El goleador cruzado que busca aliento en el cielo

Facundo Mustafá marcó en diez oportunidades, en el apertura de la Lifuba, que Cruz del Sur ganó el domingo tras vencer 3 a 1 a Torino de El Bolsón. El joven volante contó parte de su historia vinculada desde muy chico al fútbol regional.

Diez veces levantó la vista y el dedo índice de su mano derecha hacia el cielo. Y como un acto reflejo, mostró, orgulloso, la remera con el rostro de su madre, Araceli, mientras la red de inflaba con la pelota.

Facundo Mustafá repite ese gesto cada vez que hace un gol. Y en este campeonato apertura marcó diez para el campeón Cruz del Sur, que lo convirtieron en el goleador del torneo.

Dijo que su madre murió hace cuatro años de cáncer. Tal vez llevarla en cada partido lo hace sentir que está cerca de ella.

“Es una motivación especial”, aseguró. Contó que era un adolescente cuando su madre falleció. Todo lo que sucedió “lo fui entendiendo con el tiempo”, señaló. “Hay que seguir adelante; cada uno tiene sus pruebas”, afirmó.

Facundo tiene 22 años y es oriundo de Buenos Aires. Pero su familia se mudó hasta El Bolsón siendo un niño.

A los 9 años comenzó su relación con el fútbol. Empezó a jugar en las divisiones infantiles del Club Torino de El Bolsón, del barrio Irigoyen, y siempre lo tuvo como entrenador al técnico de ese equipo, Ariel Lovera.

El domingo pasado se volvieron a ver, pero Facundo defendió los colores de Cruz de Sur. “Ariel siempre fue una persona que me ayudó mucho”, sostuvo.

Comentó que tuvo un paso por dos clubes de Buenos Aires: Flandria y Nueva Chicago, que jugaban entonces en el Nacional B.

Pero su juventud influyó y tomó decisiones apresuradas. “La verdad era bastante chico y no tomaba en cuenta la dimensión de estar en esos clubes”, comentó. “Cometí varios errores”, admitió.

Rompió la red

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goles marcó en el campeonato Facundo Mustafá que juega como volante en el equipo, que dirige Pablo Canavari.

Dijo que regresó a El Bolsón, sobre todo, por la enfermedad de su madre. Y retornó al club de siempre. Con 19 años, hizo 21 goles en 15 partidos y salió goleador del campeonato de la Liga de Fútbol de Bariloche (Lifuba).

Los directivos de Cruz del Sur lo tentaron y lo sumaron al plantel que entonces se preparaba para jugar un torneo federal. “Me llamaron como una apuesta al futuro”, recordó.

Dijo que el técnico cruzado era en ese momento Pablo Gomis. “Me puso de ocho, de volante por la derecha”, rememoró. Siempre había jugado de delantero.

Pero se adoptó rápidamente al cambio de función y nunca más dejó ese puesto. Debutó contra el Deportivo Rincón, del norte neuquino en ese torneo federal. Fue su primera experiencia con equipos fuertes de la región como Sol de Mayo y el equipo de la localidad petrolera de Rincón de los Sauces.

Su madre, Araceli, está siempre presente en cada partido. Foto: gentileza

Dijo que para los equipos de la Liga de Bariloche todo es mucho más difícil. Casi todos los jugadores tienen un trabajo y entrenan después de que salen de sus empleos. “Muchos lo hacen a pulmón y eso a la larga te afecta”, sostuvo.

Facundo disputó el torneo federal pasado con Cruz del Sur, pero la fortuna no los acompañó. Tendrán revancha, porque el campeonato que lograron el domingo les dio la clasificación al federal del año próximo.

Facundo Mustafá opinó que para mejorar la Liga de Fútbol de Bariloche hay que trabajar en varios aspectos, sobre todo, en la infraestructura de los clubes. “Hay que mejorar la competencia de la Liga. Hay canchas donde no podés jugar porque no cumplen las condiciones reglamentarias”, indicó. Y mencionó, por ejemplo, los vestuarios o los alambrados perimetrales.

Cuestionó los cambios de reglamento que los dirigentes de la Lifuba implementan, a veces, sobre la marcha del torneo.

Otro complicación es el clima, que no acompaña. “Nosotros entrenamos con temperaturas muy bajas y eso no es saludable, a la larga eso termina costando”, aseguró.

Dijo que él es el único jugador del plantel cruzado que cobra por jugar. “La dirigencia me brindaron todo lo que necesito”.


Diez veces levantó la vista y el dedo índice de su mano derecha hacia el cielo. Y como un acto reflejo, mostró, orgulloso, la remera con el rostro de su madre, Araceli, mientras la red de inflaba con la pelota.

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