Entrevista con Cynan Jones por su última novela, «Tiempo sin lluvia»

El escritor galés firma una novela, probablemente de las mejores de este año, donde el universo animal y ambiental se impone como una fuerza inesperada que puede operar como metáfora del dislocamiento de los tiempos actuales.

El escritor galés Cynan Jones es autor de «Tiempo sin lluvia», una de las mejores novelas que dejará este 2020 atravesado por la pandemia, que si bien no tiene incidencia directa en la trama porque fue escrita mucho antes, habilita lecturas sobre el universo animal y ambiental como una fuerza inesperada que puede operar como metáfora del dislocamiento de los tiempos actuales: «Quería escribir con honestidad y vehemencia sobre la coexistencia de la crueldad y la belleza en cada paisaje que nos rodea», dice el autor en entrevista con Télam.

El día arranca complicado en la granja que habitan Gareth y su esposa Kate junto a sus dos hijos. Un ternero nació muerto y una vaca preñada se extravió. El hombre sale en busca del animal, una Shorthorn lechera que será difícil de rastrear porque hace tanto que no llueve que ya no se marcan las pisadas en la tierra. Durante todo el tiempo de la pesquisa, se mezclarán los rituales depredadores de la naturaleza -animales moribundos, cuerpos desintegrados quirúrgicamente por insectos- con las cavilaciones del personaje sobre el legado de su padre y el deseo que palidece en su matrimonio.

El paisaje se impone desolador y cruel en esta novela sobre hombres y mujeres alejados de los atajos que facilita la modernidad -el confort, la tecnología que anestesia el aburrimiento- y a la espera de un disparador que refresque sus vidas de la misma manera que los pastizales resecos claman por el agua que, paradójicamente, no es lo que escasea en Aberaeron, la pequeña localidad al noroeste de Gales donde Cynan Jones ideó esta historia que publica en la Argentina el sello Chai Editora.

También quería presentar con sentido auténtico en qué medida somos un capricho de la naturaleza cuando se trata de proveernos (o a nuestros animales de granja) de alimentos y víveres. Cuánto dependemos de la lluvia, el sol, el suelo, las semillas. Cuán tenazmente tenemos que trabajar para asegurarnos provisiones».

Cynan Jones.

A los 45 años, el escritor que ha sido destacado como una de las mejores voces de su generación por publicaciones como Granta y The New Yorker, lleva escritas cinco novelas -de las cuales hasta ahora solo se había publicado en el país «La tejonera»- pero además entregó cuentos para la cadena BBC Radio y es autor del guión de la serie «Hinterland».

P: En «Tiempo sin lluvia» la naturaleza tiene un rol protagónico. El universo animal y ambiental aparecen como una fuerza indómita y hasta depredadora que muchas veces descoloca a los personajes ¿Le interesaba explorar el costado más cruel de lo natural, un poco en oposición a cierto estereotipo del paisaje campestre ligado a la calma o a la idea de la naturaleza como portadora de recursos?

R: He crecido en el entorno en el que se desarrolla la historia. No se ha tratado de una decisión consciente de oponerse a la visión bucólica y romantizada del campo que perpetúan algunos escritores. Quería escribir con honestidad y vehemencia sobre la coexistencia de la crueldad y la belleza en cada paisaje que nos rodea.

La pandemia actual no es un ‘mensaje’ de la naturaleza. Pero es un mensaje. El problema ha sido tan severo por la forma en la que existe el ser humano, principalmente en comunidades estresadas y superpobladas; esto se ha visto agravado por nuestra obsesión por ser ‘globales’ en lugar de locales».

Cynan Jones

También quería presentar con sentido auténtico en qué medida somos un capricho de la naturaleza cuando se trata de proveernos (o a nuestros animales de granja) de alimentos y víveres. Cuánto dependemos de la lluvia, el sol, el suelo, las semillas. Cuán tenazmente tenemos que trabajar para asegurarnos provisiones. Pero la naturaleza no dificulta deliberadamente este proceso. La naturaleza simplemente es. El ser humano tiene que lidiar con eso. Es a la vez nuestro triunfo y nuestra derrota que nos hayamos podido imponer al mundo natural.

