Rebelados al encierro en el peor trance de la pandemia

El Alto Valle está un máximo de contagios, con terapias saturadas, pero parte de la población resiste cada vez más volver al aislamiento más estricto.

La pandemia está en su peor momento en Río Negro y Neuquén, sobre todo en el Alto Valle y la zona de la Confluencia. Los casos aumentan en forma exponencial y los principales centros de salud están al borde de la saturación con 90% de camas ocupadas. La lógica sanitaria indica que es momento de limitar la circulación de gente. Sin embargo, la decisión del gobierno rionegrino de volver a la Fase 1 de cuarentena tuvo  fuerte resistencia y desobediencia en muchos ciudadanos y de parte de los intendentes, lo que obligó a una salida intermedia: menos circulación pero con flexibilizaciones. Enseguida, angustiados médicos y personal de salud advierten que si no disminuyen el movimiento y los contagios, colapsa el sistema.

¿Cuál es la razón de esta contradicción en la opinión pública?

Los expertos consultados por Río Negro coinciden en que no hay una explicación única. Existen motivos psicológicos y personales, como el cansancio y el estrés tras más de cuatro meses de encierro y restricciones, en medio de una incertidumbre general, a menudo en soledad y escaso contacto personal y afectivo. Razones económicas, porque muchos agotaron ya sus reservas o ahorros y las ayudas del gobierno no alcanzan para subsistir y deben arriesgarse a buscar una “changa”, a reabrir el comercio o brindar  el servicio. Motivos políticos e ideológicos, porque agotaron el crédito inicial que otorgaron en marzo a las autoridades y, ante la falta de resultados, ya no confían en la palabra del gobierno. Y sobre todo, porque la extensión de una pandemia desconocida, las marchas y contramarchas de medidas de todo tipo y su comunicación en diferentes niveles del Estado, a menudo desarticuladas y contaminadas de internas políticas, contribuyeron a socavar la percepción del riesgo que implica la circulación comunitaria del virus.

Las encuestas muestran que el respaldo a las medidas sanitarias se mantiene. Sin embargo, al mismo tiempo es creciente la cantidad de personas que admite que las incumple en la práctica, ya sea visitando familiares o amigos, saliendo más de la cuenta o yendo a trabajar. Los sentimientos y estados de ánimo más mencionados son negativos: incertidumbre, ansiedad, estrés, cansancio, miedo e inseguridad figuran al tope de la lista, y otros como esperanza, optimismo o alegría tienen bajas adhesiones.

Lasse Paniceres vive en Roca, es licenciado en ciencias políticas y especialista en comunicación y marketing político. Es director de Estudio PAR consultores, que en junio realizó un estudio en Río Negro sobre la percepción de la cuarentena y la imagen de los gobiernos nacional y provincial. En aquel momento, tanto Alberto Fernández como Arabela Carreras tenían elevados índices de aprobación, tanto en imagen personal como de gestión y el consenso sobre las medidas  era importante. Admite que las cifras del estudio que finalizarán en septiembre vienen muy diferentes, sobre todo en el caso del gobierno provincial, la cara más visible de la crisis para el ciudadano común.

“Mi impresión es que  en el último mes de la pandemia se ha perdido bastante la noción de riesgo, de crisis. Tanto  la provincia como intendentes, salvo algunas excepciones, han dejado de insistir en la situación de peligro latente, y creo que la conferencia de prensa de la gobernadora del domingo fue la prueba cabal. No había seguridad en sus palabras, es como que la situación se vino de golpe, aunque hubo llamados de alerta de  varios actores”, señala.

En cambio, cuando la palabra pasó a la viceministra de Salud Mercedes Iberó, la situación cambió. “La tensión bajó notablemente; ella habló con esa tranquilidad y parsimonia con la que habla todos los días a las 8 de la noche, el aplomo que le ha dado ser la vocera de la crisis en estos meses. Pero haber construido una buena vocería no reemplaza una buena gestión”, dice.

En una pandemia “lo único que permite cambiar conductas es generar esta conciencia de riesgo latente, el miedo a que suceda algo, no necesariamente la muerte pero sí a las consecuencias de tomar conductas de riesgo. Debería haber una alianza más potente entre la provincia, intendentes y gobernadores para potenciar esta conciencia vía medios, redes, etc. ante esta situación crítica”, agrega.

