Fuego y carencias

El verano comenzó con importantes incendios forestales y de campos, tanto en Río Negro como en Neuquén, desnudando carencias de bomberos y fallas en la coordinación para su combate, mientras los expertos aseguran que las condiciones climáticas y de la vegetación aconsejan extremar la prevención y vigilancia.

En la zona cordillerana de la Patagonia se vivió un invierno con abundante nieve y una primavera húmeda, lo que favoreció a la vegetación de todo tipo. Se combina con un verano de altas temperaturas y seco, elevando el riesgo de incendios. Algo similar ha ocurrido en los campos y la estepa, donde pastos y arbustos secos son combustible ideal para generar focos al menor incidente.

Pese a la incidencia de factores naturales, como las tormentas eléctricas, o fortuitos, como la chispa de una formación de tren, la mayor proporción de incendios es por negligencia humana.

Nuestras zonas de bosques y estepas han estado desde hace miles de años “programadas” para arder cada cierta cantidad de años, un mecanismo natural de renovación de vegetación y vida silvestre. Sin embargo, a la naturaleza se suman el avance de la frontera agrícola, la explotación comercial y urbanización de espacios forestales y otras actividades humanas que inciden en el cambio climático.

Antes la Amazonia y ahora en Australia muestran cómo el cambio climático genera eventos extremos. Nuestra región no es ajena, aunque en otra escala. Aumentos de temperatura, largas sequías, mayor incidencia de tormentas eléctricas e intensos vendavales incrementan el riesgo.

En Río Negro, en diciembre, bomberos y personal del Splif debieron combatir más de 50 focos en el noroeste de la provincia, que afectaron unas 28.000 hectáreas, en las zonas ganaderas de Río Colorado y Valle Medio fronterizas con La Pampa. El más importante fue el que afectó a la zona de Las Grutas. Según estima el INTA, hay unas 500.000 hectáreas con alto nivel de riesgo en la franja del sudoeste de Buenos Aires y Río Negro, con mucho vegetal seco en zonas a menudo inaccesibles y con baja provisión de agua. En la cordillera, hubo 19 siniestros que afectaron pocas hectáreas, pero con gran riesgo latente. En Neuquén, los bomberos y las brigadas del Plan Provincial de Manejo del Fuego realizaron entre 200 y 300 intervenciones en zonas rurales el año pasado, muchos incendios de pastizales en zonas aledañas a chacras del Alto Valle y más de 14 focos en los últimos días de 2019 en la zona de cordillera y precordillera.

Pese a la incidencia de factores naturales, como las tormentas eléctricas, o fortuitos, como la chispa de una formación de tren en el caso de Las Grutas, la mayor proporción del fuego se produce por negligencia humana. Quemas descontroladas de pastizales, fuegos mal apagados de turistas, colillas de cigarrillo, chacras y campos sin tareas culturales ni desmalezamiento por la crisis, entre otros, inician las llamas.

Y si bien en los últimos años se ha mejorado la infraestructura y equipamiento de las brigadas contra incendios con la provisión de aviones de vigilancia, hidrantes y helicópteros, aún persisten deficiencias de equipamiento, coordinación y comunicaciones internas, como mostró el reciente incendio en las islas de Guerrico. En Río Negro existe una marcada diferencia entre los recursos, equipos, acceso a capacitación y nivel de responsabilidad entre los equipos del Splif y los bomberos voluntarios, que actúan juntos. La Provincia mantiene una inexplicable deuda de más de 50 millones de pesos con los bomberos, por diferencias en la rendición de cuentas de unas pocas asociaciones. Sus pares de Neuquén señalan que los fondos de la ley 3075, si bien en 2019 les aportaron 20 millones de pesos, no alcanzan para cubrir los requerimientos actuales, en medio de la suba de combustibles y de los insumos, muchos importados. A nivel nacional, se suma el reclamo de una ART, para cubrir riesgos de accidentes, aún pendiente en el Congreso.

Sin dudas, el cambio climático y la negligencia humana han elevado el riesgo de incendios en nuestra región. Incrementar la prevención, revisar modelos productivos y de relación con la naturaleza, además de mejorar la infraestructura y coordinación entre brigadas, bomberos, productores y ciudadanos son vitales para evitar mayores daños y vidas en riesgo.


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios