El caso Ivancich y la política tribunera

La política provincial tiene un trabajo más importante que cumplir antes que poner a prueba los límites y la independencia del Poder Judicial.

Un intendente opositor acusado de un delito seguramente es una tentación para muchos dirigentes oficialistas, máxime en un año preelectoral como el que transitamos.

Pero ese tiempo dedicado a sugerir acciones o buscar puentes con funcionarios judiciales para explorar una posible influencia en el destino de un expediente podría ser invertido en una tarea más redituable para el conjunto de los rionegrinos.

Crear mecanismos institucionales que limiten la discrecionalidad o que desarticulen el sentimiento de impunidad de quienes ejercen altos cargos públicos sería un mejor aporte y con efectos más relevantes que la condena mediática y la promesa de duras sancioes en el ámbito administrativo.

El intendente de General Godoy, Luis Ivancich, deberá responder por el violento episodio que lo tuvo como protagonista días atrás en Cipolletti.

Pero deberá responder a la Justicia antes que a representantes de otros poderes que miden con distinta vara conductas similares a las que ahora reprochan.

Pocos kilómetros al oeste de Godoy, otro jefe comunal fue denunciado tantas o más veces que Ivancich. Sin embargo, la sociedad política con el partido del actual gobierno provincial parece haber puesto a ese mandatario a salvo del escarnio.

Por eso, el repudio a las formas y estilos de un hombre que cumple su tercer mandato consecutivo no logrará legitimidad si se limita a declaraciones en los medios o posteos en las redes sociales.

La política se debe un profundo debate acerca de la llegada y la permanencia de personas con estos perfiles a espacios tan relevantes como una intendencia.

Y dentro de ese análisis, la diligencia rionegrina no puede dejar de hacer el esfuerzo por mejorar la calidad institucional en las comunidades de menor densidad poblacional, donde la división de poderes suele ser una frágil fachada, maquillando el escenario real, que encuentra a concejos y tribunales de cuentas dominados por el intendente.

Es cierto que la autonomía consagrada por la Constitución para los municipios tiene un peso importante y aparece como límite para cualquier intento de injerencia externa.

Pero no menos cierto es que Ivancich no está inaugurando la lista de jefes comunales acusados de pasar por alto al diálogo como mejor manera de resolver una diferencia. Y ante eso, la mínima expectativa es que el costoso sistema de representación que tenemos demuestre estar en condiciones de crear un nuevo ambiente para esas comunidades.

El problema es que impulsar cambios para que las localidades dejen de tener patrones y pasen a un esquema con verdaderos intendentes, concejales y contralores implicaría poner incómodo a más de un aliado político.

De esta manera, lo probable es que sigamos viendo golpes de efecto, con pedidos de destitución que se diluyen en una misma semana o intentos de quitarle la licencia de conducir al jefe de los inspectores.

Entretenimiento preelectoral, para desviar el foco de los problemas de fondo.


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