La historia de Gladys que vuelve a estar al frente de las recicladoras de Bariloche

Una asamblea de trabajadoras y trabajadores eligió este miércoles a la nueva comisión directiva de la organización. Será el segundo mandato de Gladys Pichiñanco, que trabaja desde hace 20 años en el basural de Bariloche.

Hace dos décadas, Gladys tomó una decisión muy difícil. Urgida, resolvió que la única opción que tenía para buscar comida para ella y su pequeña hija estaba en el basural de Bariloche. Recuerda que tenía 20 años. Estaba sin trabajo. Y en su hogar solo había violencia machista. La crisis social del 2001 la había dejado a la intemperie, como a millones de personas en el país.

Relata que, al principio, le ocultó a sus hermanos o familiares que buscaba en el basural comida, ropa y elementos para vender. “Me daba vergüenza”, cuenta.

Pasaba varias horas del día en el manto de la basura. Su hija estaba con ella. Las preguntas de la pequeña causaban dolor en el corazón de Gladys. “En ese momento, era estar desde la mañana hasta la noche en el basural al no tener un hogar donde uno se siente feliz”, explica. “Estaba mucho mejor ahí que en la casa”, cuenta. Eran años donde vivía atemorizada.

Rememora que no era la única por esos años que buscaba el sustento para su familia en ese lugar. Había otras mujeres, con niños que trataban de sobrevivir en ese rincón olvidado de Bariloche. También, hombres. “Yo iba como una más, a buscar algo para comer, para vestirnos con mi hija”, relata.

Recuerda que una vez llegaron unas personas que le explicaron que la tarea que hacía en el vertedero municipal era un trabajo. Y que además ayudaban a cuidar el medio ambiente. Dudó, en un primer momento. Después, entendió que tal vez era su oportunidad para dar vuelta la página y mejorar la calidad de vida con su hija. Era lo que más anhelaba. Allí se produjo el cambio que veinte años años después, Gladys valora.

Hoy, está orgullosa. Esta mañana de miércoles sus compañeras y compañeros de la Asociación de Recicladores Bariloche (ARB) la eligieron presidenta. Es la segunda vez que la designan para conducir esa entidad que conforman mujeres de hierro.

Dice que se hizo la asamblea por zoom y se votó a las nuevas autoridades de la ARB. Había una lista única. Pero el respaldo fue unánime. También se aprobaron los balances y se brindó un informe de todo lo actuado durante la presidencia de Silvia Acum, que dejó hoy el cargo.

Marcela Carriqueo fue elegida vicepresidenta en la nueva comisión, Trinidad Sánchez, tesorera, Roxana Treizes, secretaria, Natalia Vegas, Jonathan Ancavil y Juan Miguel García serán los revisores de cuentas, mientras que Hugo Gerez, Amancay Huala y José García los vocales.

“Son muchos desafíos, más en estos tiempos de pandemia”, afirma Gladys. “Tenemos que cuidarnos en todos los aspectos”, plantea.

La experiencia la tiene ella y varias de sus compañeras. Y el desafío es el mismo: mejorar la calidad de vida de las personas que conforman la ARB. Son mujeres que ponen el cuerpo en el vertedero municipal. Allí, soportan estoicamente jornadas de frío intenso, de altas temperaturas, vientos y nevadas.

Para Gladys es fundamental que funcione la separación en origen de los residuos. Y también que la Municipalidad de Bariloche cuente con camiones que hagan la recolección diferenciada.

“Hay que hacer campañas muy fuertes de la separación en origen de la basura”, sostiene. La ARB hizo varias, aunque no alcanzan. Es necesario que el Estado municipal se ponga al frente. “Hay muchas personas que separan los residuos en sus casas, pero el camión recolecta y mezcla todo”, observa.

“Hoy se está enterrando mucho material porque pasa directo al sitio de disposición final”, comenta. La ARB recupera lo que más puede desde el manto. Pero las manos no alcanzan. Son cientos de toneladas que la población de Bariloche y los turistas generan.

Gladys destaca el caso del Municipio de Dina Huapi. “Llega un día un camión de Dina Huapi con material seco y otro día, con material húmedo”, señala. Advierte que si Dina Huapi lo hace, Bariloche también puede.

Hoy, 58 familias integran la ARB. Son 41 mujeres y 17 varones. Gladys explica que están divididos en dos grupos de trabajo: turno mañana y tarde.

Cada miembro de la entidad percibe unos 20.000 pesos mensuales de los materiales recuperados que venden. Y reciben un aporte de la Provincia de unos 19.000 pesos por mes, a partir de un convenio que firmaron tiempo atrás con el Municipio. Gladys estará 2 años al frente de la ARB. Y hay desafíos por delante.

Pasaron 20 años y lamenta que hoy todavía hay familias que buscan la forma de sobrevivir en el basural de Bariloche. Son personas que llegan a ese sitio empujados por la pobreza

“Y la verdad que a uno le genera dolor verlo. Uno hubiese querido que se corte, que haya trabajo, pero no es tan fácil. Si no hay estudio o no hay experiencia es muy difícil conseguir empleo”, opina. “Hay que generar trabajo”, repite Gladys. No hay otra alternativa.


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