El chivo asado que alimentó la política


El MPN y el Frente de Todos atraviesan un esquema donde se enfrentan la ortodoxia y la renovación al momento de tejer estrategias electorales.


La euforia y vehemencia que mostró el gobernador Omar Gutiérrez ante el presidente Alberto Fernández, en Villa La Angostura, y la respuesta de éste configuraron un gesto de impacto político en el escenario neuquino.

Hasta las primeras horas de la visita presidencial se interpretó la actitud del gobernador como que la necesidad tenía cara de hereje. Necesita del presidente para aceitar el presente aciago de la provincia por la baja de ingresos y paralización petrolera. La devolución que le hizo Fernández dejó atónitos, incluso, a los dirigentes del Frente de Todos que fueron a la villa a decir presente. Claro que no tuvieron el gesto de asarle un chivo y un cordero en El Messidor.

Al ser un año no electoral (y atípico por la cuarentena) el trabajo de los dos tejedores convencionales de la política está en pausa. El tercer tejedor falleció el 12 de octubre del año pasado. Jorge Sapag y Oscar Parrilli no estuvieron en El Messidor.

Claro que, se quiera o no, surgieron tejedores no convencionales que intentan cambiar un panorama que no resulta glorioso para el partido provincial, por falta de plata.

Neuquén necesita del gobierno nacional apoyo para que en la nueva Ley de Hidrocarburos se incluya el punto de vista neuquino y Fernández está en plena construcción de un liderazgo que lo saque de la sombra de Cristina Fernández. La atención que tuvo el presidente con Gutiérrez fue diferente a la que le prodigó a Sergio Ziliotto, gobernador de La Pampa, y adherente al Frente de Todos, horas antes.

Definió como “un amigo” a Gutiérrez y destacó las coincidencias de miradas sobre “lo que hay que hacer en Neuquén y en el país”. Reconoció que el MPN tiene vínculos cercanos con el peronismo, por lo que no le llamó la atención la cercanía conceptual e ideológica que sintió con el gobernador. “Es lo que me pasa con Omar, y a veces no me pasa esto con algunos gobernadores que piensan distinto como Horacio Rodríguez Larreta, pero he podido trabajar bien con él”, dijo.

Insistió en que le es más fácil imaginar un futuro con el gobernador neuquino que “con otros que tienen una mirada muy distinta”.


El gobernador Gutiérrez confirmó el alineamiento automático que profesa el partido con el gobierno nacional y recibió inesperados elogios.


Sapag y el otro tejedor de la política neuquina Horacio Quiroga a veces se plagiaban cuando decían frases basadas en una asimilación de la historia política que los caracterizaba. “Los gobernantes piensan en la próxima elección y los hombres de Estado en las próximas generaciones”, dijo en un acto Sapag. Quiroga usaba esa expresión, con alguna leve diferencia: “Los gobernantes piensan en los próximos cinco minutos y los hombres de Estado en los próximos 50 años”.

Entonces no es pecado que se diagrame una estrategia en la cual el MPN, en su adaptación automática, sopese la próxima contienda, de medio término, en las que no suele cosechar buenos frutos. Los convencionales de la política le ponían fichas a la capacidad de gestión (y de votos) que tenían los emepenistas en el Congreso. Pero hoy solo tienen uno de ocho espacios de votación.

El gobernante piensa en la elección de medio término donde puede apostar mucho o poco y el estadista tiene en mente la renovación en tres años.

Los tejedores no convencionales ya compraron una madeja con la cara de Darío Martínez para romper el maleficio que tiene el Partido Justicialista. En las últimas contiendas provinciales llevó un extrapartidario porque ponderaba las encuestas. El espacio cuenta con Soledad Martínez y Ramón Rioseco que tienen sus lógicas aspiraciones.

En el partido provincial “todo está en pañales”, según definió un dirigente del partido que observó, en forma aguda, que Gutiérrez, al no tener expectativa de seguir, debe auspiciar a alguien. Los lejanos dicen que era su hermano, Pablo, recientemente contratado como abogado de la UNC y secretario del Copade. Los cercanos miran al intendente Mariano Gaido que tuvo un gesto aperturista en la gestión municipal que, hasta ahora, le rinde.

El devenir indicará si la renovación o la ortodoxia se imponen, aunque queda una carta que el MPN usa como nadie: ser liberal y progresista… a la vez.


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