Formosa: ¿Democracia superficial, república insubstancial?

En esta provincia, la legitimidad es solo formal. La mayoría está excluida del ordenamiento jurídico y son testigos mudos del asalto al poder por un caudillo despótico.


Si compartimos el comunicado del Club Político Argentino (CPA), “La plena vigencia de la democracia, la libertad y los derechos humanos en un país federal requiere que estos sean respetados no solo por el gobierno nacional, sino también por todos sus gobiernos provinciales y municipales…”, deberíamos admitir que el sistema democrático republicano viene languideciendo, infectado por evidentes autoritarismos acentuados por la pandemia.

De tal manera, con premura debiéramos mancomunar esfuerzos con coraje cívico e innovación política para ir plasmando democratizaciones tanto en los partidos políticos como en gobiernos, empoderándolos con una más auténtica representatividad, de un más genuino y sustancial republicanismo, de más federalismo práctico y de una fidelidad plena -sin intermitencias- a nuestra Constitución nacional (vg., Arts. 1, 6, 38 y cc. CN).

Por estos días los desatinos y abusos del gobierno de Formosa confirman que “las elecciones no hacen a los gobiernos, sino los gobiernos a las elecciones”.

Esta versión feudal en pleno siglo XXI exhibe autoritarismos del poder real, tiranuelos que invariablemente cuentan con la flagrante complicidad nacional por omisión de poderes supuestamente republicanos: “A la indignación que estos hechos provocan se suma la que genera el silencio del gobierno nacional, del partido oficialista y de muchas organizaciones de la sociedad civil, que se embanderan en el respeto de los derechos humanos, pero callan vergonzosamente sobre Formosa” (CPA).

Estos recalcitrantes caciquismos o feudos tendrían similitudes con aquel contrato por el cual los soberanos y los señores feudales concedían en usufructo durante la Edad Media poder, tierras, rentas e impuestos, crueldad e impunidad, en tanto quien las recibía se obligaba a guardar sumisión de vasallo y prestar determinados servicios, obligaciones y toda genuflexión.

¿Una similitud? Cuando Amado Boudou -exvicepresidente de la Nación- se quedó con la imprenta Ciccone a través de la firma The Old Fund (súbita sociedad comercial sin trayectoria), inmediatamente facturó casi ocho millones de pesos por “asesorar” precisamente a la provincia de Formosa en su reestructuración de deuda con el Estado nacional. Boudou -entonces ministro de Economía- firmó una adenda ad-hoc al acuerdo original, permitiendo discrecionalmente regularizar este “asesoramiento” a Formosa.

Otra semejanza con prácticas de la Edad Media, es un infra o pseudofederalismo como solución transaccional a enfrentamientos e insatisfacciones civiles por insoportables desigualdades, desvíos de fondos públicos, corrupciones, privilegios, reconociéndose a poderes locales caudillistas sin espacio para autonomía plena de esos territorios; siempre a expensas del control financiero de la república, cuya “generosidad” está vinculada a la oscilación de considerar amigos o enemigos a dichos poderes locales.

Tales “debilidades o déficit institucionales” hacen que el poder real sea cuestión de unas minorías que actúan como verdaderos pretorianos y clanes clientelares que se benefician de ese acceso y control del poder, desde la fidelidad al liderazgo de los caudillos; todo ello con absoluto desprecio y desdén por indigentes y enfermos formoseños, casi diez mil ciudadanos varados prolongada e injustificadamente sin poder regresar a sus hogares hasta que un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación dispuso en noviembre último que se les garantizara esa posibilidad en 15 días hábiles; centros de aislamiento por covid-19, donde -entre otras sevicias- se obligaría inhumana y criminalmente a una convivencia promiscua entre personas con hisopados negativos y positivos; etc.

¿Cómo no comprender entonces que la sociedad civil formoseña esté harta y empobrecida?

Naturalmente eso desalienta y desactiva en los formoseños: asumir deberes cívicos, tener un proyecto, desarrollar una profesión o una empresa, lograr una vocación, tratar de comprender constructiva y solidariamente los acontecimientos. Sin ello, sobrevienen la desmotivación y la extrañeza ante cuanto les rodea.

La legitimidad formoseña es apenas formal, ya que la mayoría de la población está excluida de los beneficios del ordenamiento jurídico siendo testigos mudos de las luchas y asaltos al poder, por parte de un caudillo despótico apropiado del poder real provincial, desde el siglo pasado.

La vigencia y efectividad de tales normas es casi nula, su uso y abuso depende de una minoría que concentra el poder, todo ello permitido o tolerado por un constitucionalismo nacional no normativo, sino formal, ajeno a esa durísima realidad social provincial.

Urge regenerar democracia, república y política ¡siendo protagonistas! Solo así y recién entonces podremos visualizar, creer y reconstruir cooperativamente un horizonte democráticamente profundo y republicanamente substancial, que nos permita emancipar la política y consolidar la democracia, en tanto y en cuanto seamos capaces de ir restaurando en plenitud, ciudadanía y bien común para un buen vivir.

* Experto en cooperativismo


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