Historias detrás del mejor pan

El “Festival del Mate y el Pan Casero” volvió a reunir en Las Ovejas, el fin de semana pasado a expertos en el arte del amasado, que se llevaron sus premios. Pero Juana Merino y Nilda Díaz, que ganó el primer puesto, contaron cómo llegaron, por necesidad, a convertirse en expertas de este producto.

Juana Merino es la cuarta de 6 hermanos de la primera pareja de su papá. Es nacida en Las Ovejas, hace 56 años. Una mujer que hace del pueblo un templo panadero. Conocida como ‘Juanita’, sus manos son su principal herramienta de trabajo y sus marcas cuentan su historia: sufrimiento, alegrías, incansable trabajo, hijos, nietos, artesanías, comidas caseras, tristezas, enfermedades.


Sus manos amasaron artesanías caseras el pasado fin de semana en el II Festival del Mate y el Pan Casero en el norte neuquino. Participó del concurso al mejor pan casero en el que competían cuatro categorías: saborizado, dulce o con “betún”, con chicharrones, y el pan tradicional. La mujer en una demostración en vivo, junto a una compañera, elaboró el pan dulce y con chicharrones que luego degustaría el jurado para la evaluación final, además de las torta fritas para que luego, los presentes acompañaran con manteca y salame.


Mucha gente se acercaba a la cocina para comprarle alguna de esas variedades. En cada movimiento dentro del festival, su sencillez y simpatía resaltó por sobre todo su pasado.
Tiene 9 nietos y 5 hijos. Su niñez y vida cambió radicalmente el día que su madre falleció. La rutina y el trato en el seno familiar paso de ser amoroso, comprensivo y sencillo, a ser agresivo, sufrido y poco agradable.
Según relató, su padre, al poco tiempo de quedar viudo, se juntó con una mujer que también tenía hijos con otra pareja. “Ella prefería a sus hijos, y para nosotros nada”. Su padre tuvo 14 hijos.
“Éramos pobres. Ahora no somos ricos pero tenemos para comer; antes no teníamos ni para comer, y la mujer de mi papá no nos daba de comer”, contó. “Cuando había comida, lo único que teníamos era sopa de harina con chicharrones, porotos con trigo, ñaco o avena por ejemplo”. Lo que tenían era parte de las plantaciones que el padre tenía.


A los diez años, la pequeña Juanita tuvo que irse a vivir a Zapala con una tía paterna. “Fue porque mi madrasta le decía cosas a mi papá de nosotros, la pasamos muy mal”. En ese lugar, aquella niña pudo hacer sólo hasta tercer grado y también trabajaba: cuidaba niños o trabajaba en la huerta de su tía.


A los 17 años, con ayuda de sus hermanos, volvió al pueblo en el que nació y allí conoció al padre de sus hijos. Una relación que se cimentó con golpes y agresiones verbales, que la remitieron a su pasado. “Lo soporté por mis hijos, porque yo no los podía mantener sola y además porque él me amenazaba con que algo les iba a pasar si lo dejaba”, narró mientras lloraba.


Apoyada en la mesada, con el repasador en el hombro y esperando que el pan con chicharrones se cocine, continuó: “Ahora estoy en pareja con un hombre que es re compañero y respeta a mis hijos, y le dije que no iba a soportar que me levantara la mano”.

Nietos y Newcom, más allá de la harina

Juanita cuida a 3 de sus 9 nietos. Antes trabajaba en una empresa, desde las 6 hasta las 14. “Cocinábamos para los hombres que trabajaban en el campo, amasábamos 25 kilos de pan por día”, detalló.
Además, practica Newcom (voley adaptado para adultos mayores) y, en un concurso demostró sus habilidades para bailar cueca y folclore.
En Las Ovejas, logró el segundo puesto en dos categorías: pan con chicharrones y pan dulce o con “betún”, de los que no quedó ninguno.

La historia de Nilda: “Con esto le dí el estudio a mis dos hijas, puse gas, y salí adelante”

El fin de semana pasado se realizó el “Festival del Mate y el Pan Casero” en Las Ovejas, un pueblo ubicado en el norte neuquino a 312 kilómetros de Zapala por Ruta Nacional 40.
Nilda Díaz (64), la única participante de Buta Ranquil , fue la ganadora del pan casero tradicional y su historia conmovió a todos. “Le quiero agradecer a mi yerno porque él fue el que me inscribió; aunque yo no me sentía preparada”, dijo con lágrimas en sus ojos.
Al recibir su premio, contó que luego de separarse de su esposo, “me quedé casi sin nada, no tenía un sueldo”, por lo que se dedicó a vender pan casero en un carrito con viento, frío o calor.
“Con eso le dí el estudio a mis dos hijas, puse gas, pude terminar mi casa; y salí adelante”, dijo. Amasar con amor es la clave de su receta ganadora. “Uso harina, levadura, sal -sin que se mezcle con la levadur-, un poquitito de grasa, aceite para amasar y margarina. Y lo amaso con amor”, detallo emocionada.
Recibieron premio los segundos y primeros premios de los cuatro tipos de pan. El primer lugar se llevó 5 mil pesos y el segundo ganó 3 mil.
En el concurso de mate dulce o amargo, en el que participaron 8 vecinos, los premios fueron vouchers para 4 meriendas y 5 cenas para dos personas.


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