Cayó con dos kilos de cocaína en Río Colorado y el caso llegó a juicio en Roca: qué dijeron en los alegatos

El debate oral y público contra el imputado por tráfico de drogas se inició en Roca. Fiscalía y las defensoras hablaron de la génesis de la investigación a partir de una denuncia anónima y los detalles del procedimiento.

El Tribunal Oral Federal de General Roca inició el debate oral y público contra Óscar Flores Solís, acusado de tráfico de estupefacientes en la modalidad de transporte. El caso se centró en el secuestro de dos «panes» de cocaína hallados en un colectivo de larga distancia en el puesto de control sobre la Ruta 22 en Río Colorado.

La primera jornada de juicio, con alegatos de apertura de las partes y la declaración de dos efectivos de la División Toxicomanía, comenzó a desentramar un hecho con dos miradas contrapuestas.


Los alegatos del fiscal del caso


El fiscal Sebastián Gallardo inauguró la audiencia con sus alegatos de apertura, presentando la acusación contra Óscar Flores Solís, un ciudadano de nacionalidad boliviana, por el transporte de cocaína desde la ciudad de Ezeiza hasta Río Colorado.

Gallardo señaló que se trata de «un hecho sencillo, pero no menos importante para este Ministerio Público Fiscal», destacando que la droga incautada, de casi 2 kg de peso, tenía el «logo del delfín de un cártel conocido», y su introducción en la región fue evitada gracias a la intervención policial.

El acusador detalló cómo la Fiscalía planea demostrar la culpabilidad de Flores Solís. Explicó que el imputado partió de Ezeiza el 14 de diciembre a bordo de un micro de una empresa de transporte de pasajeros, llevando consigo dos mochilas: una negra y una gris.

Fue en la mochila gris donde se encontraron «los casi 2 kg de cocaína con estas características que señalé, con el logo del delfín, envuelta en cinta amarilla». El hecho fue frustrado en la madrugada del día 15 en Río Colorado, donde personal de Toxicomanía, con la ayuda de un can detector, interceptó el micro.

No fue un control de rutina, sino el resultado de una investigación previa, y la droga fue hallada «sobre la butaca que tenía asignada por su pasaje, la butaca 36, sobre el compartimento superior de esta butaca, una mochila gris que nadie reconocía».

Enfatizó que el procedimiento «no fue un procedimiento casual de rutina en ruta, sino que fue una investigación que en este Ministerio Público Fiscal inició con anterioridad». Esta iniciativa partió de una «denuncia anónima» recibida el 10 de diciembre de 2024, de una mujer que prefirió no revelar su identidad por seguridad. La informante había recibido datos de un pariente detenido en la Unidad Federal 5 de General Roca, quien alertaba sobre la inminente realización de un transporte de droga a la jurisdicción.

La sumatoria de las evidencias recabadas, incluyendo intercambio de información con el Servicio Penitenciario Federal y la Secretaría de Narcocriminalidad, «permitió comprobar la mayor parte, casi en su totalidad, esta denuncia inicial» e identificar a Flores Solís como el transportista.

Para probar la secuencia de los hechos, Gallardo dijo que la Fiscalía presentará el testimonio de la fuerza de prevención, incluido el jefe de Toxicomanía y el guía del can detector. Se solicitó a los jueces prestar «especial atención a dos momentos»: el primero, las testimoniales de los choferes del colectivo, quienes recibieron a Flores Solís y lo vieron ascender «con ambas mochilas».

El segundo momento clave serán los testimonios de un matrimonio que, al intercambiar asientos, verificará que la mochila gris no fue retirada de la butaca 36. Además, se sumarán las pericias de Gendarmería Nacional, que confirmaron la naturaleza de la sustancia: «1 kg 995 g de cocaína con una pureza del 83% y capaz de producir 16 495 dosis umbrales».

Para cerrar la acusación, la Fiscalía presentará el análisis del teléfono celular secuestrado al imputado. Integrantes del organismo especializado explicarán el procedimiento tecnológico para acceder a la información del teléfono.

Además, miembros de Toxicomanía local declararán que el análisis de la información obtenida reveló que Flores Solís, «antes de los viajes, visitaba páginas relacionadas con procedimientos en ruta de estupefacientes».

Con todo este cúmulo de pruebas, la Fiscalía busca demostrar la «intervención que tuvo el imputado y su responsabilidad penal» y solicitará la condena por el delito de «transporte de estupefacientes», encuadrado en el artículo 5, inciso C de la Ley 23.737, en calidad de autor.


