El panorama empieza a aclararse

Luego del revés que una semana antes experimentaron en Salta donde, para sorpresa de nadie, el oficialista –pero, según sus propias palabras, antipersonalista– gobernador Juan Manuel Urtubey se impuso con facilidad en las primarias, los partidarios de Mauricio Macri y sus aliados radicales pudieron festejar los resultados de las que acaban de celebrarse en dos provincias electoralmente más importantes, Santa Fe y Mendoza. Si bien fue ajustado el triunfo –simbólico, porque las elecciones reales están previstas para el 14 de julio– del candidato del Pro a la gobernación santafesina, el humorista Miguel del Sel, sobre su contrincante socialista, Miguel Lifschitz, los votos que cosechó reflejaron un cambio significante por tratarse de un distrito que a primera vista no le era propicio. Mientras tanto, en Mendoza el radical Alfredo Cornejo, a pesar de encabezar una lista única, a diferencia de la oficialista que invitaba al electorado a participar de una competencia interna auténtica, obtuvo más votos que los sumados por el trío del Frente para la Victoria kirchnerista, lo que, por supuesto, fue motivo de preocupación para los estrategas gubernamentales. De todos modos, aunque Macri no pudo apropiarse de un éxito que fue netamente radical, lo tomó por una señal de que su candidatura presidencial está cobrando cada vez más impulso ya que, como dijo, “reafirma la idea del cambio que se viene”. No se trata de un detalle menor. Macri y el otro presidenciable declaradamente opositor, Sergio Massa, entienden que el resultado final de la campaña electoral que culminará en octubre dependerá en buena medida de la capacidad de cada aspirante a mudarse con su tropa a la Casa Rosada para generar la impresión de que está destinado a triunfar. Es por este motivo que hasta una buena elección por parte de un presunto aliado en un distrito de escasa importancia electoral puede tener un impacto desmedido en el estado de ánimo no sólo de los vinculados con el candidato sino también en aquel del electorado en su conjunto. Hasta ahora, ningún presidenciable ha logrado distanciarse mucho de sus rivales, pero Macri, que espera que el domingo próximo se confirme el predominio del Pro en la capital federal, podría estar por privar, en la imaginación popular por lo menos, al gobernador bonaerense Daniel Scioli del manto del hombre predestinado a suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Si logra hacerlo, la tarea que le aguarda en los meses que nos separan de las elecciones presidenciales se hará mucho más sencilla. Siempre y cuando ni él ni sus colaboradores principales cometan demasiados errores, debería estar en condiciones de continuar acumulando apoyos a costa tanto de Massa como de los candidatos testimoniales del progresismo puesto que, no obstante sus reparos, gracias al respaldo que le han dado Elisa Carrió y Ernesto Sanz muchos centroizquierdistas de ideas moderadas le temen menos que a los kirchneristas. Hace algunos meses aún era habitual hablar de un “triple empate” entre Macri, Massa y Scioli, pero parecería que, desgraciadamente para el tigrense, el electorado nacional propende a polarizarse, razón por la que se ha reanudado la especulación en torno a la posibilidad de que opte por pensar en las ventajas de limitarse a ser el candidato opositor a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, un feudo gigantesco peronista en el que el Pro no ha logrado instalarse. Huelga decir que una decisión en tal sentido, sobre todo si viniera acompañada por una alianza táctica del Frente Renovador con el Pro, convendría a Macri, ya que, para conseguir los votos que necesitará, tendría que congraciarse con una parte sustancial del electorado de la jurisdicción más poblada del país. En cambio, de insistir Massa en mantener su candidatura presidencial, con la oposición dividida Scioli podría conseguir los votos suficientes como para ganar en la primera vuelta puesto que, merced al sistema electoral imperante en el país, le bastaría con conseguir el 40% que, según las encuestas, sería su techo, con tal que ningún rival lograra más del 30%, lo que sería probable en el caso de que el porteño y el tigrense compartieran entre ellos el grueso del voto opositor que se prevé será mayoritario.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.196.592 Director: Julio Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA Miércoles 22 de abril de 2015


