El joven neuquino que apuesta a la música en un cuarteto de saxos 

Estudiante de la escuela del Sindicato de Músicos, está ansioso por venir junto a sus compañeros a tocar en la región donde se inició.

Nació en Neuquén donde estudió música y se vino a Buenos Aires con la misma inquietud. Se decidió por el saxo y desde hace nueve años hace de todo para reforzar su pasión por el arte. Claro que Nicolás Porley la concretó con un notable cuarteto de saxos del que forma parte, un ensamble de óptimo nivel que se ha fogueado incluso en el Teatro Colón, aunque la aspiración es presentarse en Neuquén y el Valle, donde están sus raíces. Así lo contó a «Río Negro» mientras ensaya nuevos proyectos con el grupo y no para de hacer música.

Alto, desgarbado, bohemio y concentrado en la música, Nicolás Porley con tan solo 27 años es uno de los tantos músicos del interior que se abre paso en la jungla porteña blandiendo su saxo, un arma infalible, al menos para el espíritu y la vocación de este joven nacido en Neuquén, donde comenzó a estudiar música con el profesor Sergio López del grupo Amalgama. Luego terminó el secundario y con sólo 18 años se vino a estudiar cine y música a Buenos Aires.

«Pero el tema de trabajar y estudiar dos cosas hizo que me decidiera por la música, algo que tomé como motivo de vida», confía Nicolás, quien hizo todos los trabajos imaginables para sustentar su vida y su vocación.

En Neuquén «con lo poco que sabía de música» ya había cosechado una interesante experiencia con los grupos de rock de la zona, como es el caso de Los Pisaduendes, un grupo que quedó en la historia del rock neuquino.

Instalado en Buenos Aires, prosiguió estudiando en la escuela del Sindicato de Músicos «una escuela bárbara de música popular» que le permitió durante tres años «conocer gente y estudiar seriamente», incluso en forma particular.

Para ese entonces, Nicolás compartió con varios grupos e intervino en muchos proyectos siempre con su saxo, algo así como su sombra en estos encuentros del rock, la fusión y el jazz, «el sumum de la música para un saxofonista», como lo define aunque considera que «esta referencia obligada» es una de las más difíciles de dominar.

«En esto de dar vueltas con la música, un amigo que me hice en el Sindicato de Músicos me instó a formar un cuarteto de saxos para trabajar, porque esto de trabajar de la música es lo ideal», comenta, porque considera que «a partir de allí siento que soy músico».

Entonces, desde hace tres años formaron el cuarteto «para laburar, nada especial sino solamente el hecho de tocar jazz, arreglos en recepciones, eventos, lugares…». Un aprendizaje que lo enriqueció y abrió una puerta nueva al músico neuquino.

El cuarteto se formalizó con Daniel Lifschitz (saxo alto, barítono, flauta traversa y arreglos), Gustavo Hunt (saxo tenor, clarinete y arreglos), Martín Pantyrer (saxo barítono, saxo soprano y clarinete bajo) y Nicolás Porley (saxo alto).

Con esta formación los conoció «Río Negro» en un encuentro de artistas patagónicos realizado en el Congreso de la Nación en noviembre de 1998, haciendo de manera muy original nada menos que tango.

«Fue en la época en que ya nos habíamos decidido por lo nuestro» recuerda al explicar que encararon arreglos propios, originales con su arreglador Gustavo, el saxo tenor que además está tocando en la orquesta Color Tango que forman los músicos de Pugliese. Al adoptar el tango el cuarteto se decidió por una veta original para estos instrumentos aprovechando a alguien que se metió en el género, un idioma que trasladaron a los saxos, un vuelco que el entrevistado define como «un placer dentro de una búsqueda artística que también tiene una proyección comercial».

El hacer tango con saxos es muy interesante en la medida que, según comenta, no había una referencia de un cuarteto de saxos que hiciera este género, con más razón el tipo de tango que hacemos que es de la época de los años 40 y 50.

Cuando uno piensa en el saxo y el tango imagina a Piazzola o Mederos, que son una concepción buenísima par ese tipo de música, pero hacer nuestro tipo de tango es un planteo más riguroso ya que hablamos de De Caro, Canaro, Pugliese, orquestas típicas con cuatro bandoneones, igual número de violines, viola, contrabajo y un piano reducidos a cuatro saxos».

Claro que, según dice, «suena raro, pero si te interesa escuchar una nueva forma de encarar el tango, respetando el idioma, cerrá los ojos y empezá a disfrutar».

Julio Pagani 


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