El cuidado en colonias de vacaciones

Son aún mayoritarias las universidades, profesorados y magisterios en los que no se prepara durante la etapa de formación en responsabilidad docente

El rapto de un menor de seis años de una colonia de vacaciones, en manos de una joven con problemas psiquiátricos que se hizo pasar por su tía, fue una de las noticias recientes que poco tardó en viralizarse.

Por fortuna dicho delito de sustracción de menores fue rápidamente advertido y tras la intervención de la Policía Metropolitana el niño pudo ser hallado a pocas cuadras, en el Parque Rivadavia de Caballito.

Los comentarios públicos no ahorraron crítica al profesor a cargo y al Club Oeste, titular del emprendimiento, por no haber verificado los documentos de la presunta familiar del pequeño.

Sin perjuicio de tal reacción, llama la atención cómo este tipo de manifestaciones terminan resultando tan efímeras como superficiales y no ingresan a tallar en la razón fundante de que estos hechos se repitan.

Mal que nos pese y tras décadas de predicar en el desierto, son aún mayoritarias las universidades, profesorados y magisterios en los que no se prepara durante la etapa de formación en responsabilidad docente.

Así un educador se recibe sin conocer cuáles son sus deberes y derechos frente a alumnos, padres, directivos, personal no docente y comunidad toda. Su borrosa brújula termina siendo ética o moral, agujas sumamente azarosas por estos tiempos, a la hora de resolver situaciones vidriosas.

Ignora así que hay legislación, jurisprudencia, doctrina y usos y costumbres en la materia que determinan cuándo existe negligencia, imprudencia, impericia, dolo o responsabilidad objetiva. Saberes todos que, debidamente conocidos, permitirían prevenir adecuadamente.

En materia de colonia de vacaciones se considera como tal a todo emprendimiento privado o público, con o sin fines de lucro, que tenga por objetivo la recreación y educación no formal de grupos de niños o adolescentes durante los períodos de receso escolar.

Para su funcionamiento diferentes ordenanzas municipales requieren la habilitación y registro ante la autoridad de aplicación. Suelen ser condiciones para su concesión, entre otras la identidad o personería del titular y exigencia de título del responsable técnico, período de actividades, cantidad de colonos y edades, identificación de personal y funciones, habilitación del predio y piletas, provisión de botiquín y agua potable, régimen alimenticio, condiciones de baños y vestuarios y contrato de seguro y de emergencias médicas.

A su vez debe solicitarse una ficha de ingreso de cada colono, con sus datos personales, de sus padres y personas autorizadas, obra social y ficha médica previa al ingreso.

En relación al hecho relatado al inicio, no cabe dudas que el docente a cargo -quien tras cartón fue apartado de su función- fue negligente al no verificar la autorización de la persona que efectuó el retiro del menor.

Dicha conducta culposa que obliga a reparar conforme el Art. 1716 CCYC puede generar al mismo tiempo responsabilidad objetiva en quien es titular y contrata a quien daña como su dependiente (Art. 1753 CCYC).

En materia de establecimientos educativos en el que rige un factor de atribución agravado (Art. 1767 CCYC) ante casos similares o ausencia de profesores, varias carteras educativas provinciales han resuelto la permanencia de los alumnos menores de edad hasta el término de las horas previstas de clase, pudiendo solo ser retirados anticipadamente en forma personal por sus padres.

La zozobra que ha generado el caso del Club Oeste no debiera ser una golondrina de verano, sino una piedra basal para que todos los docentes sean preparados en cuestiones de responsabilidad.

Resulta a esta altura incomprensible que carreras como Ingeniería, Arquitectura, Medicina, contador público, Veterinaria, por solo citar unas pocas, contengan materias afines y la docencia prosiga olvidada, hasta que un nuevo hecho vuelva a sacudir el perpetuo letargo.