Cómo fueron los alegatos de la defensora


Los alegatos de apertura de la defensa oficial, a cargo de Sabrina Ascani Torres y Celia Delgado, centró su estrategia en denunciar la «teoría de investigación y procedimiento ilícitos» de la Fiscalía y la policía, señalando que los jueces que intervinieron previamente en la causa los remitieron a esta etapa para plantear dichas nulidades.

La defensa identificó al asistido como «el hijo de Óscar» –Emeterio Flores Caballero–, quien sí tiene una condena por transporte de estupefacientes, pero enfatizó que su defendido «solo tiene antecedentes de trabajo» y que este es su «primer contacto vital que tiene con una causa penal».

Cuestionó la génesis de la investigación, que supuestamente partió de una denuncia anónima hecha a un policía de civil sobre un dato genérico recibido en la Unidad Pena 5 de Roca. A partir de esa información inicial, la defensa afirmó que la Fiscalía dirigió su atención específicamente a la familia de Emeterio Flores Caballero y que investigó a más de nueve miembros sin notificarlos, incumpliendo el Artículo 253 del Código Procesal Penal Federal.

«La policía actuó sin urgencia y sin control judicial», denunció la defensora al describir el operativo montado en Río Colorado. Según el relato de la defensa, la policía interceptó el colectivo a las 3 de la mañana, hizo descender a unos 60 pasajeros al costado de la ruta y utilizó un can detector, pero la orden de requisa judicial no se obtuvo hasta las 5 de la mañana, período en el cual el despliegue policial se desarrolló de manera ilegal, viciando la prueba.

La defensa sostuvo que la Fiscalía no podrá probar una conexión directa entre Óscar Flores Solís y la mochila gris que contenía la droga. Subrayaron que en la mochila gris no se detectaron huellas, rastros textiles ni ADN que correspondieran a su defendido ni a los otros pasajeros.

Además, cuestionaron lo que la Fiscalía «no hizo» y «no quiso mostrar». Acusaron al MPF de no haber despejado otras líneas de investigación, como la vinculada a otros sospechosos. Más importante aún, señalaron que la Fiscalía omitió presentar evidencia desincriminante que ellos mismos encargaron, como el allanamiento en el domicilio de Óscar en Esteban Echeverría, que tuvo «resultado negativo», y un informe de Gendarmería sobre su teléfono celular que «no encontró ningún punto de conexión de Óscar con este caso».

El alegato concluyó exponiendo la trayectoria del imputado, buscando desvincularlo de cualquier organización criminal. La defensora afirmó que Óscar Flores Solís «es mucho más que el hijo de», destacando que tiene 31 años y más de 11 años de empleo registrado en empresas de la construcción, haciendo una carrera desde ayudante hasta oficial especializado en obra fina. La defensa probará que la rutina diaria de Óscar en diciembre de 2024 (fecha del hecho) implicaba levantarse a las 5 de la mañana para trabajar de 8:00 a 18:00 horas, con una rutina que «no hay droga».

Finalmente, la defensa garantizó que el imputado, quien «está en libertad desde diciembre del año pasado por una decisión que confirmó la Cámara Federal de Casación Penal» y se presentó en más de 30 controles semanales en la comisaría, será absuelto. «Ustedes no van a tener prueba lícita para sostener un veredicto de culpabilidad de Óscar», y por ello solicitarán la «absolución de Oscar Flores Solís».


El origen: una denuncia anónima


Un sargento de la División Toxicomanía fue uno de los testigos en relatar los hechos. Aseguró que la investigación se activó el 10 de diciembre de 2024, a las 22:00, con la llegada de una mujer anónima a la sede policial.

La informante, que no quiso firmar ni dar sus datos por temor a represalias, refirió que un interno de la Unidad Penal 5 de General Roca estaría coordinando el ingreso de droga. Los datos clave de la denuncia apuntaban a que el interno era extranjero, trabajaba en el sector «cocina» del penal, y había recibido una visita de su progenitor el 8 de diciembre.

Sin embargo, el contrainterrogatorio de la defensa demostró que la comisión policial recibió luego informes del Servicio Penitenciario Federal (SPF) que contradecían las características del denunciado.

