La literatura infantil, de duelo
Falleció ayer, a los 76 años, el escritor Gustavo Roldán, un clásico.
El reconocido escritor de literatura infantil, Gustavo Roldán, –autor de clásicos como “Historia de pajarito remendado” y “Los cuentos de Pedro Urdemales”– falleció ayer, a los 76 años de edad, según informó la editorial Alfaguara. “Con su muerte se ha ido una de las figuras más entrañables de la literatura infantil argentina. Como sus editores y amigos, lamentamos profundamente esta gran pérdida. Sigue con nosotros su obra y su recuerdo, que nos acompañará siempre”, se lamentó la editorial. “Roldán ingresó hace 20 días al porteño Hospital Alemán, donde falleció en el marco de un cuadro de insuficiencia respiratoria”, informó el sello editor. Nacido en El Chaco en 1935, como él mismo lo escribió en un pequeño texto que juega con el género autobiográfico, se crió en el monte, en Fortín Lavalle, “cerca del Bermejo, cuando la tierra era plana, la luna se posaba en la copa de los árboles y los cuentos sólo existían alrededor del fogón del asado o en las ruedas del mate”. Después vinieron los libros, que lo ayudaron a crecer, “a imaginar, a pelear contra los perversos y contra el miedo, a defender la dignidad, a resistir, a volar”. Y con ellos, llegaron las ganas de estudiar Letras (aquí nomás, en la Universidad de Córdoba, donde incluso fue docente), y de escribir. Fue periodista, docente, editor, y un entusiasta participante en cuanta feria del libro, escuela o biblioteca lo invitara a hacer algo. Junto a su mujer, Laura Devetach, cada uno con sus palabras y sus obras, dijeron y demostraron que la literatura para chicos es literatura, y punto. En muchos de sus libros, Roldán escribió sobre el monte y sus animales. Son historias que tienen en su centro situaciones humanas que, al ser actuadas por animales, se vuelven absurdas. El único defecto que alguna vez Roldán confesó haberle encontrado al monte es que no suele tener librerías, parques de diversiones, circos y cines. El creador de “El carnaval de los sapos” recibió numerosas distinciones, entre otras, el Premio Konex Mérito Obra Total, el Premio Fondo Nacional de las Artes, el Periquillo y el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil por “Todos los juegos el juego”. Autor de un prolífico repertorio, que incluye “El monte era una fiesta”, “Cuentos que cuentan los indios”, “Crimen en el arca”, “El camino de la hormiga” y “Las pulgas no andan por las ramas” , “Cuentos con sapo y arco iris”, “Los sueños del yacaré”, “La leyenda del Bicho Colorado”, “Sapo en Buenos Aires”, El vuelo del sapo”, “Cada cual se divierte como puede”, “Pedro Urdemales y el árbol de plata”, “El carnaval de los sapos”, “Cuentos del zorro, Cuentos de Pedro Urdemales”, “Prohibido el elefante”, “La canción de las pulgas”, “Todos los juegos el juego”, “Cuentos con pájaros”, “Dragón”, “Manual de humor”, “Historias del piojo”, entre otras, también colaboró en revistas infantiles emblemáticas como “Billiken” y en “Humi”. “Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente, como el verano o la lluvia o el frío”, había señalado este escritor en una autobiografía. (Télam)
El reconocido escritor de literatura infantil, Gustavo Roldán, –autor de clásicos como “Historia de pajarito remendado” y “Los cuentos de Pedro Urdemales”– falleció ayer, a los 76 años de edad, según informó la editorial Alfaguara. “Con su muerte se ha ido una de las figuras más entrañables de la literatura infantil argentina. Como sus editores y amigos, lamentamos profundamente esta gran pérdida. Sigue con nosotros su obra y su recuerdo, que nos acompañará siempre”, se lamentó la editorial. “Roldán ingresó hace 20 días al porteño Hospital Alemán, donde falleció en el marco de un cuadro de insuficiencia respiratoria”, informó el sello editor. Nacido en El Chaco en 1935, como él mismo lo escribió en un pequeño texto que juega con el género autobiográfico, se crió en el monte, en Fortín Lavalle, “cerca del Bermejo, cuando la tierra era plana, la luna se posaba en la copa de los árboles y los cuentos sólo existían alrededor del fogón del asado o en las ruedas del mate”. Después vinieron los libros, que lo ayudaron a crecer, “a imaginar, a pelear contra los perversos y contra el miedo, a defender la dignidad, a resistir, a volar”. Y con ellos, llegaron las ganas de estudiar Letras (aquí nomás, en la Universidad de Córdoba, donde incluso fue docente), y de escribir. Fue periodista, docente, editor, y un entusiasta participante en cuanta feria del libro, escuela o biblioteca lo invitara a hacer algo. Junto a su mujer, Laura Devetach, cada uno con sus palabras y sus obras, dijeron y demostraron que la literatura para chicos es literatura, y punto. En muchos de sus libros, Roldán escribió sobre el monte y sus animales. Son historias que tienen en su centro situaciones humanas que, al ser actuadas por animales, se vuelven absurdas. El único defecto que alguna vez Roldán confesó haberle encontrado al monte es que no suele tener librerías, parques de diversiones, circos y cines. El creador de “El carnaval de los sapos” recibió numerosas distinciones, entre otras, el Premio Konex Mérito Obra Total, el Premio Fondo Nacional de las Artes, el Periquillo y el Segundo Premio Nacional de Literatura Infantil por “Todos los juegos el juego”. Autor de un prolífico repertorio, que incluye “El monte era una fiesta”, “Cuentos que cuentan los indios”, “Crimen en el arca”, “El camino de la hormiga” y “Las pulgas no andan por las ramas” , “Cuentos con sapo y arco iris”, “Los sueños del yacaré”, “La leyenda del Bicho Colorado”, “Sapo en Buenos Aires”, El vuelo del sapo”, “Cada cual se divierte como puede”, “Pedro Urdemales y el árbol de plata”, “El carnaval de los sapos”, “Cuentos del zorro, Cuentos de Pedro Urdemales”, “Prohibido el elefante”, “La canción de las pulgas”, “Todos los juegos el juego”, “Cuentos con pájaros”, “Dragón”, “Manual de humor”, “Historias del piojo”, entre otras, también colaboró en revistas infantiles emblemáticas como “Billiken” y en “Humi”. “Aspiro a escribir textos donde la cantidad de años que tenga el lector no sea más que un accidente, como el verano o la lluvia o el frío”, había señalado este escritor en una autobiografía. (Télam)
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