La herencia de Ricardo Darín

El actor termina de rodar la película que dejó inconclusa Mignona.

MADRID (DPA) – El cansancio acumulado se le nota sobre todo en las profundas ojeras que luce debajo de sus seductores ojos azules. Y en el tono de voz, más pausado de lo habitual. El argentino Ricardo Darín está terminando en España la que será su primera película como director, «La señal», y admite que el proceso se le hizo agotador. Sobre todo porque desde el principio tuvo que lidiar con sentimientos encontrados: el placer y la alegría de estar enfrentándose a un reto creativo nuevo y el dolor y la emoción constantes de estar trabajando en un proyecto heredado de un amigo muerto, el cineasta Eduardo Mignona.

Darín admite que no ve la hora de tomarse cuatro o cinco meses para curarse un problema de cervicales que lleva arrastrando desde hace tiempo. De todas maneras, le brillan los ojos cuando habla de «La señal» y se le nota que espera ansioso el estreno del film en Argentina, el 13 de septiembre, y en España en octubre. Lo que más lo agotó del rodaje fue dirigir y protagonizar la película al mismo tiempo. Por eso, en algún momento, sumó a Martín Hodara como codirector. «Él me permitió hacer ese tránsito de ida y vuelta desde delante a detrás de la cámara con mucha más amabilidad y no tanto traumatismo».

«La señal», coproducción entre Argentina y España, está ambientada en 1952, en los últimos días de vida de Eva Perón, y cuenta la historia de dos detectives privados de poca monta, Corvalán (Darín) y Santana (Diego Peretti), que son contratados por una misteriosa mujer llamada Gloria (Julieta Díaz) para un trabajo que irá evolucionando por rumbos imprevisibles.

La muerte de Mignona en octubre de 2006 supuso un golpe muy fuerte, pero los productores decidieron pronto ofrecerle el proyecto a Darín, quien ya estaba empapado del material. De hecho, todo el equipo técnico y la mayoría de los actores habían sido elegidos ya por el director de «El viento» y «La fuga».

«Dirigir era una fantasía, pero no lo tenía en mis planes próximos y menos de esta forma, con un rol protagónico y una dirección al

mismo tiempo. Es demasiado pretencioso. Pero las circunstancias especiales en que se desarrolló este proyecto me llevaron a aceptarlo. Precisamente por haber estado en esto desde el principio me pareció bien que fuera yo el que llevara el proyecto hasta el final».

Sin embargo, el guión que dejó Mignona sufrió cambios considerables. «El proyecto de Eduardo era más fiel a su propia novela. Se concentraba mucho más en la vida de los dos protagonistas». Pero luego la trama policial comenzó a cobrar cada vez más cuerpo y finalmente «La señal» se transformó una película de género. «No es una película de efectos especiales, ni está plagada de tiros y bombas. Es un policial negro y ocurre todo lo que debe ocurrir en una película de género», explica Darín.

La situación política de Argentina en los años 50 no puede estar ausente de la película. De hecho, mientras Santana es peronista, Corvalán es totalmente antiperonista, lo que tiene mucho peso en el desarrollo de la trama. «No era nada fácil ser antiperonista en esa época. Eso le da una característica muy especial a esta amistad».

Ambientar un policial en esa época histórica fue uno de los grandes desafíos del proyecto. «Lo más difícil fue contar una historia en la Argentina de los años 50 con características de un género determinado por los estadounidenses. Pero creo que encontramos ese punto de equilibrio en la forma de hablar, en la forma de mirarse, en cómo funcionan los personajes».

«La señal» es una película rara para el cine argentino actual. «Me parece que me van a mirar un poco de costado», bromea Darín. «Pero esa era una de las partes atractivas del proyecto. Así empezó todo con Eduardo: Hagamos una de esas que no se hacen mucho». «Luego quizá me extralimité un poco más», admite. «Metí algunos giros inimaginados por Eduardo que espero me perdone si nos encontramos algún día en algún lugar».

El protagonista de «Nueve Reinas» y «El hijo de la novia», casi tan popular en España como en Argentina, sabe que con «La señal» su carrera toma un giro nuevo, lo que supone un riesgo. «Decir que no estoy preocupado sería mentir. Pero eso forma parte de este oficio. Uno no puede dedicarse a esto sin correr riesgos».

A pesar de estar exhausto y de considerar «rarísima» su primera experiencia detrás de las cámaras, a Darín le encantaría volver a dirigir. «Me gustó todo el proceso. Disfruto mucho del trabajo con los actores. Si no fuera que todo fue propiciado por la desaparición de Eduardo, al que quería mucho, diría que ha sido una experiencia muy agradable».

Sobre sus proyectos futuros, no dice mucho. Lleva muchos años encadenando un trabajo con otro y lo único que quiere es sacarse de encima «al muñeco este que llevo colgado todo el tiempo detrás del cuello», en referencia al problema de cervicales. «En los últimos años no me detuve ni un instante. Ansío poder detenerme en algún momento. Me vengo sintiendo exageradamente privilegiado desde hace mucho tiempo. Pero sé que en algún momento todo esto aflojará. Y estoy preparado para parar un poco», asegura.


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