Expresaron que , Santiago Flores Solís, identificado luego como el supuesto coordinador, no había recibido visitas el fin de semana previo, ni trabajaba en la cocina, sino en «mantenimiento en pabellón». Esta inconsistencia fue el primer punto de fricción en el debate, ya que, pese a los datos considerados erróneos por la defensa, la pesquisa se «direcciónó» de manera exclusiva hacia la familia Flores Solís, descartando incluso a otro interno que el SPF había señalado como posible sospechoso.


La planificación del operativo y la orden por audio


El jefe de la comisión investigativa de Toxicomanía brindó detalles sobre la planificación del operativo que culminó con el secuestro. El funcionario confirmó que, tras el informe del SPF, la investigación se centró en la familia. Se solicitó información a la Senac que, finalmente, permitió detectar el pasaje de Óscar Flores Solís (familiar de Santiago) desde Buenos Aires a Río Colorado con un pasaje de regreso para el mismo día. Este dato fue importante para que la comisión viajara más de 300 km hasta el puesto de control de Río Colorado.

Uno de los aspectos más sobresalientes fue la orden de requisa. El oficial explicó que, una vez que el colectivo fue detenido y el can detector de narcóticos marcó de forma positiva una mochila negra (de la que se hizo cargo Flores Solís) y una mochila gris (encontrada en la butaca N.º 36), se solicitó la orden de requisa al Juzgado Federal.


El marcaje del can y las dudas de la defensa


El relato de los efectivos sobre el momento del secuestro fue riguroso: el can adiestrado realizó un doble marcaje, primero sobre una mochila negra (propiedad de Flores Solís, donde solo hallaron dinero y pasajes) y luego sobre una mochila gris, que nadie se atribuyó. En esta última, hallaron los dos paquetes rectangulares de cocaína envueltos en un buzo verde y cinta amarilla, que posteriormente dieron positivo al test de orientación.

La defensa insistió en las omisiones procesales. Se cuestionó por qué, a pesar de que la mochila negra había dado positivo al olfato del can, no se levantaron huellas dactilares, rastros biológicos o pelos de ninguna de las mochilas o de los paquetes de cocaína.

El jefe de la comisión investigativa reconoció que estas técnicas no se aplicaron, argumentando la novedad del procedimiento con el nuevo código, pero admitiendo que, como experto, sabía que podían haberse realizado. La defensa utilizó este punto para sugerir una investigación sesgada y la posible contaminación de la evidencia.


La ventana de tiempo y la prueba digital cuestionada


Otro punto de controversia fue la fugacidad del viaje. El pasaje de llegada de Flores Solís (Ezeiza-Río Colorado) y el de regreso (Río Colorado-Ezeiza) indicaban que la permanencia del pasajero en Río Colorado sería de menos de cuatro horas.

La Fiscalía interpretó este lapso como una «entrega exprés» de la droga. No obstante, la defensa logró que el testigo leyera el pasaje de regreso donde se anunciaba la hora de partida a las 18:20 horas (tarde), contradiciendo la versión inicial de las «7 de la mañana», lo que generó dudas sobre la exactitud de los datos que manejaba la policía.

Finalmente, la jornada cerró con la declaración de la testigo Anabela López Llergo, empleada del centro de monitoreo de Ezeiza(Buenos Aires). La testigo de la defensa confirmó que solo realiza la descarga de videos de las cámaras y no su visualización ni análisis.

Su testimonio sirvió para introducir las filmaciones que captaron a Flores Solís en la terminal antes de abordar. Sin embargo, la Fiscalía objetó la presencia de un círculo rojo superpuesto en el video, que la testigo no pudo explicar y que no fue agregado por el centro de monitoreo, sugiriendo una manipulación posterior del material digital antes de su presentación.

El análisis del teléfono de Flores Solís, donde solo se hallaron búsquedas sobre «controles en ruta» y «procedimientos de decomiso de droga», tampoco arrojó comunicaciones directas sobre el transporte de estupefacientes.

El juicio continuará durante esta jornada, continuando este miércoles y el martes de la semana que viene en General Roca con la declaración de nuevos testigos.


El Tribunal Oral Federal de General Roca inició el debate oral y público contra Óscar Flores Solís, acusado de tráfico de estupefacientes en la modalidad de transporte. El caso se centró en el secuestro de dos "panes" de cocaína hallados en un colectivo de larga distancia en el puesto de control sobre la Ruta 22 en Río Colorado.

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