El historiador y el 17 de octubre de 2020

Hace 75 años se vivió una jornada de movilización popular y obrera que marcó un giro decisivo en nuestra historia social y política. Es cierto que desde el amanecer del siglo XX ya se habían dado otras jornadas de movilización de las masas obreras del país, pero ninguna tuvo la proyección de lo ocurrido en 1945. A partir de entonces las clases trabajadoras lograron una integración a la vida política muy distinta a la que imaginaron antes anarquistas y comunistas. Esa integración podía estar a medida de un sector del socialismo o de una corriente de militancia gremial que entonces se llamaba sindicalismo. Desde ya muy de lejos de lo imaginado por nuestro liberalismo y conservadurismo que miraba al trabajador como un individuo de iguales responsabilidades contractuales con quienes gobiernan las empresas.


El sábado los peronistas tuvieron otro 17 de octubre. Muy lejos de la Plaza de Mayo. Aun con las largas caravanas de vehículos de todo porte que transitaron las avenidas porteñas y de otras capitales. Faltó la liturgia callejera. Igual esos actos se hicieron sentir y mucho. Antes hubo una discusión si este festejo 2020 debía ser solo de puros peronistas o peronistas puros.


Quedó claro que la convocatoria fue tomada por los amigos de peronistas, filoperonistas, paleoperonistas, panperonistas y posperonistas.
En todo caso son las figuras de los dos Fernández las que han hecho posible tantos prefijos. En otros términos, esa dupla gobernante desborda y contiene a la mayor parte de quienes se sienten peronistas. Aun entre los peronismos confiscados por la dimensión corporativa de los sindicatos, marcados por su juego pendular de integración y resistencia frente al campo estatal y empresario. Hasta para gran parte del llamado peronismo federal, de provincias, tantas veces conservador y elitista.


Cada jornada de festejo de aquel 17 de octubre de hace 75 años interpela la historia y al historiador. Éste ya no cuenta con testigos vivos. A los materiales del pasado, el historiador debe trabajar con la memoria de quienes siguen reinventando aquella jornada. Es que hay tantos 17 de octubre como peronismos realmente existentes. Cada cual tiene una versión sobre aquel día, afectada por sus intereses de coyuntura. Porque lo que siempre discute un peronista con otro es la naturaleza del movimiento al que pertenece, polémica que comprende a quienes son sus aliados. Con todo, hubo un único evento de partida.


Hablamos de un día caluroso de mediados de octubre de 1945 en el que, desde la madrugada, centenares de activistas sindicales y potenciales líderes de fabrica recorrieron las empresas del corazón industrial del país para convocar a sus trabajadores a la Plaza de Mayo con el propósito de exigir la libertad de Perón y hacer una demostración favorable a las políticas sociolaborales de su Secretaría.


Además, sus acciones eran proactivas para algunas medidas que Perón había elaborado antes de su desplazamiento -aumento de salarios, implementación del salario mínimo vital y móvil, participación en las ganancias- que peligraban en su ejecución.

La naturaleza espontánea de la convocatoria se impuso sobre las conducciones gremiales.
Esta será una de las cuestiones que desde hace tiempo la historiografía ha dejado en claro respecto de la responsabilidad de un régimen que habría allanado la libertad de acción de los manifestantes. Si la policía no recurrió a la represión abierta fue porque no pudo contender a a movilización popular.


Pero también hay otros diecisietes de octubres, los de la periferia de la Argentina urbanizada y fabril de 1945.
Dejemos de lado lo ocurrido en la Plaza de Mayo, Avellaneda, Berisso, La Plata, Rosario, Tucumán o los pueblos azucareros de Jujuy.


Quedo claro que la convocatoria del domingo fue tomada por amigos de peronistas, filoperonistas, paleoperonistas, panperonistas y posperonistas.



Veamos Neuquén o el área del Alto Valle. Mientras en Neuquén los escasos gremios del momento -petroleros y ferroviarios- impidieron la movilización de obreros, en varias localidades del Alto Valle, igual que en Bahía Blanca, hubo un acompañamiento activo a aquella jornada a favor de la liberación de Perón y de sus políticas de mejoras para el mundo obrero.


Cada 17 de octubre hay un acto de reivindicación sobre la apropiación simbólica y material del espacio público urbano por parte de los trabajadores.
También acerca de la dimensión irreverente, carnavalesca y herética de esa movilización popular. Además de validar la comunión de un líder y un pueblo, junto al nacimiento del doble liderazgo de Perón y Eva.
Todo ello nos sigue informando que 17 de octubre de 1945 ha logrado una enorme singularidad no lograda por ninguna otra fecha de nuestra historia social, política y cultural.


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