de otra forma, si el gobierno plasma en la letra escrita lo que el presidente Javier Milei explicó a Antonio Laje, siendo la investigación acerca del origen de los fondos únicamente prerrogativa de la justicia sin intervención de los organismos de recaudación de impuestos, las consecuencias inmediatas serían inverosímiles y sin escrúpulos, bajo la única premisa de obtener los dólares que no ingresan ni vía exportaciones, ni vía inversiones extrajeras directas.
En un extremo ideal, bien pudieran ingresarse al sistema económico formal los dólares de «los bolsos de López», los de «la ruta del dinero K», los de la efedrina, los de las apuestas ilegales, los de la trata de personas, o los que provienen de la criptomoneda $Libra. Todo ello, si aún así se soslaya un pequeño detalle: la justicia es uno de los tres poderes del Estado, y por lo tanto sigue siendo el Estado el que hace las preguntas.
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