La gran aventura de ser padres hoy

La psicopedagoga Laura Collavini nos acerca sus reflexiones sobre la importancia de ser padres, y cómo es el ideal de una relación padre-hijo.

Ser padre en esta época es como lanzarse en parapente con lancha. Hablo desde varios lugares. No soy papá, soy mamá. Mi profesión me ofrece la posibilidad de hablar con muchos papás y acompañarlos en sus procesos. Soy hija.


¿Por qué parapente con lancha? No hace tanto tiempo estuve en uno y fue, para los que me miraron, muy gracioso y por supuesto yo tuve sensaciones diferentes. Primero no sabía si hacerlo, casi que me sentí obligada, aunque también quería sacarme el miedo y conocer la sensación de “tener alas”, de ver todo desde otra dimensión, con mi cuerpo como protagonista.

Antes pensaba “¿cómo se atreven? Cuánta responsabilidad, cuánta sensación de libertad, qué complicado, qué adrenalina, qué maravilloso debe ser… Vi varios accidentes de parapentes y me daba más temor e incomprensión.

Ese día esperaba que me digan que no se hacía, que el tiempo no era adecuado, pero todo estaba bien. El corazón me palpitó a mil y cuando me estaban preparando pensaba ¿qué estoy haciendo acá si estaba tan cómoda sobre tierra”… Y ahí fuí, empujada por la fuerza de un motor que ya me decía que no tenía vuelta atrás. Mis piernas seguían corriendo en el aire, supongo que por la adrenalina que no lograba controlar. Mis gritos de vértigo despertaron a un par de pájaros y una vez que atravesé esos instantes de locura me empecé a dejar llevar…Por el viento suave, por el paisaje y el silencio me invadió y empecé a sentirme.

Escuché mi respiración, las dimensiones empezaron a ser otras, indefectiblemente. Observé en esos minutos la maravilla del verde, la fuerza de los árboles y de los pájaros que sólo con su naturaleza podían vivir lo que a mí me llevaba tanto esfuerzo. Confié finalmente en mi corazón que se desaceleró, en mi capacidad de adaptación y en la excelencia de la experiencia de explorar y quedar exhausto.

Los padres deben entender la importancia de su rol.


Ser papá versión siglo XXI es como lo del parapente. Vivir sensaciones a pleno y con protagonismo absoluto, negociando con vientos y otros avatares. Subiéndose a una aventura que a veces es por deseo propio y en otros casos subiéndose a la de otro. Finalmente, la sensación es única y personal.

Hablo con muchos papás presentes en diversas formas con el proceso de sus hijos. Estar presente, queridos padres, amigos míos, no es casa y comida. Eso era antes. Los tiempos cambiaron, es necesario que se enteren aquellos que aún están dormidos.

Cuando me refiero a presencia es presencia. Es poner garra y actitud para hacer lo mejor que se pueda y más también. Es abrir los ojos y ejercitar la observación. Es escuchar sin hablar. Es ponerse una y otra vez en el lugar del hijo para tratar de comprender. Presencia no es queja ni hablar todo el tiempo con sermones muchas veces vacíos de contenido, con desbordes de prejuicios y mandatos caducos.

Cuando digo presencia me refiero a transformarse en ese ser que quiere estar cerca sin ahogar, dejando ser. Es pedir perdón cara a cara. Exigir cuando es necesario. Tirarse al piso para jugar y correr para llevarlos a donde necesiten.


Presencia es decir “Hasta acá” y que comprendan que los espacios propios son tan importantes como los de ellos. Presencia es dar confianza en cada instante y decir un no sé seguro y claro mientras se busca el diccionario correspondiente. Bien padres siglo XXI. Acción. Nadie les dijo que sería fácil. Solo que la experiencia es maravillosa.

No se crean los avisos publicitarios y cajoneen eso de que el padre es el malo de la película, tampoco es el amigo. El padre es padre. Y eso ya es mucho. Es el equilibrio entre ser un guía y ser un confesor. Un amigo es un par. La relación es simétrica en ese caso, par a par. En el padre-hijo es a simétrica. Es necesario marcar los niveles para el orden.

Con frecuencia confundimos nivel con importancia. El nivel del agua por ejemplo no nos marca si es más o menos importante. Solo el nivel. Viéndolo podemos saber qué hacer. Respetar espacios de persona más allá de padre es interesante. No ser rehenes de nuestros hijos.

No juzgar. Escuchar. Disfrutar, mirar, respetar, compartir. Volar. Dar ejemplos, pedir disculpas. Decir no y explicar sólo una vez por qué no y sostenerlo. Negociar, no encapricharse. ¡No es tiempo de quejas, ni de decir “los tiempos de antes eran mejores”! En nombre de sus hijos, por favor, ¡no lo hagan!


Uno de los placeres más grandes es un abrazo de papá. Fuerte y cálido. Es como llegar a destino sano y salvo.

Hace 13 años el mío se fue de gira y sigo soñando con sus abrazos y su risa contagiosa. Es volver a ser niña un rato y sentirme protegida.

Nunca dejamos de necesitar a nuestro papá. Lector papá, sea consciente de su importancia en este plano. Valórese. Alcen el vuelo que es un placer ver volar a papás con sus hijos.

Feliz día. Feliz vida de papá.


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