Crimen del «Ruso» Auer en Neuquén: el jurado vio el video del asesinato

La tercera jornada del juicio por el asesinato del agenciero fue una de las más tensas. La fiscalía exhibió una de las pruebas fundamentales: la cámara de vigilancia de la oficina de la víctima.

En la sala 12 de la Ciudad Judicial de Neuquén sólo se escuchaban llantos ahogados en el sector que ocupan los familiares de la víctima. El resto de los presentes -los 16 jurados populares, el juez, el fiscal y sus colaboradores, los cinco defensores, los cuatro imputados, los empleados judiciales- contenían la respiración. En la pantalla de 60 pulgadas se proyectaba el video que registró el asesinato de Miguel Ángel «Ruso» Auer en su oficina, captado por su propia cámara de vigilancia. Las imágenes no permitían puntos de fuga. No eran una recreación, no eran una película, no era un acontecimiento lejano en el tiempo y la distancia. Eran la vida, la violencia, y la muerte, en su máxima crudeza, desplegadas en un edificio frente al que todos pasaron alguna vez.

Sosa sería el hombre del traje negro y el arma que aparece en el video, según la fiscalía. (Matías Subat)
Falconi, para la fiscalía, es el hombre calvo que aparece en la filmación. (Matías Subat)

El video del homicidio de Auer, exhibido al jurado popular en la tercera jornada del juicio oral, es una de las pruebas fuertes que tiene la fiscalía que encabeza Agustín García.

Los abogados defensores cuestionan poco su contenido. Admiten que se observa a tres hombres, que uno dispara dos veces contra Auer, quien cae al piso. Su estrategia va por otros caminos. Dicen que esas personas que aparecen en el video no son los imputados; afirman que la filmación no fue debidamente custodiada (de lo que debería inferirse que pudo ser manipulada); y apuntan a que Auer no murió como consecuencia de los dos balazos sino de una infección intrahospitalaria.

Los disparos que terminaron con la vida del «Ruso» ocupan un instante de la filmación. El sargento ayudante Luis Isaías Crisóstomo relevó 21 cámaras de vigilancia privadas y policiales, y reconstruyó el recorrido de los tres autores del crimen desde la calle Elordi hasta el tercer piso oficina A de Diagonal 9 de Julio, y su posterior huida.

Proyectó en la pantalla un Prezi, un programa más delicado que el viejo PowerPoint, con el cual reconstruyó sobre un mapa del centro de Neuquén los movimientos de los sospechosos y de los vehículos en los que se desplazaban. (Las defensas no sólo niegan que los autores del homicidio sean los imputados; también rechazan que las filmadas sean sus camionetas).

La teoría del fiscal jefe Agustín García es que los imputados fueron disfrazados a la escena. Gabriel Castro llevaba gorra, bastón y un maletín; Jorge Falconi un parche blanco sobre el ojo derecho, anteojos de lectura y una mochila; Jorge Sosa un traje y anteojos oscuros. (En su alegato de apertura, el defensor Carlos Tejeda había dicho que los autores no llevaban ningún elemento para cargar el dinero que supuestamente iban a robar. Las imágenes lo desmienten).

Castro era el troyano. Ya había conocido al «Ruso» Auer a través del cuatro imputado, Miguel Livello. El 18 de octubre del 2022 estuvo en esa oficina de 9 de Julio 43 y cambió dólares. La cámara registró su ingreso y su particular salida: antes de abandonar la sala, miró para todos lados, como relevando el lugar.

24 de octubre del 2022, 12:28


El instante anterior al disparo, según la cámara de vigilancia. (Matías Subat)

El 24 de octubre a las 12:28 volvió, con la excusa de cambiar más dólares. Esta vez lo acompañaban dos hombres que subieron al ascensor con él y se bajaron en el segundo piso.

Una cámara detectó que estas dos personas subieron al tercero por la escalera. En el descanso, uno de ellos se colocó guantes y tiene en las manos lo que un perito identificó como un inhibidor de alarmas, cámaras y celulares. Se venden en la famosa tienda on line y cuestan hasta 3,5 millones de pesos. Su uso lícito es para reuniones políticas o empresariales en las que se quiere garantizar hermeticidad.

Según la fiscalía, esa persona es Falconi. La calvicie y ciertos rasgos fisonómicos coinciden.

El que lo acompaña, el de traje, se acomoda algo en el saco. Por su espalda ancha y su nariz aguileña perfectamente podría ser Sosa, como asegura la fiscalía.

El que supuestamente es Castro, con gorra, anteojos y bastón, toca en la puerta de la oficina A. La cámara capta al «Ruso» Auer cuando camina para abrir. Viste una remera roja.

Un segundo después ya está en el suelo. Y el hombre de traje tiene claramente visible un arma en la mano.

Las cámaras registran la precipitada huida del trío. Ya no hay bastón ni cojera que valga, corren escaleras abajo, luego por la calle. Minutos después, la camioneta Toyota Hilux y la Chery Tiggo en la que -según la fiscalía- llegaron hasta el centro de la ciudad, arrancan y se van.

El defensor Ricardo Mendaña (de Sosa y Livello) machacó con los presuntos puntos débiles. En ningún video se observan las patentes de los vehículos; tampoco se observa a nadie bajar o subir de la Hilux (que la fiscalía atribuye a Livello); y la imagen de dos personas que descienden de la Tiggo no es del todo clara.

A la discusión le suman que supuestamente no se respetó la cadena de custodia de los videos. La discusión ya se dio en agosto, en la audiencia de control de acusación. En esa oportunidad, el juez Mauricio Zabala sentó un criterio: la forma no es la prueba. El juez del juicio por jurados, Cristian Piana, permite discutir con amplitud cómo se recogió cada evidencia.

Los defensores también niegan que los celulares de los imputados hayan estado en el sector a la hora del homicidio, como sostiene el fiscal jefe.

Quiénes y qué hicieron


En este juicio por jurados se debaten dos grandes aspectos. El primero, si los cuatro imputados son los autores. Y el segundo, si son los autores de qué delitos.

De acuerdo con la acusación de la fiscalía, acordaron robarle dinero a Auer y matarlo para que no los delatara. El plan falló porque el comerciante intentó sacar el revólver .44 Magnum que llevaba en la cintura, Sosa le disparó, el ruido alertó a todo el edificio y debieron improvisar la huida.

Las defensas se plantan en que eso no está demostrado: los criminales le dispararon ni bien abrió la puerta y no se llevaron nada. ¿Iban con otro objetivo? Lo dejaron como interrogante.

Desde la frialdad de los números, la fiscalía trata de convencer al menos a 8 de los 12 jurados de que los imputados son culpables, y las defensas trabajan para instalar la duda (ni siquiera convencerlos de la inocencia) en al menos cinco de los jurados.

Quedan por lo menos cuatro jornadas de juicio oral, y todavía no están todas las cartas sobre la mesa.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios