La anestesia general «era la más adecuada»

Declaró en el proceso el cirujano que operó al joven fallecido. Así retrucó al perito de la querella, que sugirió "comodidad".

CIPOLLETTI (AC).- La anestesia general en el caso de Facundo Pablo «era la más adecuada», explicó ayer Daniel Caldentey, el otorrinolaringólogo que debía operar al joven para colocarle diábolos. Si bien el cirujano reconoció que hay profesionales que realizan con anestesia local el mismo procedimiento, dijo que él no lo hace y que tampoco era lo conveniente para Facundo que ya tenía una cirugía previa de oído. «No era la colocación de un simple tubo», expresó.

Caldentey retrucó así al perito de la querella Miguel Angel Delgado quien había declarado el viernes que el uso de la anestesia general fue por «una necesidad de comodidad del cirujano» y que «los padres tenían derecho a saber que con una anestesia local (el joven) podía perder el oído pero con la general corría riesgo de vida».

La explicación del otorrinolaringólogo pareció convencer a la querella. Caldentey detalló cómo se encontraba el paciente tras la intervención quirúrgica anterior y remarcó que había que hacer ciertas maniobras que podían ser dolorosas. Su testimonio, sin embargo, no permitió despejar una duda que se mantiene desde el inicio del debate: si Facundo estuvo conectado o no a un capnógrafo, el equipo que permite medir el dióxido de carbono.

La falta de este aparato es uno de los reproches que se le hace al anestesiólogo Pablo Kirilovsky, uno de los cuatro médicos imputados por homicidio culposo.

Caldentey dijo que «no podía decir» si este aparato estaba en el quirófano cuando el paciente comenzó a ser anestesiado. Sí lo hizo la instrumentista Adriana Della Valentina, aunque la mujer no supo describir cómo se conectaba al paciente a este equipo y ello le restó fuerza a su afirmación.

La jornada de ayer comenzó con el testimonio del patólogo Edgardo Fernández, quien examinó el corazón de Facundo y concluyó que «no tenía malformaciones congénitas». Pero el médico aclaró que el estudio lo efectuó sobre material fijado en formol no «en fresco», que permite mayor grado de certeza.

Siguió con el relato de un auxiliar de enfermería en terapia intensiva que estuvo al borde de ser detenido por falso testimonio. Ante los «sugestivos olvidos», el Tribunal dejó durante unas tres horas al testigo en una sala contigua a la espera de que «recordara» algo más. Pero no fue mucho lo que agregó después.

Germán Aguada estaba en terapia cuando Facundo ingresó al servicio e incluso al día siguiente, cuando murió. «Es muy difícil decir quién estuvo al lado», trató de fundamentar el hombre al no brindar nombres del personal que se hallaba en el lugar. Finalmente reconoció que cuando el joven falleció estaba la médica Fabiana Aguirre Neira, otra de las imputadas. Ante la situación que ocurrió con este testigo, y mientras prestaba declaración la instrumentista, el fiscal pidió que cuando el personal del sanatorio declare, se disponga que en la sala no se encuentren directivos de la institución «para evitar presiones». La medida fue avalada por la querella. Pero el Tribunal no hizo lugar a la solicitud, argumentando que el juicio «es público» y que «no hay nada que esconder». Ayer también prestó su testimonio la bioquímica Cristina Rubio. Hoy seguirá declarando personal del sanatorio.


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