Luego del revés que una semana antes experimentaron en Salta donde, para sorpresa de nadie, el oficialista –pero, según sus propias palabras, antipersonalista– gobernador Juan Manuel Urtubey se impuso con facilidad en las primarias, los partidarios de Mauricio Macri y sus aliados radicales pudieron festejar los resultados de las que acaban de celebrarse en dos provincias electoralmente más importantes, Santa Fe y Mendoza. Si bien fue ajustado el triunfo –simbólico, porque las elecciones reales están previstas para el 14 de julio– del candidato del Pro a la gobernación santafesina, el humorista Miguel del Sel, sobre su contrincante socialista, Miguel Lifschitz, los votos que cosechó reflejaron un cambio significante por tratarse de un distrito que a primera vista no le era propicio. Mientras tanto, en Mendoza el radical Alfredo Cornejo, a pesar de encabezar una lista única, a diferencia de la oficialista que invitaba al electorado a participar de una competencia interna auténtica, obtuvo más votos que los sumados por el trío del Frente para la Victoria kirchnerista, lo que, por supuesto, fue motivo de preocupación para los estrategas gubernamentales. De todos modos, aunque Macri no pudo apropiarse de un éxito que fue netamente radical, lo tomó por una señal de que su candidatura presidencial está cobrando cada vez más impulso ya que, como dijo, “reafirma la idea del cambio que se viene”. No se trata de un detalle menor. Macri y el otro presidenciable declaradamente opositor, Sergio Massa, entienden que el resultado final de la campaña electoral que culminará en octubre dependerá en buena medida de la capacidad de cada aspirante a mudarse con su tropa a la Casa Rosada para generar la impresión de que está destinado a triunfar. Es por este motivo que hasta una buena elección por parte de un presunto aliado en un distrito de escasa importancia electoral puede tener un impacto desmedido en el estado de ánimo no sólo de los vinculados con el candidato sino también en aquel del electorado en su conjunto. Hasta ahora, ningún presidenciable ha logrado distanciarse mucho de sus rivales, pero Macri, que espera que el domingo próximo se confirme el predominio del Pro en la capital federal, podría estar por privar, en la imaginación popular por lo menos, al gobernador bonaerense Daniel Scioli del manto del hombre predestinado a suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Si logra hacerlo, la tarea que le aguarda en los meses que nos separan de las elecciones presidenciales se hará mucho más sencilla. Siempre y cuando ni él ni sus colaboradores principales cometan demasiados errores, debería estar en condiciones de continuar acumulando apoyos a costa tanto de Massa como de los candidatos testimoniales del progresismo puesto que, no obstante sus reparos, gracias al respaldo que le han dado Elisa Carrió y Ernesto Sanz muchos centroizquierdistas de ideas moderadas le temen menos que a los kirchneristas. Hace algunos meses aún era habitual hablar de un “triple empate” entre Macri, Massa y Scioli, pero parecería que, desgraciadamente para el tigrense, el electorado nacional propende a polarizarse, razón por la que se ha reanudado la especulación en torno a la posibilidad de que opte por pensar en las ventajas de limitarse a ser el candidato opositor a la gobernación de la provincia de Buenos Aires, un feudo gigantesco peronista en el que el Pro no ha logrado instalarse. Huelga decir que una decisión en tal sentido, sobre todo si viniera acompañada por una alianza táctica del Frente Renovador con el Pro, convendría a Macri, ya que, para conseguir los votos que necesitará, tendría que congraciarse con una parte sustancial del electorado de la jurisdicción más poblada del país. En cambio, de insistir Massa en mantener su candidatura presidencial, con la oposición dividida Scioli podría conseguir los votos suficientes como para ganar en la primera vuelta puesto que, merced al sistema electoral imperante en el país, le bastaría con conseguir el 40% que, según las encuestas, sería su techo, con tal que ningún rival lograra más del 30%, lo que sería probable en el caso de que el porteño y el tigrense compartieran entre ellos el grueso del voto opositor que se prevé será mayoritario.

Registrate gratis

Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento

Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios