El “Arte Povera” invade los rincones del Louvre
Por Oscar Smoljan, director del museo de bellas artes en Neuquén.
APUNTES DE LA CULTURA
El más célebre de los templos de la Cultura, el museo parisino del Louvre, sorprende al mundo por estos días con una muestra temporaria dedicada al artista conceptual italiano Michelángelo Pistoletto, uno de los fundadores del llamado “Arte Povera” (Arte Pobre), una corriente surgida en los años sesenta como una crítica al capitalismo y la sociedad de consumo.
Distribuidas estratégicamente por distintos espacios del histórico museo, una veintena de obras de Pistoletto, realizadas en base a objetos de uso cotidiano como espejos o trapos, interactúan con las joyas eternas de la plástica universal. Tal es el caso de La Gioconda de Leonardo da Vinci, frente a la cual el artista ha montado uno de sus “cuadros-espejo” titulado “Ragazza che fotógrafa” y que representa a una turista disparando una cámara fotográfica.
Para los organizadores, la muestra “propone un diálogo con la Historia del Arte, desde la antigüedad hasta nuestros días y evoca un reencuentro entre civilizaciones”.
La exhibición, titulada “Année 1, el Paraíso sobre la Tierra”, arranca desde la mismísima pirámide de cristal del Louvre, obra del arquitecto Ieoh Ming Pei, donde el italiano ha colocado una de sus obras emblemáticas: “Tercer Paraíso”, una voluminosa instalación de espejos y aros que representa el infinito y que apunta hacia La Defense, el distrito financiero de la Ciudad Luz.
Pistoletto, quien este mes cumplirá 80 años, explicó que la obra ha sido dispuesta en esa dirección “como cuestionamiento al capitalismo y el consumismo, los cuales están acabando con el planeta”.
Otra de las obras más conocidas de este artista a ver en esta muestra, y que es hoy un emblema del “Arte Povera”, es sin dudas “La Venus de los harapos” de 1967. Esta instalación presenta una clásica escultura en mármol de una figura femenina sólo que rodeada de una multicolor montaña de ropa usada.
Nacido en Biella en 1933, Pistoletto se inició en el arte de la mano de su padre, restaurador de cuadros. Figurativo en los 50, su estilo empezó paulatinamente a mudar hacia los 60 con el empleo de fondos reflectantes y collages, dando nacimiento a lo que treinta después denominaría “Arquitectura del Espejo”, y que puede verse hoy en muchas obras de esta muestra.
Esta ha sido una fuerte apuesta del Louvre, un museo eminentemente histórico, clásico y neoclásico, en favor del arte conceptual y también una suerte de “carta blanca” para un artista provocador y sumamente inteligente. Como ejemplo señalan que, en el caso de la pirámide de cristal, Pistoletto es el primer artista al que se le permite exponer en ese sitio, en los treinta años que la estructura lleva construida.
En los últimos tiempos, el Louvre ha llevado adelante importantes movimientos innovadores como éste. Tal es el caso de su descentralización en otras sedes alternas a la de París, algo similar al MNBA cuando se abrió la sede en Neuquén.
Del mismo modo, el gigante de la cultura universal ha abierto una sede de 150 millones de euros y más de 10.000 metros cuadrados en la ciudad de Lens, enclave de la actividad minera, donde ha enviado, entre otras joyas, el cuadro de 1830 “La libertad guiando al pueblo” de Eugene Delacroix, el cual recuerda la insurrección de la burguesía contra el poder monárquico que inspiró “Los miserables” de Víctor Hugo, base del exitoso musical. En febrero pasado este cuadro fue noticia mundial al ser “atacado” por una visitante con un resaltador.
Para el 2016 se estima la apertura de la segunda sede del Louvre, la primera fuera de Francia, en la isla de Sadiyat, en Abu Dhabi. Esta sede, de más de 500 millones de euros y 64.000 metros cuadrados, tendrá una colección permanente compuesta por donaciones de más de veinte museos franceses como el d’Orsay o el Pompidou.
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