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El hechizo del cine mudo y la música en vivo, un programa para disfrutar el domingo en Roca

El programa tiene magia: ver una película de 1927, la comedia protagonizada por Harold Lloyd, “El hermanito”. mientras los doce músicos de Ensamble XX XXI tocan sus instrumentos. La propuesta es en Casa de la Cultura de Roca, este domingo.

Sobre el escenario de Casa de la Cultura hay doce músicos. De fondo, una pantalla de cine donde se proyecta “El hermanito”, la película muda de Ted Wilde, que protagonizó el injustamente olvidado Harold Lloyd.
Sobre el escenario, los 11 músicos dirigidos por Anderson Perea da Silva, ensayan los compases una y otra vez para que coincidan con las imágenes de ese filme rodado en 1927, que es a la vez gracioso y profundo.


Desde la cabina, allá arriba, Gonzalo López Gadano, el encargado de Cine Club Tÿo, pausa, retrocede y le da play al filme para que la magia vuelva a producirse. Los músicos se vuelven a concentrar, y a tocar.
Lo que tanto ensayaron en estos días, este domingo 24 será función. Ahí, en la sala dos de Casa de la Cultura de Roca, nuevamente el Ensamble XX XXI y el Cine Club Tÿo (que en breve cumple diez años), se unirán para jugar con esa magia que se produce cuando las imágenes y la música se ponen de acuerdo para darle sentido a una historia. La cita es a las 20, con entradas a 3.500 pesos para los No socios y a 3.000 para los que sí lo son.


Esta es la segunda vez que estas dos agrupaciones de Casa de la Cultura (Cine Club Tÿo y Ensamble XX XXI), cruzan sus intereses para llevar adelante un proyecto. Ya el año pasado lo hicieron con la película “Sunrise” y con un espectáculo que luego giró por Cipolletti, y Regina.


Para volver a llevar adelante esta unión, se pusieron de acuerdo. Gonzalo les dio una lista de películas posibles. Anderson y los músicos escucharon la banda sonora y eligieron. Luego, hubo que mandar la película a Buenos Aires para que Juan Tomás Palomeque haga la desgrabación y los arreglos musicales. Y sólo después, arrancaron con los ensayos y puesta a punto.


Tiene algo de hechizo ver a todos en escena. Ver a los músicos y ver el filme. Ahí, en el escenario, las dos partes fundamentales, música e imagen toman su enorme dimensión: ninguna tendría sentido sin la otra. Esa es la magia que se opera cuando la sala queda a oscuras y una y otra (música e imagen) se vuelven una sola cosa, amalgamada y consistente.


“La experiencia es hermosa porque si bien uno puede pensar que lo único que debe hacer es tocar la música al mismo tiempo que pasa la imagen, lo cual es cierto y un logro inmenso, también ocurre que al ver la película, uno juega con la música y las imágenes, encuentra los momentos y los puntos en los que funcione con la imagen. Es una experiencia divertida, desafiante”, dice Anderson.


A Gonzalo le tocó proponer las películas. Y está feliz con la elección del filme que tiene a Lloyd como protagonista. Desde la cabina de Casa de la Cultura sigue la música y la pelícua, que ya se conoce de memoria. Cuando le piden que retroceda, sabe exactamente dónde está la escena que buscan.


El olvidado


Quizás desconocido para el gran público de estos días, y convertido en un secreto de cinéfilos desde su retiro en 1938, Harold Lloyd fue el tercer gran cómico de la era muda, esa de la que formó parte junto a los más famosos Charles Chaplin y Buster Keaton. Pero Lloyd, más allá del olvido, fue el hombre que sentó las bases de la comedia romántica tal como la conocemos hoy.


En su momento, Lloyd llegó a ser el más taquillero de los tres: sus más de 200 películas lo convirtieron en el comercialmente más exitoso de su tiempo.
Ese hombre, siempre de anteojos de carey redonditos, pequeño de tamaño, sombrero y de aspecto juvenil se convirtió en el prototipo del buen muchacho estadounidense, voluntarioso y osado, aunque un poco tímido e inseguro, siempre sensible. A diferencia de Chaplin y Keaton, los especialistas consideran que Lloyd “es el primero en imaginar un protagonista de comedia que al mismo tiempo sea un galán, un triunfador, tanto que Cary Grant, Jimmy Stewart e incluso Michael J. Fox y Tom Hanks bien pueden considerarse sus descendientes directos”.


Ese personaje entrañable, cercano, simpático es el protagonista del filme que se verá este domingo.
“El hermanito” supuso de entrada un curioso contraste respecto a las anteriores obras de Lloyd, que transcurrían más bien en ciudades.
En este filme, Harold es el hijo menor del sheriff de un pequeño pueblo que se siente discriminado, ya que su padre solo trata sus asuntos con sus dos hermanos, mucho más grandes y fuertes que él. La llegada de un espectáculo ambulante a la ciudad le permitirá conocer a Mary, una joven de la que se enamora y ante la que aparenta ser un tipo duro. La situación se complica cuando alguien roba de casa del sheriff el dinero recolectado para construir una presa y las sospechas recaen sobre el propio padre de Harold.


Cómo hace Harold para resolver el asunto sin ser el más grande ni el más fuerte es la base de esta película que está plagada de escenas divertidas, de persecuciones, de malentendidos graciosos llenos de inocencia y ternura, y que tiene, claro, el hermoso mensaje del pequeño imponiéndose ante la adversidad, con más inteligencia que fuerza.
Hay que tener en cuenta dos características fundamentales de Harold Lloyd: era obsesivo (al punto de que muchas veces parecía más bien el director, o gastaba lo que fuera necesario para hacer las tomas tal como él las quería) , y tenía una extraordinaria habilidad física, algo que ya se había visto en películas previas del actor (ver aparte), y que lo convirtieron en el rey del slapstick, esos gags en los que el cuerpo juega un rol fundamental.
Ese personaje que construyó meticulosamente, sensible, de anteojitos redondos de carey, que se volvió parte fundamental de la historia del cine es el que se verá en la noche del domingo, a las 20, cuando la música y la imagen, toda junta y ensamblada, hagan su magia, y comience la función.


Todos los integrantes de Ensamble XX XXI


Director: Anderson Perea da Silva
Candela Méndez – coordinadora
Víctor Villagra – violín concertino
Martina Caneo – violín
Candela Valenzuela – viola
Santiago Ríos – violonchelo
Luciano Morán – contrabajo
Andrés Fernández Fonseca – piano
Nataly Bustamante – flauta
María Pía Vivet – fagot
Sebastián Morales – trompeta
Francisco Álvarez – trombón
Ángel Guastavino – percusión


La imagen más icónica del cine


“El hombre mosca” fue el cuarto y más exitoso largometraje de Harold Lloyd, y supuso su ascenso a la cumbre de la fama como actor de cine cómico. Los gags se suceden apurando las situaciones cómicas al máximo dentro del típico humor gestual del cómico del slapstick estadounidense. Pero lo más asombroso fueron las condiciones del rodaje: no hay trucos, no hay dobles y todo se basa en su habilidad física. Fue él quien escaló el edificio y se quedó colgado de la saeta del reloj, una de las imágenes icónicas de la historia del cine. Lloyd sólo estaba protegido por una plataforma de seguridad suspendida tres pisos más abajo.


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