Paniceres recuerda que en toda crisis extrema, al principio hay una clausura del debate político cotidiano, que los estudios americanos denominan “todos alrededor de la bandera”, donde  los Ejecutivos tienen un elevado consenso y apoyo popular, que luego va disminuyendo con el paso del tiempo . Por eso no extrañó que el respaldo de  junio se haya  ido diluyendo de la mano de la saturación del sistema sanitario, la impaciencia del sector comercial y el cansancio generalizado por la cuarentena. “La situación ha cambiado, la opinión pública ya no da un cheque en blanco sino que ahora reclama cada vez más el pago por ese cheque en blanco que dio en marzo”, sostiene Paniceres. De los estudios focalizados realizados en distintos municipios “lo que más llama la atención es una impaciencia y en algunos casos agresividad contenida, una  búsqueda de forzar una normalidad, aunque la mayor responsabilidad siga siendo de la dirigencia política”, agrega.

Para el cientista político, “no hay hoy  un buen clima para volver a fases restrictivas, porque se instaló en la opinión pública una idea de que el gobierno manejó mal las etapas de la cuarentena. Aunque  Alberto Fernández parece quedar fuera de la discusión, ya que mantiene una buena imagen, la interpelación es  al gobierno provincial, en un nivel que no tiene precedentes desde 2013 (cuando Alberto Weretilneck sufrió una rebelión policial)”, aunque aclaró que es muy temprano para saber si esto traerá consecuencias políticas porque “los climas de opinión han sido muy volátiles y cambiantes, se modifican radicalmente en semanas o meses”. Al mismo tiempo, hay situaciones contradictorias dentro de la población. “Un grupo rechaza el regreso a Fase 1 y se moviliza, el gobierno da marcha atrás y éste se desmoviliza, pero se activa otro grupo vinculado al sector salud que reclama ‘hagan algo porque estamos llegando al colapso sanitario’”.

Dinámicas
La dinámica a menudo desconocida de la pandemia también contribuye a estos cambios de ánimo entre la población. Los gobiernos nacional, provincial y de los municipios van tomando medidas cambiantes y a menudo descoordinadas. “Hubo cambios constantes en  esta cuarentena. Se abre y se cierra, cada municipio toma reglas particulares y muchos ciudadanos del Alto Valle vivimos y trabajamos en municipios distintos, hay transportistas que circulan entre varios. En un momento no sabemos si nos toca por DNI, si podés salir mañana o no a andar en bici, si podés abrir tu negocio y por cuántas horas. Los seres humanos somos rutinarios, de lunes a viernes hacemos algunas cosas, los fines de semana otras y vamos organizando nuestras vidas. Tantos cambios tajantes y el miedo a incumplir normas o a ser multados hace más compleja nuestra vida cotidiana. El ciudadano se ofusca cuando el Estado se mete en su vida cotidiana, modifica sus rutinas, cuando un gobierno se mete en el trayecto a tu trabajo o a la escuela”.

En las familias, las situaciones también se complejizan. La psicóloga Valentina Esrubilsky,  de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), señala que muchas familias se encuentran bajo  presión. “Por un lado los adolescentes que deben cumplir con un  aislamiento que contradice mucho de su naturaleza, porque en esta etapa lo normal es la salida de la familia, la juntada con los amigos, la identificación grupal, el desafío a los padres. Que se queden tranquilos en casa y aceptando las normas de sus padres no es lo normal. La mayoría lo está cumpliendo, con mucho esfuerzo. Y los más chicos también: empezaron la cuarentena contentos de estar en casa pero ahora extrañan a su pares, a sus amigos de colegio,  juegos. Están aburridos, irritables,  aparecen los caprichos. Y los adultos,  que deben contener toda esta situación, también están más cansados: además del trabajo  deben estar  para todo concepto: ayudar a estudiar, jugar, poner límites, etc”.

Por este motivo, señala que mantener las salidas recreativas, con cuidado y ordenadamente, es una buena medida. “Nosotros las respaldamos, bien administradas  son  una válvula de escape importante. Si se hacen de manera responsable, donde no hay espacios de encuentro popular, y ellos se encuentran con barbijos, con distancia, en forma individual, respetando la distancia. Esto los alivia, porque  les permite recuperar su persona, su identificación, vitales para el desarrollo adolescente. Pero siempre dentro de las normas sanitarias, debe estar organizado, regulado; no dar vía libre para salir, sin organizarse. Debe normatizarse e informarse bien”.  

Por su parte, el analista Ricardo Rouvier tiene una opinión similar. “Como todo en la vida, el tiempo afecta el humor social, que comenzó hasta con entusiasmo la cuarentena, aplaudía a los médicos a la noche, pero el cansancio de estar encerrado, de no ver a la familia, fueron minando el entusiasmo”, dice.

A eso se sumó que  se   agravó una situación económica “que ya era mala desde 2019, con recesión, inflación, problema cambiario. Ahora vemos como preocupación creciente la inseguridad”, sostiene.

