La larga espera

Desgraciadamente para los militantes kirchneristas, son cada vez menos los dispuestos a tomar en serio “el relato” oficial, según el cual las dificultades económicas y sociales que está experimentando el país se deben a la hostilidad de una alianza heterogénea conformada por fondos buitre norteamericanos, poderes concentrados locales y corporaciones mediáticas encabezadas por el Grupo Clarín, además del mundo que, por enésima vez, se las ha arreglado para caérsenos encima. En su lugar está consolidándose otro relato que es muy distinto, uno en el que un gobierno despistado se limita a improvisar sobre la marcha sin saber muy bien lo que está haciendo. Como dijo hace poco un aspirante a suceder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada, el diputado Sergio Massa, “un día va para un lado y al otro cambia”. La falta de confianza en la gestión del gobierno kirchnerista se ha generalizado hasta tal punto que, aun cuando comenzara a obrar con realismo férreo, los beneficios serían escasos. La sensación desmoralizadora de que, si bien tanto el gobierno como su “modelo” están agotados, será imposible reemplazarlos antes de diciembre del 2015 está contribuyendo a agravar todavía más la crisis económica y social. La situación se modificaría si la presidenta aceptara ampliar su base de sustentación, aunque sólo fuera con el propósito de repartir responsabilidades, pero brinda la impresión de no tener interés alguno en hacerlo, ya que desde su punto de vista equivaldría a confesarse derrotada. Antes bien, parece resuelta a mantenerse en sus trece, de ahí su voluntad de avalar todas las medidas ensayadas por “el superministro” de Economía, Axel Kicillof, y su negativa a desprenderse del vicepresidente Amado Boudou a pesar de su capacidad notable para provocar escándalos insólitos. Una vez más, pues, el país es víctima de la rigidez excesiva del sistema presidencialista, el que, a diferencia de los parlamentarios, le impide adaptarse con rapidez a los cambios económicos o políticos. Como tuvieron que aprender los dos presidentes radicales más recientes, Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, los tiempos previstos por el calendario constitucional raramente coinciden con los supuestos por la evolución de la economía y del clima político. Por razones comprensibles, Cristina no quiere compartir el mismo destino que tales precursores no peronistas, pero en vez de optar por desempeñar un papel menos protagónico, insiste en actuar como si los problemas actuales que tantos estragos están provocando fueran meramente anecdóticos y como si confiara en que, dentro de poco, el país los dejará atrás. Huelga decir que es nula la posibilidad de que ello ocurra. Por el contrario, todo hace prever que la crisis, agravada por la convicción difundida de que el gobierno ha perdido el rumbo, siga profundizándose en los meses próximos. En un país tan acostumbrado como el nuestro a la inestabilidad política, el que no sólo el gobierno sino también virtualmente toda la oposición se hayan aferrado con tenacidad ejemplar al cronograma institucional podría considerarse muy positivo, pero la resistencia de los presuntamente “presidenciables” a decirnos lo que harían si les tocara mudarse a la Casa Rosada a fines del año que viene está contribuyendo a la incertidumbre. No es que teman verse acusados de “golpismo”. Antes bien, es que todos entienden que no les convendría asustar al electorado hablando prematuramente del “ajuste” que las circunstancias los obligarían a aplicar. Por lo tanto, prefieren limitarse a criticar los resultados concretos de la gestión kirchnerista, como una tasa de inflación que está por superar el 40% anual y una recesión que está destruyendo fuentes de trabajo, sin aludir directamente a las causas, ya que saben que reducir drásticamente el gasto público y eliminar muchos subsidios tendrían consecuencias dolorosas. Sucede que, para un político en campaña, oponerse al despilfarro populista es fácil con tal que no entre en detalles, de ahí la costumbre de mandatarios recién elegidos de afirmarse asombrados al descubrir que sus antecesores les dejaron una caja vacía, razón por la que, dicen, no tendrán más alternativa que la de archivar todas sus generosas promesas electoralistas.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 5.124.965 Director: Julio Rajneri Codirectora: Nélida Rajneri de Gamba Vicedirector: Aleardo F. Laría Rajneri Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Sábado 13 de septiembre de 2014


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