Gonzalo, el roquense que encontró su destino en un Cineclub

Decidir qué filmes se van a proyectar en un ciclo de cine es como decidir el menú que se va a ofrecer a los comensales. Es una tarea minuciosa, apasionada, que Gonzalo López Gadano inició hace algunos años en un departamento y que ahora crece en Casa de la Cultura, donde el lunes arranca el ciclo de cine verano, al aire libre

Después del encierro y de las maratones de series, haber recuperado algunos hábitos, y algunos placeres hace que esos mismos hábitos y esos mismos placeres parezcan aún mejores. Ver cine, en pantalla grande y rodeados de personas es uno de ellos. Ver cine al aire libre, a la noche, es otro.


Para Gonzalo López Gadano no hay otra manera de hacerlo. Nada de pantallas chiquitas. Nada de plataformas de streaming. Nada que no respete lo que hace que el cine sea cine: la luz proyectada desde atrás para crear una experiencia onírica, el sonido penetrante, la oscuridad, y muchos desconocidos compartiendo una misma experiencia. La magia de ese arte.


Gonzalo, que nació en Roca, se fue a estudiar cine a Buenos Aires ( en el Centro de Investigaciones Cinematográficas, y en la Universidad de San Martín) y después volvió a su ciudad natal, es el hombre que decide el menú visual de los ciclos de películas para el Cine Club TYÖ, que abrió sus puertas por primera vez en octubre de 2013, que ahora lleva tres años consecutivos en Casa de la Cultura de Roca y que la semana próxima inicia su tercer ciclo de verano, con proyecciones al aire libre, en el patio de la Casa de la Cultura, los lunes a la noche.
Decide ese menú visual con la dedicación y sobre todo la convicción de que una película te puede cambiar la vida. A él le pasó. Con una película y con varias otras después.


Es que su cine club, primero un lugar pequeño, recibió el nombre de TYÖ después de ver “Nubes pasajeras”, de Aki Kaurimäki. “La historia cuenta el espiral descendente de una pareja en la que ella primero pierde el trabajo y luego él; siguiendo ese camino van perdiendo casi todo hasta que, en el último acto, y gracias a la ayuda de su antigua jefa, consiguen el dinero para abrir un modestísimo restorán al que llaman TYÖ”, escribió él en una nota para explicar la elección del nombre de su espacio. Y lo que en la historia parece al principio un rotundo fracaso, se convierte de a poco en pura felicidad.

Una imagen de la película que inspiró el nombre del Cineclub TYÖ.


A Gonzalo, TYÖ no le salvo la vida, pero sí le dio la forma que él quería. Al club, que funciona ininterrumpidamente desde aquel año, se le sumaron las clases de Géneros Cinematográficos y estructuras narrativas audiovisuales que dicta en la Licenciatura de Guión, en el Instituto Universitario Patagónico de Artes (IUPA). “Mi formación me la dio el Cineclub. Yo no puse un cineclub porque vi un montón de películas que quiero que otros vean, sino por generar un espacio y tener la obligación de ser un programador, de ver películas, de elegir. Había un llamado ahí. Y yo sé que termino dando clases en el IUPA no tanto porque me formé en la Universidad como por lo que me formó el cine club, programando. Eso me cambió la vida. Me encanta programar y me encanta dar clases. Soy un agradecido del cineclub: me llevó a donde quería ir”, dice, convencido.

En un cineclub hay un vínculo, una comunidad con los mismos intereses. Es muy lindo lo que ocurre”

Gonzalo López Gadano
Programador del cineclub.


Gonzalo sigue una dieta cinematográfica para hacer lo que más le gusta. “Mirar películas es clave. Hay momentos en los que tengo una dieta de seis películas a la semana”.


El primer TYÖ funcionó en un departamento con viejas butacas restauradas del cine Roca, una pantalla y un proyector. La actividad siguió después en el centro cultural Distrito, con más butacas y más desafíos. Y ahora, desde hace tres años, sigue y crece en casa de la Cultura, con la capacidad de la sala dos.

