La falta de gas y los altos precios auguran un difícil invierno

El escenario en el aprovisionamiento de energía para la próxima temporada fría es complejo ante la estrechez financiera. Si bien el gobierno analiza importar más líquidos, todas las opciones anticipan una fuerte disparada en los costos.

El secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, aseguró el año pasado que el país se había enfrentado en el invierno del 2021 a una tormenta perfecta por la baja producción de gas nacional y la menor generación hidroeléctrica causada por las sequías. Pero difícilmente pudo imaginarse que esa no era la tormenta perfecta, sino la que se avecina para el próximo invierno en la que junto a la continuidad de esos dos factores se suma que el precio del gas natural licuado (GNL) se disparó por las nubes y no solo se volvió casi prohibitivo, sino que en todas las alternativas esbozadas por el gobierno hay dos conclusiones: un rojo de casi 4.000 millones de dólares para pasar el invierno y la amenaza, casi inevitable, del retorno de los cortes de suministro a las industrias.

Para empezar este análisis vale recordar que Argentina necesita en cada invierno de la importación de gas, dado que el consumo -en especial el residencial- se incrementa más de un 50% en los meses fríos.

El año pasado Argentina demandó la importación de un total de 1.096 millones de dólares en GNL (sin contar el costo de regasificación), al cual se sumaron 1.860 millones de dólares en líquidos para la generación eléctrica ante la imposibilidad de dar gas a todas las usinas. Y se completó el esquema con la importación de gas de Bolivia que se estima que representó unos 815 millones de dólares.

Para este año, el gobierno cuenta con medio punto a favor: la producción completa del Plan Gas.Ar. El año pasado, la dilación en el lanzamiento del programa de subsidios a la producción hizo que la nueva generación recién llegara hacia fines del invierno, obligando a la importación de una gran cantidad de líquidos en lo que además fue un frío inicio del invierno.

Para este año, la producción del programa que tuvo tres rondas, estaría garantizada desde el día 1, pero es un medio poroto a favor, ya que contrariamente a lo que se buscaba a la hora de lanzar el plan, la nueva producción proviene casi exclusivamente de la Cuenca Neuquina y eso hizo que los gasoductos ya llegaran en octubre al tope de su capacidad.

Estamos muy preocupados con las importaciones de gas para el invierno porque la demanda de dólares es enorme”.

Darío Martínez, secretario de Energía de la Nación.

Esto implica que, de cara al invierno por venir, la producción nacional podrá ser un poco mayor en los primeros meses si se la compara con la del año pasado, pero ya a partir de julio y en especial en agosto, la proyección marca que el país contará con menos gas nacional pues desde la Cuenca Neuquina -con Vaca Muerta a la cabeza- se inyectará el mismo volumen máximo, pero desde las demás cuencas como son la Austral, Golfo San Jorge y Noroeste, se espera que la producción siga declinando.

En la nueva tormenta perfecta recargada son varios los factores que se suman para complicarle el invierno a Darío Martínez. El primero es la continuidad de las sequías en las grandes cuencas generadoras como son el Litoral y Comahue. Si bien los pronósticos de lluvias aún no están definidos, son a esta altura más los que confían en danzarle al dios del agua que en una temporada de buenas precipitaciones.

La negociación con Bolivia por la sexta adenda del contrato de importación se postergó hasta fin de mes, pero no hay depositada en ella grandes esperanzas de conseguir siquiera el mismo volumen de gas que se importó en el invierno pasado, que sumó unos 14 millones de metros cúbicos por día.

El tercer factor a tener en cuenta es la mayor demanda. Múltiples indicadores, como el mayor consumo de naftas y gasoil en general, dan cuenta de una reactivación económica por encima del nivel del 2019, que demanda por ello más energía.

Y aquí es donde la disparada del precio del GNL ya llevó a Martínez a asegurar que “estamos muy preocupados por el precio del gas para el invierno”. Es que tan solo si se espera importar la misma cantidad de gas licuado, las cuentas marcan que se podría pasar de los 1.096 a 3.200 millones de dólares, ya que costo por millón de BTU (la unidad de medición) se disparó de un promedio de 8,33 dólares el año pasado, hasta los 25 dólares que se están viendo en los futuros para mayo.

Ante este precio que sería el más alto jamás pagado por el país, dado que en la década pasada llegó a pagar precios en torno a los 20 dólares por millón de BTU, el gobierno salió a buscar alternativas pues las cuentas son claras: las reservas del Banco Central no alcanzan para ese nivel de gastos.

En números

3200
millones de dólares podría sumar la importación del mismo volumen de GNL que se compró el año pasado, cuando el precio fue de 1096 millones de dólares.

La primera alternativa ya fue ordenada a Cammesa y es tratar de usar todo el líquido posible en lugar de gas importado. Esto implica en especial el fuel oil y gasoil, que en su mayoría son importados, pero que a diferencia del GNL se mantienen estables en torno a los 15 dólares para la equivalencia de un millón de BTU.

Ahora bien, este reemplazo tampoco es barato, ya que en resumen implica un aumento del 100% en relación con el precio del GNL que pagó el año pasado, por lo cual aún de apostar a este reemplazo, los costos se dispararán.

Pero la importación de líquidos -además de ser más contaminantes- no termina de solucionar la demanda de energía del país, dado que hay una cantidad de centrales térmicas que no pueden soplar y hacer botellas, para pasar de gas a gasoil.

Esta es una preocupación mayor en la zona del Noroeste Argentino (NOA) en donde varias centrales térmicas dependen del gas que envíe Bolivia.

Vaca Muerta no podrá elevar su producción de gas por la falta de infraestructura.


Hace dos meses el gobierno reconoció que estaba analizando con productoras locales y compradores chilenos la posibilidad de realizar exportaciones bajo una suerte de swap para que ese gas retorne al país en el invierno y precisamente desde el punto de inyección del norte argentino.

La idea de completar la importación de gas desde Chile -que no es productor sino que lo importan como GNL- no es nueva, y fue uno de los planes que lanzó el exministro de Energía de Mauricio Macri, Juan José Aranguren.

Ahora desde su rol en la consultora Energy Consilium, Aranguren planteó días atrás que el año pasado el sistema de gas tuvo un sobrecosto, o potencial ahorro de 2066 millones de dólares, más del triple que el año anterior a raíz fundamentalmente del mayor uso de combustibles líquidos costosos. Para este año, los números aún no están claros, pero sí la tendencia de que ese rojo se seguirá disparando por los aires y según el consultor Daniel Gerold, podría llevar el costo de los subsidios a la energía a un nuevo récord de 16.000 millones de dólares.

La sequía impactará en la generación hidroeléctrica. (Yamil Regules).-

Aún con estas alternativas, los consultores especializados coinciden en que los cortes de suministro de gas para las industrias ya son algo prácticamente inevitable de cara al invierno que viene. E incluso hay quienes advierten que los cortes de servicio podrían ser mucho mayores si, como sucedió el año pasado, ingresan fuertes y extendidas olas de frío polar.

Si bien la ola de calor que impera en el país en estos días hace que el invierno parezca realmente lejano, el gobierno acaba de lanzar un pedido a la comunidad para reducir el consumo de energía eléctrica e intentar evitar los apagones.

Los programas de eficiencia energética, tanto para el consumo de gas como de electricidad, parecieran ser una buena alternativa en este escenario de escasa ofertas y precios por las nubes, pero siguen sin ser parte de las políticas centrales de un gobierno que tendrá que ajustarse el cinturón para poder pasar el invierno, en especial si, como anunció, realizará un bajo ajuste de las tarifas.


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