El mensaje del nuevo líder chino
Lo más interesante del primer viaje oficial a Latinoamérica del nuevo presidente chino Xi Jinping es que no visitará Cuba, Venezuela ni ningún otro integrante de lo que los chinos llaman la “hermandad socialista” en la región, que hubieran recibido un importante espaldarazo propagandístico con su visita. En cambio, durante su gira latinoamericana de ocho días que empezó el viernes, Xi está visitando Trinidad y Tobago, Costa Rica y México, tres aliados de Estados Unidos en la región. Desde allí, Xi viajará a California para reunirse con el presidente Obama el 7 de junio. La opinión generalizada de la prensa estadounidenses es que el itinerario de Xi en su gira por Latinoamérica –y el hecho de que será el primer presidente chino de los últimos tiempos que no hará escala en Cuba durante una visita latinoamericana– demuestra su intención de seguir expandiendo las relaciones económicas con América Latina y también puede ser una señal de que el nuevo líder chino se centrará en los negocios más que en la política. Pero, a juzgar por lo que me dicen fuentes diplomáticas de Pekín y Latinoamérica, ésa es la parte menos importante de la historia. Más bien, la elección de Trinidad y Tobago, Costa Rica y México es un “ojo por ojo, diente por diente” del líder chino en respuesta a la reciente visita de Obama a Myanmar. En otras palabras, Xi le está diciendo a Washington: “Ustedes se están metiendo en nuestro vecindario, yo me voy a meter en el de ustedes”. Probablemente no sea coincidencia que Xi viaje Costa Rica y México, los dos países latinoamericanos en los que el presidente Obama estuvo el mes pasado, y Trinidad y Tobago, el único país del Caribe que el vicepresidente Joe Biden visitó la semana pasada. Y posiblemente tampoco sea coincidencia que el viaje de Xi se produzca poco después de la visita de Obama en noviembre a Myanmar, antes conocido como Birmania, y después de que el exsecretario de Defensa León Panetta estuviera en Vietnam el año pasado. Esos viajes y la nueva política exterior de “pivote asiático” de Obama, que pretende entre otras cosas asegurar el derecho de navegación de Estados Unidos en el disputado Mar del Sur de China, han irritado mucho a los militares del gigante asiático. La decisión de Xi de visitar a algunos de los países más cercanos a Estados Unidos en Latinoamérica puede ser su manera de apaciguar a los militares chinos. Les está demostrando que –aunque lo tradicional hubiera sido viajar a Cuba y Venezuela, cuyos presidentes estarían felices de salir en la foto como sus primeros anfitriones en la región– optó por un itinerario más audaz. El embajador saliente de México en China, Jorge Guajardo, me confirmó en una entrevista telefónica desde Pekín que la decisión de Xi de no hacer escala en Cuba causó sorpresa en la comunidad diplomática de la capital china. “El expresidente Hu Jintao nunca había viajado a la región sin hacer escala en Cuba”, me dijo. El comercio de China con Latinoamérica se ha disparado a u$s 261.000 millones en el 2012. Algunos analistas pronostican que China se convertirá en el principal socio comercial de Latinoamérica en fecha tan próxima como el 2015. Pero otros señalan que, justamente esta semana, el Fondo Monetario Internacional recortó su predicción de crecimiento para China a un 7,7%, del 8% previo. Según un estudio del HSBC, la actividad fabril del gigante asiático cayó por primera vez en siete meses en mayo. Y a juzgar por lo que escuché durante una visita que hice a China hace unos meses, no me sorprendería que la economía de ese país se desacelere aún más debido al alza de los salarios chinos, que está ahuyentando a empresas extranjeras, y por el aumento de las tensiones sociales por problemas como la corrupción. Eso podría generar una desaceleración del comercio con Latinoamérica. Mi opinión: el viaje de Xi a América Latina, más que una señal de una nueva escalada en las relaciones económicas, obedece a motivos de política interna en China. Xi está tratando de apaciguar a los militares de su país, tomándose la revancha por la visita de Obama a Myanmar. Si fuera por negocios, Xi visitaría Brasil, Chile, Venezuela o Argentina, que –contrariamente a México o Costa Rica– están entre los mayores socios comerciales de China en la región. O estaría anunciando históricos acuerdos comerciales con México, Costa Rica o Trinidad y Tobago, cosa que aparentemente no es el caso. Entonces, hay que ver la visita de Xi en un contexto más amplio: el presidente chino está enviando el mensaje a Washington, y a sus propios militares, de que es un jugador global que no le tiene miedo a competir con Obama en su propio vecindario. (*) Analista internacional
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Lo más interesante del primer viaje oficial a Latinoamérica del nuevo presidente chino Xi Jinping es que no visitará Cuba, Venezuela ni ningún otro integrante de lo que los chinos llaman la “hermandad socialista” en la región, que hubieran recibido un importante espaldarazo propagandístico con su visita. En cambio, durante su gira latinoamericana de ocho días que empezó el viernes, Xi está visitando Trinidad y Tobago, Costa Rica y México, tres aliados de Estados Unidos en la región. Desde allí, Xi viajará a California para reunirse con el presidente Obama el 7 de junio. La opinión generalizada de la prensa estadounidenses es que el itinerario de Xi en su gira por Latinoamérica –y el hecho de que será el primer presidente chino de los últimos tiempos que no hará escala en Cuba durante una visita latinoamericana– demuestra su intención de seguir expandiendo las relaciones económicas con América Latina y también puede ser una señal de que el nuevo líder chino se centrará en los negocios más que en la política. Pero, a juzgar por lo que me dicen fuentes diplomáticas de Pekín y Latinoamérica, ésa es la parte menos importante de la historia. Más bien, la elección de Trinidad y Tobago, Costa Rica y México es un “ojo por ojo, diente por diente” del líder chino en respuesta a la reciente visita de Obama a Myanmar. En otras palabras, Xi le está diciendo a Washington: “Ustedes se están metiendo en nuestro vecindario, yo me voy a meter en el de ustedes”. Probablemente no sea coincidencia que Xi viaje Costa Rica y México, los dos países latinoamericanos en los que el presidente Obama estuvo el mes pasado, y Trinidad y Tobago, el único país del Caribe que el vicepresidente Joe Biden visitó la semana pasada. Y posiblemente tampoco sea coincidencia que el viaje de Xi se produzca poco después de la visita de Obama en noviembre a Myanmar, antes conocido como Birmania, y después de que el exsecretario de Defensa León Panetta estuviera en Vietnam el año pasado. Esos viajes y la nueva política exterior de “pivote asiático” de Obama, que pretende entre otras cosas asegurar el derecho de navegación de Estados Unidos en el disputado Mar del Sur de China, han irritado mucho a los militares del gigante asiático. La decisión de Xi de visitar a algunos de los países más cercanos a Estados Unidos en Latinoamérica puede ser su manera de apaciguar a los militares chinos. Les está demostrando que –aunque lo tradicional hubiera sido viajar a Cuba y Venezuela, cuyos presidentes estarían felices de salir en la foto como sus primeros anfitriones en la región– optó por un itinerario más audaz. El embajador saliente de México en China, Jorge Guajardo, me confirmó en una entrevista telefónica desde Pekín que la decisión de Xi de no hacer escala en Cuba causó sorpresa en la comunidad diplomática de la capital china. “El expresidente Hu Jintao nunca había viajado a la región sin hacer escala en Cuba”, me dijo. El comercio de China con Latinoamérica se ha disparado a u$s 261.000 millones en el 2012. Algunos analistas pronostican que China se convertirá en el principal socio comercial de Latinoamérica en fecha tan próxima como el 2015. Pero otros señalan que, justamente esta semana, el Fondo Monetario Internacional recortó su predicción de crecimiento para China a un 7,7%, del 8% previo. Según un estudio del HSBC, la actividad fabril del gigante asiático cayó por primera vez en siete meses en mayo. Y a juzgar por lo que escuché durante una visita que hice a China hace unos meses, no me sorprendería que la economía de ese país se desacelere aún más debido al alza de los salarios chinos, que está ahuyentando a empresas extranjeras, y por el aumento de las tensiones sociales por problemas como la corrupción. Eso podría generar una desaceleración del comercio con Latinoamérica. Mi opinión: el viaje de Xi a América Latina, más que una señal de una nueva escalada en las relaciones económicas, obedece a motivos de política interna en China. Xi está tratando de apaciguar a los militares de su país, tomándose la revancha por la visita de Obama a Myanmar. Si fuera por negocios, Xi visitaría Brasil, Chile, Venezuela o Argentina, que –contrariamente a México o Costa Rica– están entre los mayores socios comerciales de China en la región. O estaría anunciando históricos acuerdos comerciales con México, Costa Rica o Trinidad y Tobago, cosa que aparentemente no es el caso. Entonces, hay que ver la visita de Xi en un contexto más amplio: el presidente chino está enviando el mensaje a Washington, y a sus propios militares, de que es un jugador global que no le tiene miedo a competir con Obama en su propio vecindario. (*) Analista internacional
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