La laguna cerca de Bariloche que se quedó sin los juncos que le dan su nombre

El depósito de agua dulce, ubicado a 35 kilómetros de la ciudad cordillerana, perdió gran porcentaje de la flora a causa del ganado. Ambientalistas aseguran que tiene un fuerte impacto sobre las aves migratorias.

En medio de una laguna esteparia, a un costado de la ruta 23, descansan unos flamencos. A muy pocos metros, un grupo de patos nada hasta la orilla. Los cauquenes sobrevuelan la laguna de un extremo al otro. Sólo se oye el grito de los teros y algún ladrido a lo lejos. 

El viento pega fuerte y golpea los pocos árboles que habitan la zona. 

Las intensas nevadas de un invierno atípico mantienen el caudal de la laguna Los Juncos, devastada por los efectos de la sequía durante 10 años. 

“Reserva Silvestre Laguna Los Juncos. No cazar, no traer mascotas y no pescar”, advierten, al menos, tres carteles desde el alambrado que la rodea. Sin embargo, decenas de ovejas rodean la reserva.

Los juncos que le dieron nombre a la laguna y que atraen a cientos de aves migratorias con la llegada de la primavera, ya casi no existen en el lugar.

Este humedal, ubicado en un predio de la estancia San Ramón, a unos 35 kilómetros de Bariloche, por la ruta 23, padece la presencia constante del ganado que pisotea lo que alguna vez fueron juncos, se alimenta en el sector y contamina el agua.

Los flamencos en la laguna Los Juncos disfrutan del agua abundante como consecuencia de las lluvias y nevadas. Foto: Marcelo Martinez

“Cuando se creó el área protegida en 1985, la asociación Lihué firmó un acuerdo para que el lugar fuera libre de ganado. Pero ahora los habitantes perimetrales ingresan animales todo el tiempo”, alertó el ambientalista y exguardaparque, Alejandro Beletzky. 

Durante casi 10 años, la sequía afectó la laguna que recuperó su caudal recién el año pasado.

“Hoy ese sitio está lleno de ovejas. Los juncos están todos comidos. Eso influye sobre las aves, el principal valor de conservación de la reserva porque usan ese lugar para resguardarse”, destacó el biólogo Hernán Pastore, de la Dirección Regional Patagonia Norte de Parques. 

Muchas especies de aves migratorias usan la laguna de Los Juncos como lugar de paso. “Quizás veías ´dormilonas de cara negra´ y a la semana siguiente, ya no estaban más. Varía porque son bichos que se mueven de un lado a otro y usan la laguna para descansar. Pero sin una buena cobertura vegetal alrededor, las aves no pueden nidificar”, especificó el biólogo.

Beletzky recalcó que “la laguna es un humedal muy valioso por las características del pastizal a su alrededor y la presencia de insectos acuáticos que sirven de alimento a las aves de paso”.

Según la plataforma argentina E-Birds, se registraron avistajes de 107 especies de aves en ese sector. En el registro, figuran los flamencos chilenos, el cóndor andino, el zorzal, la dormilona carinegra, el águila mora, la golondrina barranquera y el cisne cuellinegro, entre tantos otros que ya casi no se ven.

Pastore advirtió también sobre la calidad del agua: “Que el ganado esté pastando pegado a la línea de agua la contamina”.

El ganado avanza sobre la laguna y daña la vegetación. Foto: Marcelo Martinez

Una iniciativa legislativa esperanzó a los ambientalistas respecto a la recuperación del estado de la laguna esteparia. El proyecto de ley de humedales que se debate una vez más en el Congreso Nacional ayudaría a preservarla. 

“La laguna Los Juncos, más allá de ser una zona protegida por la provincia, está en un área privada. En este caso, se usa para la actividad agropecuaria”, especificó Axel Lehr, jefe de Gestión Ambiental del parque Nahuel Huapi. 

Un manejo en conjunto

Consideró que la ley permitiría un manejo en conjunto con el propietario. “Se garantiza la conservación del humedal para que subsista pero también le garantiza al privado cómo hacer un uso sustentable. Se puede zonificar el humedal para usarlo, si tuvo un impacto, evaluar su recomposición”, planteó.

En la misma línea, Pastore consideró que la ley de presupuestos mínimos para humedales permitiría “mejorar los alambrados de los alrededores para que no ingrese el ganado y proveer de una solución al poblador para que sus ovejas tomen agua”. 

Contó que tiempo atrás, para impedir que las chivas ingresen a la laguna Antiñir en el parque nacional Laguna Blanca, se cercó el predio y con sistema de transmisión de agua natural por gravedad, se colocaron bebederos del otro lado. “Para estas cosas, hace falta plata”, dijo. 


La defensa de los humedales


Más del 21% del territorio argentino está cubierto por humedales. Pero los especialistas advierten que están en franco retroceso por los cambios de uso del suelo y además, porque se los modifica y se los rellena con otro fin.

El proyecto de ley de presupuestos mínimos de protección ambiental para humedales atraviesa su tercer debate en el Congreso Nacional.

Esta ley tiene que asegurar la integridad ecológica de los humedales, garantizar un uso ambientalmente respetuoso. Mantener la producción pero con una evaluación de impacto ambiental”, sintetizó una de sus impulsoras, Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en diálogo con RÍO NEGRO. 

Señaló que a nivel mundial, “el 40% de las especies habitan o se crían en humedales. Por eso, es tan importante cuidarlos. Son parte de la biodiversidad”.

Intentos en el Congreso

Esta abogada especializada en derecho ambiental recordó que la iniciativa “tuvo dos intentos en el Congreso en 2013 y 2016. Llegó a tener media sanción en el Senado pero no prosperó en Diputados por falta de interés político y la presión del lobby agropecuario y desarrollo inmobiliario y minero. Ahora se reactivó por la crisis debido a los incendios en el Delta”. 

Indicó que si bien el Ministerio de Ambiente lleva a cabo un inventario nacional de humedales, “si mañana no hubiera voluntad política, podría no continuar. Por eso, es bueno que la ley lo institucionalice y que cada provincia haga un ordenamiento de humedales en su territorio”. 

Di Pangracio recalcó que se pretende llevar a cabo un “proceso participativo de las provincias para atender la situación de los humedales y acordar cuáles se protegerán de manera estricta”.


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