En lo psicológico, la mayoría vive una contradicción. “Por un lado se teme al virus, a enfermarse y morir. Pero ya no aguanta las restricciones, se va cayendo la necesidad de preservación sanitaria y presiona al gobierno para flexibilizarlas en el peor momento”, dice Rouvier.

La autoridad del Estado se empieza a socavar. “La gente empieza a incumplir, respeta algunas cosas como el barbijo, el distanciamiento y deja de lado otras, sobre todo las vinculadas a lo personal, como la reunión con la familia o amigos, aumentando la circulación del virus. Es algo que deberán tener en cuenta los gobiernos. Hasta que aparezca la vacuna, al menos hasta el año que viene, tendremos que convivir  con el virus”, dice.
¿Cómo se combate este efecto cansancio?, es la gran pregunta. “Es muy complejo”, sostiene Rouvier. “Además de la situación personal, no ver a padres, nietos o amigos está lo económico. Mantener un negocio cerrado es muchas veces condenarlo a la muerte definitiva. Hay gente que pierde el trabajo, el sustento de su familia, ha caído el salario real, se paraliza el mercado porque la gente compra alimentos y sólo lo necesario. No hay changas, en un país donde un tercio de la población vive en la informalidad y la pobreza. Lo que está volviendo mucho es eso en el barrio: arreglar el jardín, trabajitos de albañilería, electricidad. Mucha gente sale, más allá de la racionalidad de la medida. La psicología estudia eso en el caso de tragedias como los incendios, muchas veces la gente en estado de pánico y en medio del caos corre hacia las llamas en vez de salir del foco. Acá todavía no llegamos al pánico, pero estamos bordeando una situación peligrosa”.  

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La política y la grieta también influyen


Muchos han relacionado el creciente pedido de flexibilizar la cuarentena con motivaciones políticas, sobre todo opositoras . Para el consultor Ricardo Rouvier, el componente político está más relacionado con la evaluación de las medidas que con su cumplimiento.

 “ Nuestras mediciones señalan que los votantes del FdT son más benevolentes con cómo ha manejado la situación el presidente y quienes votaron a Juntos por el cambio son más críticos. Pero en general su imagen se ha mantenido positiva, hoy está por el 60%, que cae respecto del 80% de marzo pero suavemente, no hay cambios bruscos. La mayoría cree que el hombre lucha contra la pandemia y lo hace correctamente, aunque con menos entusiasmo y hay más desesperanza económica y social”, agrega.

Aunque coincide parcialmente con el planteo, su colega Carlos Fara agrega un dato.  “A lo económico y al cansancio se suman algunos aspectos que se perciben como cierta radicalización del gobierno que comienza a quitarle legitimidad, como los debates sobre la expropiación fallida de Vicentin o la reforma judicial”, dice este politólogo.

“El presidente ganó las elecciones  y asumió con un contrato simbólico de moderación, y varias medidas que ha tomado lo deslegitiman ante sus votantes moderados, porque piensan que no está cumpliendo su promesa de equilibrio. Pierde al electorado de Massa, de Lavagna, el electorado blando de Cambiemos que podría verlo con alguna simpatía”, sostiene. Y esa pérdida de legitimación “tiene un efecto contagio con otros aspectos de su liderazgo, como el sanitario, lo económico y otras decisiones cotidianas”, agrega.

A esto, el titular de Fara y Asociados agrega algunos errores de comunicación. “El gobierno arrancó en marzo muy bien, transmitiendo tranquilidad, aplomo, sensatez, apelando a la responsabilidad ciudadana, dispuesto a mitigar el impacto de la crisis. Pero a medida que se  fue complicando la situación  tuvo una actitud más confrontativa, se enojó con parte de la sociedad como pasó con  los runners, entre otros. Uno nunca puede ser confrontativo cuando le pide al otro una actitud responsable. Y comenzó a incorporar en lo discursivo cuestiones por afuera de la agenda más inmediata de la gente, que hoy son lo sanitario y lo económico. Eso lo hace lucir desenfocado sobre las prioridades de gobierno”. En este marco,  hay un núcleo duro de opositores  que reacciona ideológicamente. “En ambas coaliciones hay ‘halcones’ y ‘palomas’ y en este clima crecen los halcones ”, concluye.  

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ANÁLISIS | «Una ciudad lineal con el poder político desalineado»


Por Hugo Alonso

La pandemia dará este fin de semana una nueva oportunidad al poder político rionegrino.

La semana pasada, la prueba sobre construcción de consensos y de sensibilidad ante el humor social terminó con una contundente reprobación para la gobernadora y para la mayoría de los intendentes del Alto Valle, que avalaron el retroceso a Fase 1 en la región.

