La firma petrolera que nació entre los frutales cipoleños

ITC se dedica a la reparación y mantenimiento de válvulas para la industria hidrocarburífera. Sus principales clientes operan en Vaca Muerta. La compañía quiere expandirse y analiza abrir una sucursal en Río Gallegos.

El barrio 4 Esquinas de Cipolletti está ubicado hacia el norte de la ciudad, entre el río Neuquén y la Ruta 151, donde el paisaje predominante son los frutales de las chacras. Por eso sorprende que entre durazneros y ciruelos haya un establecimiento en directa relación con la actividad hidrocarburífera.

Allí precisamente se encuentra Instrumentos Técnicos Castagno (ITC), empresa dedicada desde hace 15 años exclusivamente a la reparación y mantenimiento de válvulas usadas en la industria del petróleo y el gas.

Fabián Castagno comenzó a trabajar con su padre en Cipolletti hace más de 30 años. Luego se instalaron en 4 Esquinas y allí formaron en 2004 su propia empresa en sociedad con su pareja, Paola Bosso, quien se ocupa de la parte administrativa. “Trabajamos con válvulas de hasta 24 pulgadas serie 15.000 PSI”, precisó.

En números

15
años tiene de vida la compañía cipoleña que apunta a expandir sus horizontes a otros puntos del país.

Paola destacó que “la ventaja comparativa que tenemos es que contamos con la certificación de la norma ISO 900, que es un sistema de gestión de calidad que le da al cliente la total seguridad de que la válvula funcionará perfectamente”.

“Ofrecemos garantía de un año, a las empresas les conviene por que la reparación les cuesta un 35% de lo que sale nueva”, agregó Fabián y resaltó que están disponibles las 24 horas del día ante cualquier emergencia.

En números

40
mil toneladas de fruta fue la producción que lograron antes de dejar la actividad frutícola.

El proceso implica el desarme de la válvula, limpieza, reparación de los elementos internos, armado, lubricación, pulido y pintura. Además ITC cuenta con un banco de ensayos hidráulico con un registrador propio certificado por el INTI. “Una válvula es un elemento crítico en la perforación de un pozo. Nosotros tenemos que asegurarnos de que funcione sin problemas cuando sale de acá para poder quedarnos tranquilos”, comentó Paola.

A pesar de que la actividad petrolera es muy fluctuante, dicen no haber tenido momentos críticos en la empresa. “Como toda pyme, tenemos una flexibilidad que quizás no tengan las grandes compañías, nos sabemos adaptar. Otra clave es que no tenemos deudas salariales ni impositivas y que nuestro crecimiento siempre ha sido sobre bases firmes”, aseguró.

Castagno indicó que hoy la mayoría de las válvulas que les llegan provienen de la actividad no convencional. “Este año hubo mayor demanda, no sólo porque hay más actividad sino porque al trabajar con mayor presión para realizar la fractura, las válvulas se rompen más”, explicó.

Si bien la mayoría del trabajo está en la Cuenca Neuquina, también han recibido bombas para reparar de otros puntos del país como Comodoro Rivadavia y Mendoza. “En 2011 trabajamos para Petrobras que tenía explotación off shore en las costas de Río Gallegos. Allí tuvimos que hacer un tratamiento con pintura especial porque los equipos están sometidos a la corrosión del agua y la sal”, recordó.

De producir frutas de carozo a ofrecer un servicio clave para el sector

Durante varios años la actividad frutícola y los servicios petroleros pudieron convivir en 4 Esquinas, donde ITC llegó a producir 40 toneladas por año de frutas de carozo, al tiempo que reparaba válvulas usadas en la perforación de pozos de petróleo y gas en el taller de 300 metros cuadrados cubiertos.

“Teníamos 3,5 hectáreas en producción e incluso una cámara frigorífica, ingenieros agrónomos que atendían la sanidad de las plantas y personal para las tareas culturales y la cosecha. Pero la actividad iba siendo cada vez menos rentable, era mucho sacrificio y además estábamos pensando en tener hijos. Finalmente en 2007 seguimos solo con el taller”, expresó Paola Bosso.

Fabián Castagno, por su parte, recordó los primeros tiempos luego de dejar la empresa de su padre. “El primer año fue muy complicado, yo me había dedicado solo al trabajo y no tenía el contacto con las empresas. Tuvimos que trabajar duro para hacernos conocer. Por suerte la calidad de nuestro servicio hizo que nos fueran recomendando y hoy tenemos como clientes tanto a operadoras como a empresas de servicio”, resaltó.

Además de Fabián y Paola, en ITC trabajan tres operarios especializados y una contadora. “Por momentos nos dan ganas de ampliarnos. Estuvimos a punto de abrir una sucursal en Río Gallegos pero decidimos esperar. Ojalá lo podamos hacer el año próximo”, cerró Fabián.


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