El virus pone a prueba el “liderazgo de administración” de Gutiérrez


El tipo de liderazgo actual es gubernamental-racional, lejos de los “decisionistas” y de oportunidad de los Sapag mayores y sus continuadores. Y le podríamos sumar el rol de coordinador.


A un año de iniciada la pandemia de covid-19 en el mundo, es interesante analizar el ejercicio del liderazgo político gubernamental en este tiempo excepcional. Para ello he consultado a varios actores del actual ciclo de democracia electoral provincial y representativos de los tres sistemas de partidos vigentes en Neuquén: el sistema que constituye al gobernante Movimiento Popular Neuquino, el peronista, que aporta al oficialismo y a la oposición y el tercer sistema de más corta vida, cuyo principal clivaje está en el antikirchnerismo provincial.

El actual gobernador neuquino Omar Gutiérrez va por su segundo mandato sin posibilidad de reelección inmediata. Su gobierno se inscribe dentro de lo que llamamos “segundo sapagismo”, que nace con Jorge Sapag y sus ocho años al frente del Ejecutivo provincial entre 2007 y 2015. Durante ese gobierno se trató de proveer a la provincia de “liderazgos de administración”, clásico de una fórmula tecnoburocrática, muy lejos de aquellos que encarnaron Felipe Sapag o Sobisch, quienes contaron tanto con elementos carismáticos como con una enorme voluntad política personal y la tentación de imponerse como líderes-príncipes. Otra nota a destacar del actual ciclo político neuquino: el partido provincial recuperó en 2019 el gobierno de la capital tras 20 años en manos opositoras. Ocurrió lo mismo con otras ciudades importantes. Desde ya importa lo ocurrido con Neuquén ciudad por su integración a una porción del Alto Valle rionegrino.

Pero no todo fue ganancia para el MPN, ya que las últimas elecciones dejaron un cuadro legislativo adverso, para un gobierno dividido por la mayoría opositora en el parlamento provincial. De la misma manera que el partido gobernante fue derrotado en las elecciones federales -tanto senadores como diputados nacionales- y quedó apenas con una banca en la Cámara Baja y ninguna en el Senado nacional. Esto último dificulta el federalismo de negociación al que estaba acostumbrado el MPN.

Las voces consultadas en general apuntan a una valoración ni negativa ni positiva de la gestión. El gobierno provincial “hizo lo que pudo” y “es probable que podría haber hecho más, no menos”. Que también “hubo fallas en la comunicación”, igual que tendría “que haber escuchado otras voces” o “que se confió demasiado en la supuesta fortaleza del sistema de salud y que este ya no era el mismo de hace dos décadas”, etc. Se habla ya en términos de pospandemia. Este posicionamiento en tiempo presente es clave, sobre todo en aquellos actores que aun son competitivos.

Pocos se refirieron a la emergencia de un “liderazgo de iniciativa”, la elección de un camino distinto respecto al trazado por el Ejecutivo nacional. Es así que hay reconocimiento del ejercicio de una administración de los efectos de la pandemia basado en la delegación de responsabilidades hacia arriba o en todo caso acudiendo a la legitimidad de sus acciones a partir de decisiones que se tomaron afuera de la provincia.

Ello supuso una administración al menos en dos tiempos: 1) el de los primeros noventa días después de las más duras medidas implementadas dentro del ASPO cuando aún la pandemia recién asomaba; 2) el otro momento donde el gobierno de Neuquén tuvo que vivir el incremento de casos, los fallecimientos y una circulación comunitaria con recursos sanitarios que fueron llevados al límite de su capacidad de respuesta.

De ese primer momento podemos destacar una línea periodística: “Gutiérrez no solo se ha alineado rápidamente con la política humanitaria y de responsabilidad del Estado adoptada por Nación (lo cual no sería ninguna novedad en una provincia que practica desde siempre el alineamiento automático), sino que ha recuperado de entrada la mejor tradición del sistema de salud creado por el MPN, al rodearse de epidemiólogos, infectólogos y directores de hospitales y zonas sanitarias portadores del conocimiento necesario”. (Héctor Mauriño, VaConfirma, 25 de mayo de 2020)

Hasta entonces Neuquén mantenía una situación de ventaja cuyo espejo negativo era lo ocurrido en Río Negro. Sin embargo, ese ritmo cansino de la evolución de la pandemia en Neuquén se quebró en julio/agosto y a partir de octubre Neuquén comenzó una carrera de casos activos similar a la vecina provincia.


Está claro que el gobernador hace tiempo que le habla a la sociedad neuquina y sus poderes fácticos en términos de pospandemia, buscando la efectiva continuación de una agenda precovid.


Hablamos de liderazgos regionales suponiendo que quienes ocupan el centro del poder político son líderes efectivos, porque la democracia electoral potencia los recursos para el caudillaje político (como le gustaba referirse tanto a Weber como a Schumpeter). De alguna manera quien gobierna y lo hace por el voto popular ofrece un ejercicio del mando y busca cierta obediencia basado en la legitimidad y la eficacia. Con más o menos recursos y capacidades, pero en acción.

En Neuquén podemos decir que el tipo de liderazgo actual es gubernamental-racional, lejos de los liderazgos decisionistas y de oportunidad de los Sapag mayores y sus continuadores. Fue de naturaleza “administrativa”, al cual podríamos sumar su carácter de coordinador. Fue posible porque no hubo otras tramas competitivas, como algún poderoso jefe municipal, un líder del parlamento provincial o una competencia por afuera del sistema político. Además, el gobierno de Gutiérrez tuvo a su favor una legislatura provincial poco exigente, por demás cooperativa, que ni siquiera tuvo una producción legislativa propia.

¿Què queda entonces en nuestra evaluación? Solo las ventajas de la continuidad de un gobierno y sus respuestas medianamente calculadas, fórmulas de coordinación. Hablamos de un liderazgo de la administración con capacidades escasas, que ha dejado de lado áreas completas y complejas que podrían haberse complementado como desarrollo social o educación, entre otras.

Aun con todo está claro que el gobernador hace tiempo que le habla a la sociedad neuquina y sus poderes fácticos en términos de pospandemia, buscando la continuación de una agenda previa, por ejemplo, el manejo de la enorme deuda provincial o la gestión de políticas hidrocarburíferas, además de las respuestas a los sectores del comercio y turismo.

*Historiador, docente en Derecho Político e Historia Universal de la Universidad Nacional del Comahue y de la UNRN


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