Un gobierno adolescente, con una economía que cruje y apoyos endebles

El revés legislativo obligó a repensar la estrategia fiscal. Mientras, Milei se dedica a insultar a la oposición, recorta fondos a las provincias y sugiere un plebiscito. No obstante, el apoyo popular al núcleo de ideas libertarias, ya no es el de la segunda vuelta electoral.

Impulsividad. Reaccionar antes que pensar. Cambios constantes de humor. Comunicación disfuncional. La idea de que puede llevarse el mundo por delante. Inseguridad y necesidad de afirmación continua.
Actitudes que podrían cuadrar perfecto en el perfil de un adolescente. También en el perfil del gobierno y de su conductor, el Presidente Javier Milei.


Horas después de caída la Ley Ómnibus y consumada la mayor derrota política para el oficialismo desde que Milei está en el poder, el Presidente protagonizó uno de sus interminables intercambios con seguidores de Twitter, y se convirtió en aquella zorra de la fábula de Esopo que no logrando alcanzar las uvas grandes, jugosas y maduras que codiciaba, decidió despreciarlas afirmando que estaban verdes.


Una conocida broker de la city porteña escribió: “Ayer pensaba, y si @JMilei sabía que iba a pasar esto y era para mostrarle a la gente , lo expuestos que quedaron los ‘políticos’”. El Presidente respondió de inmediato: “COOOOOOORRECTO”. Al fin y al cabo (pareció decir), no quería que se apruebe la ley.


A juzgar por la forma en que vapuleó con insistencia a los referentes de la oposición amigable con los que el oficialismo había logrado conformar una mayoría para aprobar la ley en general la semana anterior, la inmadura reacción que pretende ocultar el despecho político, aparenta tener cierto asidero.


En las horas posteriores al rechazo de su mega proyecto de ley y desde su gira por Israel, Milei dedicó horas a poner “me gusta” en publicaciones que insultaban explícitamente a la Unión Cívica Radical. Uno de los like del Presidente acusaba al centenario partido de Irigoyen y Alfonsín de ser “las putitas del peronismo”, y otro de intercambiar bolsas de dinero con el kirchnerismo. En otro de los tweet al que dio su visto bueno, se señalaba al gobernador de Santa Fe, Maximilano Pullaro, por tener estrechos vínculos con el narcotráfico.


Lo cierto es que ante su primera derrota política de envergadura, el gobierno no solo dio enormes muestras de amateurismo institucional, desconociendo los reglamentos propios del funcionamiento legislativo. También hizo una enorme exhibición de adolescencia política.


Lejos de tender puentes de diálogo y consenso pensando en los tres años y diez meses que restan de mandato, desde el Presidente hacia abajo en la estructura de gobierno, no dudaron en tratar de “delincuentes” a los diputados, e incluso desde la “Oficina del Presidente” (un organismo del cuál se desconoce su estructura), optaron por publicar una “lista negra” de diputados que votaron “en contra del pueblo”, en la cuál se encontraban muchos de los legisladores que trabajaron denodadamente en construir las mayorías necesarias para la aprobación de la ley.


Castigo a los “rebeldes”



La grieta cada vez más profunda que existe entre el gobierno nacional y los gobernadores, tiene como telón de fondo la coparticipación federal, indispensable para el funcionamiento de las jurisdicciones provinciales.
Cuando en medio de la campaña electoral, el ex ministro de economía Sergio Massa logró la eliminación del Impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría, en ese mismo momento las provincias perdieron fondos coparticipables por $280.000 millones.


En medio del diálogo con el gobierno de Javier Milei y en busca de los acuerdos necesarios para dar luz verde a lo más polémico de la Ley Ómnibus (facultades delegadas, privatizaciones, traspaso del FGS de Anses al Tesoro), el ministro del interior Guillermo Francos ofreció a los gobernadores coparticipar el 30% del Impuesto País, lo que implicaba para las provincias recuperar unos $150.000 millones.


Cuando esa negociación estaba sellada, el propio Presidente Javier Milei desmintió a su ministro del interior en público, y el funcionario se vio obligado a negar que la negociación con los gobernadores hubiese existido. Fue un quiebre.