El dato preocupante fue la escasa predisposición a la autocrítica. Sólo el jefe comunal de Fernández Oro, Mariano Lavín, asumió públicamente su parte de protagonismo en el error que significó el intento de una drástica vuelta al confinamiento.

El resto: silencios, excusas y deslindes de responsabilidad.

Pero ni siquiera la “fase intermedia” logró alinear a los intendentes con el gobierno provincial.

Las adhesiones fueron formales, pero en la práctica las ciudades emitieron resoluciones con cambios respecto de la normativa del Ministerio de Salud, autorizando actividades prohibidas por la Provincia o derogando las salidas por terminación de DNI.

Hay un riesgo en esas señales de discordancia. Las reacciones ya no sólo llegan en redes sociales. Las instituciones locales dejaron de ocultar su malestar ante la incapacidad para articular acciones entre los diferentes actores del poder político regional.

Un caso concreto: la CAIC de Roca anunció la creación de un espacio de trabajo multisectorial “para encontrar soluciones viables” ante “las idas y vueltas evidencian una total falta de proyección”.

No hay dudas del ánimo constructivo de la entidad, pero también emerge de su plan un desafío concreto a las manos que tienen hasta el momento las riendas para gestionar la crisis.

La fase intermedia fue una salida de apuro. Una semana después, los gobiernos de la “ciudad lineal” tienen la necesidad de legitimarse en una acción coordinada y efectiva, para evitar nuevas zozobras por riesgos mal calculados.


ANÁLISIS | «Dificultades para mantener la cuarentena»


Por Lic. Mirta Itlman (*)

La pandemia interrumpió nuestra vida cotidiana, nuestras relaciones, la vida laboral y social trayendo como consecuencia la adaptación a la nueva realidad. Si bien tenemos una fuerte capacidad adaptativa han aparecido o exacerbado tenciones psicológicas, emociones, sentimientos y sufrimientos: insomnio, ansiedad, aburrimiento, depresión, soledad, desconcierto, irritabilidad, incertidumbre.

Los niños y adolescente se encontraron en la situación de suspender sus contactos esenciales como ser la escolaridad, sus amigos, familiares o personas y espacios fundantes para su desarrollo. Las consecuencias se agravan para los niños que sufren maltrato dentro de sus hogares y para aquellos que no cuentan con los recursos tecnológicos para poder comunicarse.

Los adultos modificaron sus vidas laborales teniendo que hacer, en el mejor de los casos, home office al mismo tiempo que acompañar a sus hijos con las demandas de la tele escolaridad sufriendo una sobrecarga emocional. En relación a los mayores se ha observado soledad y confusión ya que suelen no contar con las habilidades para comunicarse por las redes sociales para poder aliviar la soledad o entretenerse un poco.

Para otras personas esta nueva acomodación de distanciamiento social ha sido beneficiosa. Relatan sentirse bien, haber podido afianzar las relaciones con sus convivientes, descubrirse en su creatividad y en la capacidad de estar solos.

Sabemos que la materia prima de la vida mental son las relaciones. El ser humano es activo socialmente desde que nace está el deseo de relación con su entorno ya que para su desarrollo psicológico, necesita el contacto físico, los olores, la mirada de los otros. Esta necesidad básica continúa a lo largo de la vida. Tendemos a conservar la continuidad de las relaciones, de lo conocido, de lo que nos da seguridad.

Cada persona responde con su singularidad, sus necesidades, deseos, conductas respeto a las normativas. Observamos a aquellos que se mueven fuera de las casas con cautela y con un núcleo reducido de conocidos cuidando la distancia social al aire libre.

En esta nueva dinámica de relación social y no siéndoles suficiente el contacto a través de la pantalla algunas personas van al encuentro del otro negando el peligro de contagiarse y contagiar, saliendo de manera exaltada.

En el otro extremo están aquellos que dicen “ni loco salgo” por temor a infectarse o infectar. El afuera les genera ansiedad.

Nos encontramos frente a un delicado equilibrio entre el distanciamiento social y la necesidad del encuentro presencial y corporal. Los recursos internos como la creatividad, la fantasía, la habilidad para comunicarse son herramientas psicológicas para alivianar malestares, tensiones emocionales que ayudan a sopesar donde, como y cuando salir o quedarse en casa.

También hay un deseo o ilusión de reencontrarse con aquello que era conocido, habitual y familiar no solo para volver a reconocerse en una relación, en los vínculos, sino quizás también con la fantasía de volver a tener lo que una vez se tuvo o aquello que pudo haber sido.

(*) Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA), especialista en niñez y adolescencia


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