La odisea del regreso de Andorra a Bariloche

Una instructora de esquí aseguró que en el vuelo se cumplieron todas las medidas preventivas pero no en el viaje en micro rumbo a Neuquén y Bariloche. Ni siquiera fueron informados sobre el lugar dónde deberán realizar la cuarentena.

Es inhumano el viaje de repatriación”. Así lo describió una barilochense que estuvo varada en Andorra por más de 60 días y en este momento, se encuentra camino a Bariloche en un micro con 43 pasajeros.

Justina Pastrana contó que “el gobierno argentino siempre puso miles de trabas. La única posibilidad de volver era pagando 700 euros que es lo que sale un pasaje de ida y vuelta. Por suerte, el gobierno de Andorra nos ayudó pagándonos la mitad del pasaje”.

El vuelo internacional, comentó la instructora de esquí de 29 años, fue “impecable” ya que en todo momento, se mantuvo la distancia preventiva entre los pasajeros y voló casi con la mitad de su capacidad. También destacó un cuidadoso procedimiento de “desinfección” al llegar al aeropuerto internacional de Ezeiza y la toma de temperatura.

Ya en Migraciones, tuvimos que hacer una fila interminable. Nos hicieron llenar miles de formularios para ver dónde hacíamos la repatriación. Cuando salimos del aeropuerto, la PSA nos hizo volver a formar una fila larguísima para recopilar datos”, expresó Pastrana.

El contingente demoró unas siete horas para salir rumbo a Neuquén y Río Negro. “Estuvimos tirados en el piso desde las 20.30 hasta las 2 porque no había asientos disponibles. Recién a la madrugada, nos hicieron sacar los bolsos para subirnos al bus con un frío bárbaro y los choferes empezaron a discutir adelante nuestro: ‘Ah, no, yo a Bariloche no voy´”, contó.

En ese momento, les informaron que debían esperar otro colectivo que llegó recién a las 3.30 de la mañana.

El micro estaba mugriento y figuraba que lo habían desinfectado por última vez el 19 de marzo. Nos sentaron sin respetar el distanciamiento. En la organización de los buses, la gente de la PSA no sabía a dónde estaba Neuquén, Bariloche, si La Angostura estaba en Neuquén o Río Negro”, continuó.

A las 6 del sábado, los pasajeros del micro se percataron que sólo habían recorrido algunos pocos kilómetros y continuaban en Buenos Aires. “En la estación de buses Dellepiane, el chofer nos dijo que nos reubiquemos porque iba a subir a más gente y nosotros teníamos la culpa de tener exceso de equipaje”, señaló.

 “De repente, dijo Pastrana, se ocuparon todos los asientos. Había un encierro bárbaro”.

Aún en viaje, la joven admitió que no saben si el aislamiento deberán cumplirlo en su casa o en un hotel. Ni siquiera a dónde llegan.

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