Peligrosa inacción en salud
La alarmante caída de la tasa de vacunación entre la población de nuestro país ha permitido el regreso de enfermedades graves que se creían superadas, un importante riesgo sanitario que no parecen haber dimensionado las autoridades, dada la demora en activar medidas necesarias para superar la situación.
Una serie de informes que publicó DIARIO RÍO NEGRO esta semana da cuenta de una importante disminución en la cobertura de vacunación, especialmente en bebés y embarazadas, que no han llegado nivel óptimo esperado para esta época del año, según los especialistas.
Los datos de salud pública señalan que en el caso de bebés de entre un año y 18 meses se alcanzó un 85% en Río Negro para todas las inmunizaciones (poliomielitis, coqueluche, neumonía, diarreas por rotavirus y meningitis) con casos de cobertura inferior al 80%, cuando el nivel óptimo debe superar el 95%. En Neuquén se ha avanzado, pero tampoco se llega a niveles óptimos por la falta de provisión de dosis, que se agotaron y no han tenido reposición.
Otras personas de riesgo sin atención adecuada son las gestantes, trasplantados y esplenectomizados (a quienes se debido extirpar el bazo) debido a la carencia de dosis que debiera haber provisto Nación y que las provincias no han podido suplir en su totalidad. Aquí el rol de la política pública es clave, ya que una inmunización particular tendría un costo de varios millones de pesos para las familias, imposible de afrontar para los más pobres. Y de un costo que si es afrontado por cada distrito crece en forma importante, de allí el rol del Estado nacional en centralizar la provisión.
Desgraciadamente, no se trata de un problema solo de Río Negro y Neuquén.
A nivel mundial, un relevamiento de Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre 145 países, revela que la vacunación ha disminuido en forma alarmante y habilita la reaparición de 20 enfermedades potencialmente mortales que se cobraban entre 3,5 y 5 millones de vidas cada año.
En nuestro país, el Registro Federal de Vacunación Normalizado (Nomivac) que recopila desde 2013 estadísticas sobre inmunización para 14 enfermedades, indica que los niveles actuales están por debajo de los de 2022. Los casos más alarmantes son la vacuna “triple” (sarampión, rubeóla, paperas) con una caída del 30% y cobertura del 54% de la población; la BCG con un 73%; la quíntuple (difteria, tétanos, tos convulsa, hepatitisB y haemophilus influenzae b) con un 79%. Esto ha permitido brotes de sarampión, en varias provincias, además de suba de casos de hepatitis A y tos convulsa, según un reciente informe de Chequeado.com.
Las razones son variadas: económicas, sociales y culturales. Durante la pandemia de COVID-19 los niveles de vacunación para enfermedades que no eran coronavirus se hundieron y no han logrado recuperarse a pesar de esfuerzos posteriores.
Aumentó la desinformación sobre la efectividad de las vacunas y disminuyó la percepción de riesgo sobre varias enfermedades, como la poliomielitis por ejemplo, debido precisamente al éxito de la prevención. También hubo relajamiento en los controles y la inmunización en el ingreso escolar, donde la instancia permitía suplir carencias familiares.
A esto se añaden fuertes recortes presupuestarios en los sistemas sanitarios, tanto a nivel nacional como en provincias, que derivaron en falta de insumos y vacunas, disminución de personal, cierre de dispositivos locales, entre otros. Nación eliminó un 30% de los contratos en la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles y ello llevó a la renuncia de varios profesionales. Son conocidos los reclamos en salud en Río Negro y Neuquén.
El Estado en todos sus niveles debe atender con urgencia este grave riesgo sanitario y aumentar la vacunación, especialmente en sectores donde la crisis económica agravó las dificultades de la población para acceder a las redes sanitarias.
Debe invertir en información, educación y prevención para concientizar a la población de que las vacunas son seguras, confiables y la manera más efectiva de mejorar la salud y la calidad de vida. A menudo la diferencia entre la vida y la muerte.
La alarmante caída de la tasa de vacunación entre la población de nuestro país ha permitido el regreso de enfermedades graves que se creían superadas, un importante riesgo sanitario que no parecen haber dimensionado las autoridades, dada la demora en activar medidas necesarias para superar la situación.
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