Gracias a la vida y a las vacunas

Me acuerdo cuando éramos chicos, que en el país se vivía con terror por la epidemia de polio. Yo como cualquier pibe , era inquieto, enamorado de la pelota y jugaba todos los días.

Una tarde ( tendría 7 u 8 años) volví del colegio muy cansado y me dolían las piernas. Inocentemente se lo dije a mamá, que entró en pánico. Cuando llegó papá llamaron a un médico que vino a casa, me revisó e hizo una prueba: levantó mis piernas una a la vez y las dejó caer.

Entonces sonrió y le dijo a mis padres que no era nada, solo estaba molido de la palma.

Esa sonrisa contagió a mis viejos. Al poco tiempo llegó la Sabin Oral y nos daban en el colegio el terroncito de azúcar embebido en el suero de la vacuna.

Relato todo esto, porque desde esa edad, la palabra “vacuna” para mí ha sido mágica: un sinónimo de vida, alivio, salud, cura, protección.

Hoy mi mujer Ana María y yo nos vacunamos. Precisamente, bajo el escudo protector del número mágico. En el Hospital Italiano, al que amo porque me salvaron la vida, años atrás.

Comparto estas simples líneas para expresar gratitud hacia seres humanos que frente a flagelos como la polio, la viruela, el sarampión, el tifus, la tuberculosis, la difteria y hoy el covid brindan su capacidad para el desarrollo de vacunas, es decir para mensajeras portadoras de vida. Siento gratitud por quienes las crearon y las desarrollaron; por quienes las trajeron al país; por quienes nos avisaron para poder aplicárnoslas y por la gordita amorosa que, con una sonrisa en su rostro, me aplicó hoy la vacuna. Es la Sputnik V.

Siempre me reconocí como un hombre sensible.

Abrazos.

Emilio Salgueiro

Promoción XXII LNMAB

Cipolletti


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