Grieta, escrache, reperfilar… ¿Qué quieren decir en lenguaje político?

En épocas de elecciones, vale la pena comprender algunas metáforas y eufemismos que suelen repetirse y muchas veces tienen un significado muy particular.

En año de elecciones, y en un país donde la política se vive tan fervientemente como es nuestro caso, solemos repetir algunas frases metafóricas con mucha frecuencia.


Si bien en líneas generales solemos entender el significado de estas expresiones, no podemos soslayar el hecho de que en su acepción estrictamente académica, estas palabras remiten a otra situación.

La famosa “grieta” es quizás una de las metáforas más conocidas. Sabemos que su significado real es una abertura en algún cuerpo sólido (la tierra, un elemento de madera o incluso la piel); pero en términos políticos, es un concepto utilizado para marcar la diferencia entre quienes están a favor y en contra de un partido político, un dirigente, una idea o un pensamiento.

Entendido el concepto, también podemos ejemplificar con “corralito”. Es un diminutivo de corral, pero desde el 2001 se utiliza el término para referirse a la a la restricción de la libre disposición de dinero en efectivo de plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorros impuesta por el gobierno en aquel momento. Se buscó destacar mediante una analogía la forma en que el Gobierno restringía una de las libertades esenciales de los usuarios de cualquier sistema bancario: la de poder sacar sus fondos en cualquier momento. Posteriormente y debido a la popularidad que adquirió el término, este se empezó a usar en todos los países de habla castellana para hacer referencia a la inmovilización de los depósitos realizada por el gobierno de cualquier país.

“Escrache” es una herida producida en la piel, pero es también el nombre dado en gran parte de Latinoamérica a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio, lugar de trabajo o en lugares públicos donde se reconozca a alguien a quien se quiere denunciar. Se trata de una palabra en jerga para referirse a un método de protesta basado en la acción directa, que tiene como fin que los reclamos se hagan públicos.


Sin embargo, la metáfora no es la única figura retórica usada en la política: también tenemos los eufemismos. Estos pretende suavizar la dureza de un concepto “difícil” con palabras neutras o positivas, generalmente para no dañar la imagen del político o para introducir una maniobra poco favorable.

Así podemos encontrar el uso de “pagos indebidos” para hacer referencia a la existencia -o no- de coimas. De la misma forma, si hablamos de “reperfilamiento de deuda”, en realidad hacemos referencia a un tecnicismo muy utilizado actualmente por los políticos argentinos, que implica modificar los plazos de pago respetando los montos de una deuda a pagar. Se aplica una modificación sobre los términos y condiciones de la deuda a pagar, ante la falta de solvencia y/o liquidez de la parte deudora.

Los “recortes estratégicos en gasto público” no son más que un sinónimo de despidos masivos, es decir, menos inversión en educación, sanidad e infraestructuras. Aquí queda perfectamente ejemplificado el hecho de una situación amarga que se ve suavizada por el uso de un adjetivo más positivo.

Si apuntamos a otros países, “Daños colaterales” (del inglés collateral damage) es un eufemismo utilizado para hacer más aceptable la pérdida de víctimas inocentes, de la misma manera que “devaluación competitiva de salarios” esconde una serie de medidas presentadas en Bruselas por el gobierno de España. Quizás en su momento se creyó que el uso del adjetivo «competitivo», generalmente asociado a conceptos positivos, haría menos amarga la baja de salarios.


“Migrationsmanagement” (alemán) hace referencia al reparto de migrantes entre regiones, pero parece que el concepto resulta menos áspero al utilizar el término «gestión».

Entre los eufemismos más llamativos y de los que más se abusa está la expresión crecimiento negativo. En realidad, el término «recesión» correspondería mejor a la situación que se pretende describir. Sin embargo, el uso de la palabra «crecimiento», aunque se asocie con «negativo», confiere una connotación menos violenta. Así podemos ver como la política utiliza el lenguaje como una herramienta clave.


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