El lugar donde todo empezó: un departamento y butacas recuperadas.


“Cuando me fui a estudiar a Buenos Aires no sabía adónde me iba a llevar la actividad. Pero sí, tenía curiosidad por ciertos espacios que frecuentaba. Iba, por ejemplo, al cineclub Mon Amour, en San Telmo, donde un grupo de personas había armado una sala pequeña. Y ahí se me despertó la idea, parecía algo realizable; parecía que era posible tener un espacio de esas dimensiones, con otro tipo de cine, con una persona que las presentara”.


Lo que parecía, terminó siendo su modo de vida. “Cuando abro el Cineclub, no sabía adónde quería llegar. Y sin embargo, llego a un lugar al que no podría estar más contento de estar: a programar en sala dos de Casa de la Cultura, tanto el Cine Club clásico como el universitario, y el cineclub del verano. Y nosotros (junto a un amigo, Ignacio Guala) nos anotamos en una tradición de gente que ha hecho videoclub en Casa de la Cultura durante años (como Carmelo Scala, como Brandi) que han tenido ciclos durante años. Nosotros somos la continuación. Yo realmente creo que este año es el año en el que el cineclub va a encontrar su público. Nunca hubo un cineclub desbordado.Es una actividad minoritaria, de gente a la que le gusta la historia del cine. El cineclub reconoce al cine como arte y bucea en su historia”, se entusiasma.


Puesto a elegir directores, y bucear e n la historia, Gonzalo elige al finlandés Kaurismäki, el inglés Mike Leigh, al coreano Hong Sang-soo, al francés Eric Rohmer, al norteamericano Nicholas Ray; puesto a elegir películas, anota “Cuando una mujer sube la escalera”, de Mikio Naruse; “Pasión de los fuertes” de John Ford, con Henry Fonda; “La vida es dulce”, de Leigh, “La strada”, de Fellini, “Noche de circo”, de Bergman.


¿Cómo arma los ciclos un programador? Mirando películas, con su dieta de muchas películas por semana. “Como programador lo que te pasa es que cuando algo te gusta mucho, querés que muchos lo vean, compartir lo que te pasó, querés que otros disfruten como vos. Esa euforia es el motorcito: encuentro una película y quiero armar un ciclo alrededor de esa película. Así, un poco azarosamente, un poco sentimentalmente se arman los ciclos”.


Ciclo de verano
y algo más…

El lunes 24 comienza el Ciclo de Cine de Verano al aire libre en casa de la Cultura. El programa iba a comenzar el lunes pasado, pero el frío y la lluvia inesperada, hicieron que los planes se postergaran hasta este lunes.
El horario de arranque es 21.15. “Se hace una presentación del filme elegido, de cinco a diez minutos, y a las 21.30 comienza la proyección”, explica López Gadano.
El tema es el verano:


¿Qué se verá?


Lunes 24: “La mejor manera de marchar”, de Claude Miller, película del año 1976. Francia
Lunes 31 : “Mi brillante carrera”, de Gillian Amrstrong, 1979. Australia.
Lunes 7/02: “Bacurau”, de Kleber Mendoca Filho, Juliano Dornelles. 2019, Brasil.
Lunes 14/02: “La mejor marca”, de Robert Town. 1982. EE.UU.
Lunes 21/02. “La coleccionista”, de Eric Rohmer. 1967. Francia
Lunes 28/02: «Sueño Florianópolis”, de Ana Katz. 2018. Argentina.


“Bajo el paraguas de un tema, viajamos en el tiempo. Y la spelículas elegidas son artefactos antropológicos, quedan encapsulados ahí como períodos históricos. Me resulta muy interesante esa mirada . El cine club te permite girar y mirar para atrás, además de miradas de distintos países, distintos años, distintas temáticas.
En marzo, comenzarán los otros dos ciclos TYÖ en Casa de la Cultura: clásico y Cine Universitaro, que se realizan los martes y miércoles, en sala dos.


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