El tiempo tomó la posta en la recuperación

Hace un año, la Oficina Nacional de Emergencias chilena (Onemi) ya había informado oficialmente de la intensa actividad sísmica en el complejo volcánico Puyehue-cordón Caulle y elevado a nivel de alerta temprana la situación en el lugar. De este lado de la cordillera casi ninguna autoridad política se dio por enterada hasta que el sábado 4 de junio de 2011 el día se hizo noche cuando una ominosa lluvia de cenizas comenzó a cubrir gran parte de nuestra región con un grueso y asfixiante manto grisáceo.

Villa La Angostura, ubicada a 40 kilómetros del volcán; Bariloche y la Región Sur rionegrina vieron cambiar su destino abruptamente porque vidas, proyectos y toda la actividad económica quedaron subordinados a los designios de la mayor catástrofe natural y ambiental de su historia. En los primeros días reinó el caos. La ayuda no llegaba con la celeridad requerida y servicios esenciales como agua, luz, transportes, comunicaciones y suministro de mercaderías estaban gravemente afectados.

Esa contingencia, que podría llamarse vital, se extendió por cerca de un mes y medio, pero cuando aún no se apagaban sus ecos otra crisis mucho mayor –la económica– se instaló al paralizarse el turismo, principal motor de la zona cordillerana, y quedar condenada a muerte casi la mitad del ganado en la Línea Sur y áreas rurales del sur neuquino, sector que por otra parte cargaba con la mochila de cinco años de intensa sequía. La suspensión de los vuelos comerciales por más de seis meses fue la causa fundamental, aunque no única, de la ausencia de turistas.

La ayuda fue cuantiosa y muy diversa. El gobierno nacional y los de Neuquén y Río Negro volcaron en conjunto, aunque en muy dispar proporción, fondos que llegaron en forma de subsidios directos, préstamos, aportes no reintegrables, diferimientos fiscales, créditos internacionales redireccionados, etcétera, por una suma global superior a los 350 millones de pesos. Este monto en dinero no incluye los envíos de entes oficiales materializados en chapas, colchones, agua envasada, barbijos, burletes, ropa, antiparras, equipos y herramientas, entre otros, así como forraje, granos y remedios para el ganado. Tampoco debe olvidarse la enorme cantidad de ayuda reunida en colectas a nivel nacional realizadas por Red Solidaria, innumerables organizaciones intermedias e inclusive grupos espontáneos de vecinos o estudiantes de la región radicados en las grandes urbes. Sólo en Jacobacci, el volumen de las donaciones equivalió a tres gimnasios polideportivos llenos.

Modesto fue lo arrimado desde las arcas del gobierno de Río Negro, siendo que Bariloche –la mayor ciudad de la provincia, con cerca de 120.000 habitantes– perdió de un plumazo la facturación de medio año en el turismo, cifra estimada en 1.476 millones de pesos. En La Angostura la reducción de ingresos fue valuada en un principio en 200 millones de pesos, aunque recientemente el titular de Turismo local ubicó ese importe en 140 millones de pesos, que la localidad se apresta a recobrar en las próximas dos temporadas, de invierno y verano, cuando prevé facturar 80 y 200 millones de pesos respectivamente.

Sin embargo, los ciudadanos de la bonita localidad neuquina tuvieron que agregar a sus espíritus un dolor tardío que por más que se intente no tendrá reparación, la muerte del pequeño Eric Fermín, de sólo 9 años, que el pasado 29 de febrero fue electrocutado al aproximarse a un cable de media tensión cuando jugaba con otros niños al tope de una montaña de ceniza volcánica de seis metros de altura.

erupción del volcán puyehue