En el interior del país, el boleto urbano sin subsidio podría costar hasta $1.100. El castigo que en medio de su rabia Milei imaginó para los gobernadores, es en realidad un golpazo más al ciudadano de a pie.

Tras el rotundo fracaso de la votación en particular, Milei trató a los gobernadores de “traidores”, y comenzó a cumplir su amenaza de recortar el envío de fondos.
La represalia que eligió Milei fue la suspensión del Fondo Compensador del Interior, que servía para sostener la tarifa del servicio de transporte público en las provincias. Significa un recorte de más de $100.000 millones, que se suman a los casi $300.000 por la eliminación de Ganancias. Pero sobre todas las cosas, implica un furibundo aumento en el precio del transporte urbano para millones de personas que se trasladan a diario hasta su lugar de trabajo.


Un especialista en transporte explicaba esta semana que el costo real del boleto urbano en las capitales provinciales debería ubicarse en torno a los $1.100. Según el intendente Mariano Gaido, en Neuquén podría trepar hasta los $2.000. Impagable para salarios detonados por una inflación acumulada del 45% en dos meses.
El castigo que en medio de su rabia Milei imaginó para los gobernadores, es en realidad un golpazo más al ciudadano de a pie.


A como dé lugar: ajuste



El ministro de economía Luis Caputo se lo prometió al Fondo Monetario Internacional: el déficit cero llegaría durante el primer año de gestión.
El conductor de la política económica contaba para ello con la licuación del gasto que producirá el salto inflacionario producto de la devaluación y la desregulación de precios. Pero principalmente esperaba que la aprobación de la Ley Ómnibus le acercara alivio financiero mediante el cambio de fórmula previsional y el paso al Tesoro del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de Anses.

A como dé lugar. Caputo insiste con el déficit cero en 2024.


El estrepitoso fracaso político de la Ley Ómnibus, lo obligó a cambiar de medios, pero no de fines. “El ajuste no se negocia”, afirmó el ministro horas después de caída la ley.
En efecto, Caputo maneja una batería de instrumentos con los que espera reducir drásticamente el déficit.


En la lista figuran el bloqueo de las transferencias no automáticas a las provincias, el recorte de fondos para las obras sociales (un golpe a los gobernadores y sindicalistas), el aumento del Impuesto a los Combustibles Líquidos (ICL) desde marzo (con el consecuente aumento en el precio de los combustibles), el congelamiento del monto de las partidas sociales como AUH o Tarjeta Alimentar (con ratios de inflación mensual cercanos al 20%), y la quita total de subsidios en los servicios como luz y gas para los usuarios de ingresos medios y altos.


A ello hay que sumar el capítulo cambiario. Tras la devaluación del 120% aplicada en diciembre, el gobierno estipuló un crowling peg de 2% mensual, frente a una inflación del 25% en diciembre y de (al menos) 20% en enero. El mercado ya anticipa que transcurrido el primer trimestre del año, el atraso cambiario volverá a estar muy por encima del 60%.


En los pasillos oficiales ya se habla en voz baja de la posibilidad de unificar el tipo de cambio previo a una cosecha que se anticipa récord. Se ilusionan con un fuerte ingreso de divisas que fortalezca las reservas, pero para ello necesitan que la zanahoria del tipo de cambio, sea lo suficientemente atractiva delante del carro de los exportadores.

El mercado ya anticipa que transcurrido el primer trimestre del año, el atraso cambiario volverá a estar muy por encima del 60%, y ya se habla de unificación cambiaria previo a una cosecha que será récord.


El punto es que se avecina una nueva devaluación, lo que volverá a ser combustible sobre el fuego de los precios minoristas, y terminará devastando todavía más el precario poder adquisitivo del salario medio.
La magnitud de la recesión en ciernes es todavía desconocida. La estadística de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) respecto a las ventas minoristas en enero, es elocuente.

En el primer mes del año el general de las ventas medidas en cantidad tuvo una caída del 28,5% interanual. Pero en dos rubros de los más sensibles a la canasta básica, el derrumbe es estrepitoso: las ventas cayeron 37% en alimentos y bebidas, y 45,8% en farmacia.


¿Plebiscito?



A contramano de lo que indica el manual de un estadista que busca fortalecer la base de sustentación de su poder, el Presidente Milei optó por la adolescencia política.
Reaccionó intempestivamente, insultó a la oposición, pretendió castigar a los gobernadores, y deslizó mediante los resortes de comunicación del gobierno la posibilidad de impulsar un plebiscito para poner a consideración la Ley Ómnibus.


La insinuación es una muestra más de la inexperiencia política de alguien que gestiona el mismo Estado que desprecia.
El plebiscito no solo se trata de una elección “no vinculante”, sino que la convocatoria debe ser refrendada por el Congreso, con los votos de los mismos diputados a los que Milei trató de delincuentes, estafadores, traidores y coimeros.


No obstante, si acaso la iniciativa de una consulta popular mediante las urnas prosperase, el gobierno debería enfrentar una opinión pública que probablemente no le ofrezca el nivel de acompañamiento que cree tener.
Distintos relevamientos de opinión comienzan a dar cuenta del deterioro en la imagen positiva del Presidente.

El sondeo de Dalessio Irol indica que la popularidad de Milei retrocedió 3% en enero cayendo del 50% al 47%. La encuesta de Zuban Córdoba en tanto, registra una imagen positiva de solo el 44,3%.
El apoyo que el mandatario presume tras el triunfo en la segunda vuelta, no se traduce en un cheque en blanco. En efecto, una enorme porción del 56% de los votos que lo llevaron al poder en noviembre, es “prestada”. Solo el 30% del electorado apostó por “las ideas de la libertad” en la primera vuelta de octubre.


El relevamiento de Zuban Córdoba es elocuente al respecto. Al indagar sobre el nivel de aprobación al gobierno nacional, solo el 36,2% “aprueba totalmente”, mientras que el 52,8% “desaprueba totalmente”.
Mucho más reveladoras resultan las consultas respecto a algunos de los principales tópicos de lo que La Libertad Avanza presenta como el núcleo central de su propuesta ideológica, a saber: más mercado, menos Estado, concentración de poder en manos de un Presidente cuasi autocrático.


¿Cree que el Estado debe definir las reglas básicas del sistema económico?, indagó Zuban Córdoba. Casi 8 de cada 10 consultados afirmaron estar “de acuerdo” o “muy de acuerdo” con la premisa.
¿Cree que se deben privatizar todas las empresas y organismos estatales?, fue otra de las preguntas. En este caso, 6 de cada 10 encuestados se reconocen “en desacuerdo” o “muy en desacuerdo”.


Pero lo más interesante tiene que ver justamente con la Ley Ómnibus que Milei sugiere llevar a plebiscito. En una de sus reacciones habituales, el Presidente había sugerido que en caso de no aprobarse la iniciativa, se dedicaría a “gobernar por decreto”.


El estudio de Zuban Córdoba puso el punto a consideración en base al voto en primera vuelta de los encuestados. Naturalmente, al 100% de los votantes de Myriam Bregman y el 98,8% de los votantes de Sergio Massa les resulta “incorrecto” prescindir del Congreso.

El alerta llega cuando se advierte que el 74,4% de los votantes de Juan Schiaretti también consideran que ese no es el camino. Vale recordar que en Córdoba, Milei obtuvo el 74% de los votos en el balotaje. Pero más llamativo aún es que 1 de cada 4 de los votantes de Patricia Bullrich y el 16,1% de los votantes del propio Javier Milei, desaprueban la idea de gobernar por decreto.


Impulsividad. Reaccionar antes que pensar. Cambios constantes de humor. Comunicación disfuncional. La idea de que puede llevarse el mundo por delante. Inseguridad y necesidad de afirmación continua.
Actitudes que podrían cuadrar perfecto en el perfil de un adolescente. También en el perfil del gobierno y de su conductor, el Presidente Javier Milei.

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