Francisco homenajeó al pueblo mapuche y pidió dejar enfrentamientos

El pontífice destacó el sufrimiento y las injusticias cometidas por siglos, pero condenó con fuerza a quienes usan la violencia para sus fines, ante más de 150.000 fieles que lo ovacionaron.

“Mari, mari. Küme tünngün ta niemün (Buenos días. La Paz esté con ustedes)”, fueron las primeras palabras del papa Francisco al comenzar la misa que encabezó en el aeródromo Maquehue de Temuco frente a 150 mil personas. Antes, algunos representantes del pueblo mapuche vestidos con su ropa tradicional y empuñando su kultrun, tambores y trutrucas, realizaron una pequeña ceremonia. Él los escuchó reflexivo con los ojos llenos de paz y esas primeras acciones marcaron el foco de la visita en el sur.

La gran mayoría de las personas reunidas aplaudió su saludo y lo renovó cuando mencionó “a los demás pueblos originarios que viven en estas tierras australes: rapanui (Isla de Pascua), aymara, quechua, atacameños y tantos otros”, que constituyen el diez por ciento de la población de Chile. “¡Francisco, amigo, el sur está contigo!” coreaba la multitud que colmaba el predio. Entre ellos, había unos pocos ciudadanos argentinos, de otras regiones cercanas a la Araucanía y una gran mayoría de Temuco.

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En el predio A2, Felicinda Millaqueo, de rodillas sobre el piso de cemento escuchaba atenta lo que decía el Santo padre. También saludaba en mapudungun y decía con orgullo que ella es mapuche. “Nací en Chile, y me crié en el campo tejiendo y criando chanchos. Antes era más bonito, porque la gente sembraba y en esta época cosechábamos. Ahora la gente está trabajando en pueblo o estudian”, decía. Mientras revisaba en su bolso para buscar una sopaipilla, ella agradecía porque “este Papa ruega a Dios para que haya paz, no peleas y eso nos gusta. A veces hay maldad y es otra gente la que hace daño”.

La Araucanía representa el corazón del conflicto indígena en Chile. Allí en los últimos días hubo varias quemas de iglesias y algunos se lo atribuyeron a facciones mapuches radicales.

Minutos antes que llegara el papa, en otro sector del predio, Liset Maripill, de Padre de las Casas, hacía flamear su bandera mapuche y expresaba que no compartía lo que hacen “pero entiendo la desesperación de los mapuches, que sienten que no los tienen en cuenta, que no les dan respuesta”, respondía. Luego, juraba que no estaba de acuerdo con esas formas, y que su presencia en esa misa lo demostraba.

Mientras el papa daba su discurso, todos los fieles guardaban silencio. La mayoría de ellos habían pasado la noche allí, con frío. Minutos antes que llegara el sacerdote, el sol había comenzado a caer sobre ellos, dejándolos aletargados. Desde sus lugares inmóviles oían que Francisco explicaba, que sobre ese suelo que pisaban, habían muerto muchas personas de manera injusta.

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El papa destacó que en el lugar “tuvieron lugar graves violaciones a los derechos humanos”. “Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias”, decía. Luego, con su tono monocorde, pidió un minuto de silencio y por el predio corrió un aire fresco que conmovió.

En otro tramo importante de la misa, el papa llamó a los hombres la unidad “que no es un simulacro de integración forzada”, ni “una uniformidad asfixiante que nace del predominio y la fuerza del más fuerte”, sino “una unidad que reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra”, dijo.

Unos minutos después Emanuel, un migrante de Haití se fundía en un abrazo con una Carolina Sandoval, una chilena de Temuco, para darle la paz. Contaba que tuvo que ir a Chile en busca de trabajo y que desea que la igualdad, sea posible en todos los países. A su vez, mostraba su confianza en el papa argentino. “Cuando me enteré que él llegaba me puse muy feliz. Y dije que iría a decirle gracias donde estuviera”, contaba.

En este sentido, para Carolina, la unión y la falta de discriminación en esa parte de Chile, es una deuda pendiente. “Creo que debemos aprender a tolerar al otro y acercarnos más a los pobres, como dice el Santo Padre”, decía.

Mientras tanto, Francisco remataba que la unidad que los pueblos “necesita y reclama que nos escuchemos”. E identificaba a la solidaridad como “la única arma que tenemos contra la deforestación de la esperanza”.

Por otra parte, el viaje de Francisco a Temuco se produjo tras un encuentro el martes en Santiago con sobrevivientes de abusos clericales, en el que lloró con ellos y les pidió perdón por el “daño irreparable” que habían sufrido. Es la segunda ocasión en la que se reúne con víctimas. Esta misa se concretó en medio de la indignación en Chile por un escándalo en torno a un sacerdote pedófilo y cómo la iglesia ocultó sus crímenes durante años.

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En medio del predio, Beatriz Maidana, de Neuquén, decía que lo que más le gustaba de este papa es “que se la juega”. “No le tiene miedo, y si tienen que denunciar estos temas va al frente. Eso creo que es lo que más nos representa. Creo que era muy necesario hacer lo que hizo con estos sacerdotes”.

Como mensaje final, el papa rechazó toda forma de violencia que destruye y mata y lleva a la frustración de acuerdos que quedan en la nada.

“Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, todo quema, dejando a su paso sólo esterilidad y desolación. Busquemos, en cambio, el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz”, exhortó, y los fieles agradecieron con un gran aplauso.

“Este papa ruega a Dios para que haya paz, no peleas, y eso nos gusta. A veces hay maldad y es otra gente la que hace daño”.

Felicinda Millaqueo (de rodillas), mapuche y residente en Temuco.

“Cuando me enteré que él llegaba me puse muy feliz.

Y dije que iría a decirle gracias

donde estuviera”.

Emanuel (a la derecha), inmigrante haitiano en Chile.

“Este papa no le tiene miedo, y si tienen que denunciar estos temas va al frente. Eso creo que es lo que más nos representa”.

Beatriz Maidana (detrás de la bandera, al centro), de Neuquén.

Pasajes destacados

del mensaje en Temuco

“Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar”, citó el pontífice a la chilena Violeta Parra, al aludir a la situación del pueblo mapuche en su breve homilía de 15 minutos.

Ensalzó el concepto de “Küme Mongen”, que en la cosmogonía mapuche se refiere al buen vivir y a la armonía con el entorno.

“Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o culturas inferiores”, manifestó .

“Aquí tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos”, recordó el pontífice sobre el recinto de Maquehue, usado como centro de detención clandestino en la dictadura de Pinochet.

“No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único (que) despierta es mayor violencia y división. Más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación, terminan amenazándolos”, destacó el pontífice .

“La violencia vuelve mentirosa la causa más justa” , agregó el papa.

habitantes de origen mapuche tiene Chile, la mayoría de ellos concentrados en la Región de la Araucanía.

700.000

150.000

fieles repletaron el Aeródromo de Maquehue, una buena cantidad, aunque lejos de los 400.000 previstos como máxima concurrencia.

Datos

“Este papa ruega a Dios para que haya paz, no peleas, y eso nos gusta. A veces hay maldad y es otra gente la que hace daño”.
“Cuando me enteré que él llegaba me puse muy feliz.
Y dije que iría a decirle gracias
donde estuviera”.
“Este papa no le tiene miedo, y si tienen que denunciar estos temas va al frente. Eso creo que es lo que más nos representa”.

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