Hay que administrar el mercado cambiario ya

Darío Tropeano*


Es imprescindible frente a la escasez de dólares establecer controles cambiarios para aminorar la sangría de cada día. Y reimplantar la liquidación de exportaciones, eliminadas en el 2017.


Reiterado el ciclo histórico de desfinanciamiento público y endeudamiento en moneda extranjera, facilitando la fuga de capitales, desindustrialización, pobreza y subdesarrollo (Martínez de Hoz , Menem-Cavallo-Alianza y gestión actual), la República Argentina se debate en una nueva fase de crisis. Nos llevará varios años reconstruir el tejido económico y social afectado por un deterioro que aún no acabó.

Como lo reiteramos hasta el cansancio en estas páginas desde antes del proceso eleccionario del 2015, endeudarnos en dólares (una mercadería que no producidos y que hasta hoy domina el comercio mundial) desaprensivamente nos iba a conducir solo al empobrecimiento y al condicionamiento externo. No desarrollarnos, no tecnología, no industria; sí a la exportación de materias primas y bajos salarios.

De eso se trata la geopolítica mundial que impone un Occidente menguante, y en eso estamos desde los albores de la Argentina. Por supuesto tiene que haber argentinos que avalen ese esquema de inserción del país en el mundo, la llamada división internacional del trabajo, que establece qué produce y a qué costo cada país.

Advertíamos en 2015 que endeudarnos en dólares (una mercadería que no producidos y que hasta hoy domina el comercio mundial) desaprensivamente nos iba a conducir solo al empobrecimiento y al condicionamiento externo.

La actual etapa nos ha colocado en una emergencia superlativa: en pocas horas (después de las PASO) las grandes mayorías descubrieron que en realidad “no había primer mundo” sino que la situación era muy delicada, diríamos gravísima. Despertados entonces del hechizo, urge reconstruir los cimientos del sistema financiero y económico argentino, luego de haber vaciado las arcas públicas. De eso se trata la insolvencia, “el default” , la “imposibilidad de pago“ o las “escasas reservas del Banco Central“.

Esa es la situación real y actual que nos dejó esta nueva ronda histórica de endeudamiento.

Con otros peligros al acecho, que por prudencia es preferible no tratar por el momento, en tanto los delicados antecedentes históricos de nuestro país.

Es imprescindible frente a la escasez de dólares (en los medios especializados se dice que si el FMI no pone la cuota de u$s 5.400 de septiembre Argentina afrontaría gravísimas situaciones) establecer controles cambiarios para aminorar la sangría de dólares que salen del país cada día (no son los pequeños y medianos ahorristas los que provocan la desestabilización). Y no solo eso, hay que reconstruir la dotación de dólares reimplementando la liquidación de exportaciones, dado que la actual gestión las eliminó en el 2017.

Ya fue explicado con claridad desde estas páginas pero se reitera: quien exporta bienes, servicios o materias primas no tiene obligación de liquidar en el Banco Central las divisas (dólares, euros) que cobra por esa exportación. No ingresan al país, los exportadores pueden dejarlos afuera. Pero además, al asumir la actual gestión devaluó la moneda un 40% y eliminó las retenciones a las exportaciones de granos, mejorando la rentabilidad del sector (más pesos por cada dólar recibido) y más ganancias aún por la eliminación de retenciones, es decir, menos ingresos fiscales en dólares.

Me pregunto: ¿cómo no se iba a desfinanciar el Estado con semejantes medidas? ¿Cómo no iba a recibir menos dólares el BCRA para atender los gastos por turismo, importaciones, pago de deuda, etc.? Ante ese bache de dólares, la medida salvadora: endeudamiento, en dólares y en pesos (Lebac, Leliq) tasas de interés disparatadas, inflación y las demás consecuencias conocidas.

¿Cómo es posible que aún hoy un especulador internacional ingrese dólares el lunes al Banco Central y los retire el viernes si quiere? ¿Qué balanza de pagos de un país con esas medidas adoptadas y con las características de una economía como la nuestra puede aguantar semejante cosa?

La historia argentina está marcada por problemas en la balanza de pagos ya que su estructura productiva muestra una clara dependencia de las importaciones: insumos, servicios, maquinarias. Ellas son necesarias para producir, generar empleo y desarrollarnos.

Pero además necesitamos dólares para pagar deudas: la renegociada (2005) que dejó el tándem Martínez de Hoz, Menem, Cavallo, la Alianza y los aproximadamente u$s 150.000 millones que nos deja ésta. Para eso resulta fundamental dotarnos de los dólares necesarios.

La fuga de capitales además (dólares que salen del sistema financiero argentino) fue récord histórico en el 2018 (u$s 27.230 millones, fuente BCRA) lo cual indica que es necesario imponer un control administrado al ingreso y salida de divisas (con tiempo de carencia de por lo menos un año para el inversores extranjeros y encajes de un porcentaje, es decir inmovilizar una parte de ellos en el BCRA), como así también a la cantidad de moneda extranjera que puede adquirirse mensualmente.

Es imprescindible que la autoridad monetaria administre gradualmente un tipo de cambio competitivo para dinamizar las exportaciones y promover la inversión interna y externa, pero la real, la que produce bienes y servicios, que promueva el ingreso de divisas. Y además, por cierto, es imprescindible instrumentar un esquema de retenciones móviles y razonables, a valor dólar, la moneda de exportación del producto.

Si no se instrumentan estos cambios, las expectativas de muchos millones que votaron -y los que no votaron- a la coalición triunfante se verán rápidamente diluidas por un círculo histórico que repetirá la frustración de un país muy rico, que nunca termina de asomar.

*Abogado, docente de la Facultad de Economía (UNC)


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