Groenlandia, el valioso terreno que se derrite y quiere comprar Trump

En sus gélidas planicies, donde los glaciares se están derritiendo, la humanidad está librando la última batalla por luchar contra el calentamiento global.

David Holland, científico ambiental de la Universidad de Nueva York que está monitoreando el derretimiento de los glaciares en Groenlandia, lo llama “el fin de nuestro planeta”. Se refiere más a la ubicación geográfica del lugar que a su porvenir, pero en muchas maneras, es aquí donde el futuro atmosférico de nuestro mundo se está escribiendo.

Hace tanto calor , dentro de Círculo Ártico, que hace unos días, la gente se quitó su abrigo y Holland y sus colegas examinaron el hielo aguado sin necesitar guantes. En un poblado cercano llamado Kulusuk, la temperatura por la mañana era de 10,7 grados centígrados.

La capa de hielo sobre la cual está Holland tiene miles de años de antigüedad. En uno o dos años se derretirá, elevando más el nivel de las aguas a nivel mundial.

Uno de los lugares más afectados está en el sudeste de Groenlandia: Helheim, uno de los glaciares que más superficie ha perdido. El témpano se ha encogido en unos 10 kilómetros desde que un grupo de científicos lo visitó en el 2005.


Lo que está ocurriendo, dicen expertos, como el oceanógrafo de la NASA Josh Willis, es una combinación de cambio climático producido por la actividad humana y fenómenos meteorológicos naturales pero inusuales. Es cierto que los glaciares aquí se encogen en el verano y se ensanchan en invierno, pero nunca como ha ocurrido este año.

Summit Station, un campamento de científicos en una cima a 3.200 metros de altura en el norte de Groenlandia, estuvo por encima de la temperatura de congelamiento dos veces este año, para un total de 16 horas y media. Antes de ello, la estación estuvo por encima de esa temperatura sólo tres veces: una en el 2012 que duró seis horas y media, una en 1889 y una en la Edad Media.

Las temperaturas de este año se están acercando a las del 2012, el peor año en cuanto a derretimiento de hielo en Groenlandia, dicen científicos.

“Si uno se fija en las proyecciones climatológicas, lo que pronosticamos es un derretimiento de áreas más amplias de la capa de hielo, por períodos más extensos y con una mayor pérdida de masa”, expresó Tom Mote, experto climatológico de la Universidad de Georgia. “Hay razones para creer que años como este serán más comunes”.


Un satélite de la NASA halló que la capa de hielo en Groenlandia perdió unas 255.000 millones de toneladas métricas de hielo por año entre el 2003 y el 2016, y que la tendencia fue gradualmente empeorando. Casi todos los 28 glaciares de Groenlandia medidos por la científica danesa Ruth Mottram están perdiendo terreno, especialmente Helheim.

Helheim está cubierto de una vasta superficie helada entre montañas que ahora no tienen hielo pero en el invierno quedan cubiertas. Tales montañas miden entre 70 y 100 metros. A su lado están los vestigios de Helheim formando una imagen de terrenos accidentados con diversas formas y texturas. En algunos lugares se han formado charcos, de un color azul casi fosforescente.

“La formación de una capa de hielo tarda mucho tiempo, miles y miles de años, pero romperla tarda poco”, dice Holland.

Holland, al igual que Willis de la NASA, sospecha que el agua que viene en parte del Golfo de México está teniente un rol antes insospechado en el derretimiento de Groenlandia. Y si es así, son malas noticias para el planeta porque implica un derretimiento mayor y más rápido, y en consecuencia, un mayor nivel del agua. Willis calcula que para el 2100, Groenlandia habrá vertido más de un metro al nivel del mar del planeta.


2019, el año de mayor evaporación


Este año el verano ha sido particularmente portentoso para Groenlandia, con un calor sin precedentes. Para fines del verano unas 440.000 millones de toneladas de hielo se habrán evaporado o se habrán desplomado en el mar, calculan científicos. Para tener una idea: esa cantidad de agua serviría para inundar toda Grecia en 35 centímetros bajo la superficie.

En sólo cinco días, del 31 de julio al 3 de agosto, se derritieron más de 58.000 millones de toneladas, un aumento de 40.000 millones de toneladas con respecto al promedio para esta época.


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