Jugar al fútbol entre bombas

Niños y guerra

Utilizan restos de cohetes para marcar los arcos del fútbol, automóviles abandonados son sus islas del tesoro, y en su mundo la guerra es un juego: los niños sirios son los rehenes de un conflicto que los ha forzado a banalizar la muerte y la violencia, aseguran habitantes y militantes. En la vieja ciudad de Homs, asediada por el ejército regular sirio, los niños juegan a la guerra entre rebeldes y soldados, utilizando ocras como municiones y berenjenas como granadas. Um Mohamed, afirma que sus niños, de los que el mayor tiene apenas nueve años, ya no tienen más miedo del estruendo de las bombas ni de las balas y que manipulan los restos de obuses como simples juguetes. “A veces se despiertan en la noche, en llanto. Ningún niño debería ver lo que ellos ven”, deplora. Para los adolescentes es todavía peor. En Alepo hay varios adolescentes, armados con fusiles, participando en combates. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), más de 1.300 niños han muerto en los 17 meses de violencia y 698 niños han pasado por las cárceles. Los niños que han sufrido la violencia directa o indirectamente desarrollan un alto nivel de resistencia que sirve al mismo tiempo como coraza psicológica contra el horror, pero al mismo tiempo los lleva a aceptar como normal algo que no lo es. “Mi sobrino tiene siete años pero se comporta como un adulto”, dijo Omar, que envía a su sobrino a inspeccionar las calles para verificar la proximidad o no de las fuerzas de seguridad. “Como tío, me pone triste ver que ha perdido su juventud”, dijo. La psicóloga Lina Issa, basada en el Líbano, trabaja con sirios refugiados en el país. “La muerte se ha convertido en algo muy normal para numerosos niños, no es así que deberían crecer”, dijo. Un video muestra una niña herida por una bala, llorando en los brazos de su padre en Alepo, aunque le asegura al médico que la atiende: “estoy bien, estoy bien”. (AFP)


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