Uber, la negativa de Neuquén y el poder de una innovación

La polémica reapareció en la capital provincial esta semana y la ciudad le cierra la puerta a la app. Pero son los usuarios los que eligen las prestaciones por comodidad, flexibilidad y precio.

Hay un patrón común en los últimos 250 años de historia económica moderna. Cada vez que una innovación tecnológica aparece en escena, bajan los costos, mejora la calidad de vida, y se incrementa de forma exponencial la productividad del trabajo.


La disrrupción tecnológica genera un cambio radical en la forma de producir y trabajar. Inevitablemente, ello genera tensiones dentro de la estructura productiva vigente hasta tanto el cambio se manifiesta.
En concreto, hay oficios, empleos y empresas que desaparecen, y otras que emergen en el horizonte para satisfacer nuevas necesidades y crear puestos de trabajo que antes no existían.


Suele suceder, que las legislaciones vigentes que dan marco a la producción y el trabajo, no logran abarcar ni interpretar las relaciones de empleo y producción del nuevo escenario.
En todos los casos no obstante, termina siendo la demanda la que valida los cambios. Los nuevos bienes y servicios son recibidos, validados, consumidos, y luego progresivamente demandados en masa. Es esa nueva demanda la que confirma el cambio de época.


En el escenario actual, el acceso a información infinita y la hiperconectividad no solo afianzan el nacimiento de nuevas tecnologías, sino que aceleran los tiempos del desarrollo. Ejemplo de ello son el avance de la economía del conocimiento, el comercio electrónico, las billeteras virtuales o las apps de servicios, las que han ayudado a mejorar la calidad de las transacciones, la versatilidad del comercio, la seguridad en el consumo, y la experiencia del usuario de los servicios.


Un caso paradigmático de este tipo de herramientas es el de las aplicaciones enfocadas en el transporte urbano de pasajeros, donde Uber es la marca más afianzada, aunque existen otras como Cabify o Didi.
La irrupción de este tipo de apps ha generado reacciones a favor y en contra en todos los lugares del mundo en los que se han puesto en marcha.


Polémica desigual y vigente



Quienes se oponen a la llegada de Uber, aducen el atropello a las regulaciones laborales, el escaso control sobre la identidad de los conductores o sobre el estado del vehículo (lo que atenta contra la seguridad), y la desigualdad entre los propietarios de un taxi, que deben afrontar el altísimo costo de una licencia y estrictos controles de salud, y los conductores de Uber que no asumen costo o control alguno.

Resistencia. Los taxistas exigen que Uber no llegue a Neuquén.


La misma lógica de desigualdad podría aplicarse para el uso de Mercado Libre en relación al costo que afronta un comerciante que paga alquiler, habilitación comercial, comisiones e impuestos. Llamativamente, el uso de las apps está socialmente aceptado en el caso del comercio, mientras que para el servicio de taxi sigue generando resistencia.


En efecto, el cuerpo normativo de los gobiernos locales suele ser mucho más basto en el caso del comercio que para el transporte de taxis o remises. Sin embargo, los gobiernos locales suelen no poner el mismo énfasis oficial en el control del uso de los diferentes tipos de aplicaciones.


La polémica volvió a ponerse a la vista esta semana en nuestra región, con una manifestación de taxistas frente a la Municipalidad de Neuquén en la que se reclamaba que se impida la llegada de Uber a la capital provincial.


Al día siguiente, el twitter oficial de la ciudad publicó que “La #MunicipalidaddeNeuquén ratifica su postura en contra de la llegada de la aplicación de servicios de transporte, Uber ya que, considera una competencia desleal para el servicio regulado de taxi y remises”.


Horas más tarde y en diálogo con Río Negro Radio, la jefa de gabinete de la Municipalidad de Neuquén, María Pasqualini, reafirmó la postura oficial: “Neuquén hoy le dice no a Uber o a cualquier aplicación de este tipo que pudiera venir”.


La funcionaria agregó que hay operativos sorpresa en marcha para detectar la actividad “ilegal” de servicios de taxi, y que la justicia contravencional ya ha retenido 20 vehículos en esa condición.


Detener el río con la mano



El control que el gobierno de la ciudad de Neuquén pretende llevar adelante en relación al uso de la aplicación Uber, es un ejemplo cercano y sencillo de las tensiones que genera la irrupción de una nueva tecnología que transforma por completo el statu quo.


El poder de Uber no radica en el lobby empresario o en su poder global (sin soslayar el hecho de que ambos existan).
La principal fortaleza de un servicio como Uber, es la potencia de la demanda. Son los propios usuarios los que prueban, usan, y eligen la aplicación por sobre el servicio tradicional.


La discusión mas interesante entonces no radica en la defensa de normativas escritas para regular un mercado ajeno a las nuevas tecnologías. El debate relevante radica en las razones que llevan al usuario a preferir Uber. Qué es lo que Uber aporta como innovación. Cuál es la necesidad que satisface.

Si el servicio tradicional de taxi ofreciera las mismas prestaciones que la app, quizá Uber no existiría. Eso es lo que detecta el usuario en una innovación.


Un sencillo repaso por las prestaciones que ofrece la aplicación arroja que Uber permite al usuario conocer de antemano el nombre y apellido del chofer, la patente, la marca y el modelo del vehículo. Además, le informa al usuario el precio del viaje antes de solicitarlo. Por otra parte, anticipa al viajero cuál será el recorrido, y permite compartir dicho recorrido a un tercero para seguir en tiempo real el trayecto del vehículo (una herramienta esencial para madres o padres con hijos menores de edad). A todo ello hay que sumar la posibilidad de abonar el viaje con cualquier medio de pago, incluído tarjetas de crédito o billeteras virtuales. Y como si todo eso fuera poco, el servicio cuesta entre dos y tres veces menos.


Si el taxi tradicional ofreciera todas estas prestaciones, muy probablemente el usuario elegiría viajar con el taxista amigo de siempre. No solo ello, si los taxis ofrecieran todo eso, probablemente Uber jamás habría existido.


Allí radica justamente el poder transformador de una innovación. En el aporte de una novedad. Algo inédito, para lo cuál no existe norma o regulación, pero que al mismo tiempo mejora la calidad de un servicio y satisface mejor las necesidades del usuario, de tal forma que las preferencias de los consumidores cambian. No existe regulación alguna que pueda evitar esa dinámica. Al menos no para siempre.


Al igual que alguien que intenta detener un río con la mano, difícilmente la legislación local que busca proteger el servicio tradicional, o los operativos sorpresa para perseguir a los infractores, logren detener por mucho tiempo la fuerza de la innovación y la decisión de los usuarios.


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