El clásico banderín nunca pasa de moda

El intercambio de insignias es parte de la tradición deportiva, especialmente en el fútbol. Aún se mantiene en competencias. Refuerza la identidad y a la vez es un ritual de camaradería. La historia de una familia neuquina que los confecciona para los clubes.

El club social y deportivo San Lorenzo de Neuquén se fundó en 1998 y jamás había tenido su propio banderín. Lo estrenó el año pasado. “Te da un poco de jerarquía. Es algo distinto, no se hace muy frecuentemente acá. En la época en la que yo jugaba siempre lo hacíamos, lo de intercambiar. Después se dejó y por ahí es un gesto lindo para nosotros y para el club que viene a participar”, cuenta su vicepresidente, Oscar “Nono” Rodríguez.

Quien le acercó la idea fue Javier Herrera, que se dedica hace más de un año a confeccionar banderines deportivos. “Le dimos el escudo, yo le di un bosquejo de lo que más o menos quería y él me lo hizo”, asegura “Nono”, que antes de ocupar un rol en la conducción de San Lorenzo jugó en la Liga de Fútbol de Neuquén (Lifune), salió campeón en el 90 con Atlético y fue director técnico.

El intercambio de banderines es parte de la tradición deportiva, especialmente en el fútbol, y aún se mantiene en competencias (ver aparte). Refuerza la identidad y a la vez es un ritual de camaradería.

“Fui por todos los clubes, a la mayoría le gustó porque siempre habían querido tener sus banderines”, afirma Javier. Agrega: “arranqué porque nos hacía falta uno para una asociación civil de hockey. Ellos viajaban, no tenían nada para llevar y yo como estoy con ellos dije: “Algo tengo que hacer”. Era el de la Asociación Civil de Hockey Pehuen. Me puse a inventar, a hacer algo, hasta que me salió. Mandarlo a pedir a Buenos Aires tardaba más tiempo, lo hacían como ellos querían, era mucho más caro, así que salió como una necesidad”.

El emprendimiento que montó Javier se llama Banderín Creativo. Fabrica para clubes regionales y tiene entre sus clientes a Cipolletti, el Albinegro. Relata que hace poco le escribió un coleccionista. “Un muchacho de Buenos Aires que quería una réplica de banderines de los mundiales. Él tenía varios originales, pero quería algunas réplicas”, señala.

Los pedidos llegan por redes sociales y también por el boca a boca. Javier ha hecho banderines personalizados de los más diversos. En la casa del barrio 60 viviendas de la Cooperativa La Sirena funciona el pequeño taller.

Cuando los encargos aumentaron se sumó toda la familia. “Por ahí le dábamos sugerencias con los materiales. Le empezaron a pedir en cantidad así que ahí si ya me metí. Es artesanal. Tenemos la pasión de hacerlo, están nuestras manos ahí. Un banderín que después le llega a otro fanático eso es muy bueno. Es algo que no se ve tanto”, sostiene Jaqueline, hija de Javier.

El amor por los colores está intacto. Después de todo, los clásicos nunca pasan de moda.

Javier Herrera y su familia confeccionan banderines para los clubes regionales, entre ellos Cipolletti. El primero que hizo fue para un club de hockey.

“Fuimos buscando la técnica. Al principio era todo a mano. La idea es retomar la tradición de intercambiar. Es algo muy representativo”,

asegura Jaqueline. Junto a su papá, Javier, montaron Banderín Creativo.

Los capitanes en pleno intercambio. Un recuerdo de Italia 90.

Argentina jugó su primer Mundial de fútbol femenino en 1971. El equipo exhibe su banderín. Hallazgo de Ayelén Puyol.

Materiales necesarios para la confección

Tela. Pueden ser en forma de escudo, rectangulares o triangulares.

Cordones

Flecos

Varillas

“Le dimos el escudo a Javier, yo le di un bosquejo de lo que más o menos quería y él lo hizo. El año pasado entregamos algunos”,

dice Oscar “Nono” Rodríguez, vicepresidente de San Lorenzo de Neuquén.

Un ritual

El intercambio de banderines es una tradición que aún se mantiene en algunos torneos y ligas de fútbol. Antes de iniciar el juego los capitanes de los equipos se acercan a la terna arbitral y allí comparten sus insignias, que generalmente llevan el escudo del club o del seleccionado, en el caso de los mundiales. Se toma la clásica foto y luego comienza a rodar la pelota. Es un ritual de camaradería.

Los “pennats” son conceptualmente similares. Se trata de banderas triangulares muy utilizadas, por ejemplo, en el béisbol.

Si bien son símbolos asociados al deporte, su origen estaría vinculado con la demarcación territorial especialmente en conflictos bélicos.

Datos

Javier Herrera y su familia confeccionan banderines para los clubes regionales, entre ellos Cipolletti. El primero que hizo fue para un club de hockey.
“Fuimos buscando la técnica. Al principio era todo a mano. La idea es retomar la tradición de intercambiar. Es algo muy representativo”,
“Le dimos el escudo a Javier, yo le di un bosquejo de lo que más o menos quería y él lo hizo. El año pasado entregamos algunos”,

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