P: ¿Cómo se resignifica esa mirada en este contexto actual donde prosperan las lecturas que le asignan a la pandemia un «mensaje» de la naturaleza frente a la sobreexploración de los recursos naturales y la contaminación ambiental?

R: La pandemia actual no es un «mensaje» de la naturaleza. Pero es un mensaje. El problema ha sido tan severo por la forma en la que existe el ser humano, principalmente en comunidades estresadas y superpobladas; esto se ha visto agravado por nuestra obsesión por ser «globales» en lugar de locales.

La historia de la novela es muy «local». Una familia profundamente arraigada en una región, que depende de su entorno para las cosas que necesita. Vivir de esta manera trae más comprensión de la naturaleza y, en consecuencia, más humildad, respeto y gratitud. La mayoría de las personas en las ciudades están muy lejos de los procesos de los que dependen para sobrevivir.

P: La novela parece aludir también a los malentendidos y a las interferencias que se imponen en los vínculos: Kate cree que su marido ya no siente deseo por ella y él por el contrario tiene pensamientos recurrentes sobre el cuerpo de su mujer y celebra las transformaciones que ha tenido. ¿Las parejas siguen un recorrido a través del tiempo según el cual el entendimiento con el tiempo se va deshaciendo y la incomunicación inevitablemente se interpone? ¿La llegada de ese ciclo de incomunicación traza el final de un matrimonio?

R: Así como la naturaleza no es todo lo estable que creemos, tampoco lo son las relaciones. Cualquier relación que continúa durante un período de tiempo significativo, se desarrolla. A veces para mejor, a veces para peor. En la mayoría de los casos, algo tiene que haber en el corazón de la pareja para que siga viva. Entonces puede sobrevivir a los altibajos. Supongo que el final de un matrimonio, o de una relación de cualquier tipo, llega cuando no hay algo fundamental en el centro que mantenga todo unido.

P: Esa lluvia que se hace desear y escasea en el relato parece poner en escena también la situación de espera en la que están sumergidos los personajes: Gareth, Kate, el hijo mayor, todos parecen estar esperando algo que los saque de su apatía o su inercia ¿»Tiempo sin lluvia» se puede leer como una alegoría de los efectos que tiene la espera, ese momento de incomodidad en los sujetos parecen volverse rehenes de un tiempo que parece congelado?

R: Sin duda, esa es una de las alegorías subyacentes del relato. Como mencioné antes, el mundo natural siempre me ha mostrado la condición humana. Al menos, de la forma en que yo lo veo (y probablemente lo vea así por ese punto de vista). La lluvia es vital y generosa, y al mismo tiempo disruptiva y desafiante. En esta historia, se necesita desesperadamente. Por lo general, aquí en Gales, hay demasiada. La historia también hace una declaración sobre la dualidad de las cosas que necesitamos, pero de las que también nos tenemos que proteger. Lluvia. Amor. Ambición.

P: El libro plantea también una inusual jerarquía de situaciones dramáticas: en algún momento se anticipa una tragedia que puede cambiar drásticamente la vida de esta familia pero luego el relato prosigue y esa situación ya no se retoma. En un relato clásico esa situación hubiera ocupado el centro de la escena pero aquí se la enuncia sin mayor peso dramático ¿Por qué le interesó plantear la trama de esta manera «democrática» en la que ningún acontecimiento parece tener peso sobre otro? ¿Qué le aporta al libro esta anticipación de un hecho dramático que deja al lector expectante y sin posibilidad de profundizar en los efectos que tendrá el episodio?

R: El evento es presentado como para que el lector sepa más que los personajes. Esto refuerza el deseo de Daniel de que «suceda algo que los vuelva a unir» con un presentimiento dramático (sentido sólo por el lector). Las consecuencias del evento, la angustia y cómo se definirá el futuro, se les deja al lector para intuir. Este dispositivo, de exigirles participación, crea un vínculo más fuerte entre el texto y el lector. También ofrece un impulso narrativo que continúa más allá de la última página del libro.


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