Esos extraños ritmos de la Justicia

Miguel Báez visitó este mes la Ciudad Judicial más veces que en los últimos cinco años.

Señal inequívoca del desamparo político. Su tiempo de andanzas bajo la sensación de impunidad se agotó y ahora hasta un incumplimiento a las medidas de distanciamiento social corroe su imagen pública.

Tres audiencias de formulación de cargos y los consecuentes pedidos de revisión por parte de sus abogados lo hicieron entrar y salir de los tribunales. Las primeras veces volvió su casa. Desde el 30 de marzo, su destino es una celda.

De todas maneras, Báez no demostró durante el pasado reciente que la exposición pública lo incomodara.

La pérdida de los estribos se notó cuando el calor sindical empezó a alejarse y advirtió por primera vez que su libertad estaba en riesgo.

Una reacción que abre la puerta a otro análisis: Báez tampoco demostró nunca respeto por el Poder Judicial, porque sus pasos se daban bajo la convicción de que a su alrededor había dirigentes con capacidad de aliviar todo tipo de peso que apareciera en su mochila.

Que un autopercibido líder social camine con esa certeza debería afectar el orgullo de los probos funcionarios de la Justicia provincial.

El Ministerio Público se esfuerza por estos días para resaltar que Báez no escapó de la acción de los fiscales y cuenta con una condena firme por violentos episodios ocurridos en el municipio y en la delegación del Ministerio de Gobierno, en calle 9 de Julio.

Un dato real e irrefutable. Pero también un recorte interesado de la historia, porque la sanción llegó el 18 de septiembre del 2020, cuando el titular de Odel llevaba más de cinco años ocupando espacios en legajos penales.

Báez zafó una y otra vez después de acumular denuncias de todo tipo. Los criterios de oportunidad y las probation fueron instrumentos usuales, sin que a ningún funcionario judicial le interesara conocer cómo hacía un “desocupado” para reunir los miles de pesos que aceptaba aportar para sus reparaciones.

Otras denuncias cayeron por la imposibilidad de esclarecer la autoría material de los hechos. Una imagen que contrasta con el ahínco actual, que si mantiene el ritmo lo va a llevar a Báez a tener que explicar hasta la ubicación del barbijo en su rostro al momento de pasar por el puente de Paso Córdoba.

Y esos espasmos judiciales no son exclusivos del ámbito provincial. En la Justicia Federal se permitió una suspensión de juicio a prueba para 14 dirigentes de la CTA, entre ellos el titular de Odel, evitando que lleguen a juicio por unos 30 hechos delictivos. ¿Qué ofrecieron a cambio? Una cándida promesa de no cometer delitos durante dos años y otra efectiva apertura de la billetera sindical, para donarle 250.000 pesos al hospital López Lima.

Ahora, cuando la defensa de los dirigentes pide que se considere acreditado que cumplieron con su palabra, será interesante conocer la resolución del caso.

Ahí se sabrá de qué manera se explica que en esta ciudad, donde todavía somos pocos y nos conocemos mucho, nadie en los tribunales federales advirtió que Báez entró a las patadas al municipio en octubre del 2019 y que casi un año después lo condenaron por ese hecho y por la violencia en la delegación provincial, que ocurrió un mes (sí, un mes) después de obtener la probation.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios