Cómo afectó la prolongada inactividad a los árbitros de Bariloche

La parálisis de los torneos que organiza la Liga de Fútbol de Bariloche por la pandemia dejó sin ingresos a varias personas, que dependían del arbitraje. Pero la solidaridad las sostuvo.

La parálisis del fútbol en Bariloche afectó no solo a los jugadores y los clubes. También, los árbitros sufrieron las consecuencias de una prolongada inactividad.

Para varios de los 60 árbitros que se desempeñan en las diferentes categorías de la Liga de Fútbol de Bariloche (Lifuba) los partidos eran una fuente de ingresos importante, para sostener a sus familias.

A mediados de marzo pasado fue la última vez que dirigieron partidos oficiales. Después, se impuso la cuarentena obligatoria por la pandemia, provocada por el nuevo coronavirus, y el fútbol quedó en el freezer, como todas las actividades deportivas.

“Estamos esperando arrancar y hay mucha ansiedad”, explicó ayer Enrique Pérez, que tiene por lo menos 20 años de experiencia como árbitro. Pérez es uno de los referentes en la ciudad.

La mayoría de los muchachos está entrenando por su cuenta”, explicó. También, las mujeres que integran el grupo de árbitros locales. Pérez destacó que alrededor de 15 mujeres son árbitros de fútbol en la ciudad.

“La idea es empezar a entrenar en grupos con protocolos sanitarios”, comentó. Dijo que el Consejo Federal del Fútbol Argentino había autorizado el retorno de los entrenamientos desde el 7 de septiembre, con los protocolos sanitarios. La noticia se conoció ayer y  generó entusiasmo.

“Todos extrañan y muchos la pasaron mal estos meses”, afirmó. “Yo gracias a Dios tengo mi trabajo de taxista, pero hay otros muchachos que trabajan como albañiles y estuvieron varios meses parados”, explicó.

Valoró el trabajo social que desarrolló la Lifuba, con los clubes, para sostener a muchas familias, con la entrega de bolsas con alimentos.

Pérez comentó que los ingresos por el arbitraje para varias familias son una entrada importante de dinero. Y al quedarse sin ese aporte,  y en plena emergencia económica, la situación se puso cuesta arriba. “Nos dimos una mano entre todos”, destacó.

“A muchos chicos les daba vergüenza pedir comida, porque nunca lo habían hecho”, afirmó. “La realidad es que hubo gente que no tenía para comer”, lamentó.

Comentó que hasta marzo pasado se le pagaba unos 4.000 pesos a un árbitro por dirigir un partido de la primera división de la Lifuba, unos 3000 por arbitrar la tercera y 2.000 pesos las categorías inferiores. Los árbitros se alternaban para desempeñarse como jueces de línea. Además, podían dirigir los partidos de la Liga de Fútbol de Salón (Futsal) que tiene varias categorías. “Por eso, los sábados y domingos te hacías un sueldito más y te ayudaba”, comentó.

Pérez sostuvo que el arbitraje parece un trabajo ingrato “hasta que lo conocés y si te gusta hay que ponerle muchas horas”.

Aseguró que demanda una preparación física intensa “como para estar a la altura, porque hoy en los equipos hay mucha juventud”. Manifestó que estas semanas de inactividad están dictando clases virtuales para enseñar las nuevas reglas y actualizarse.

Dijo que “el buen árbitro se hace”, a partir del interés por aprender y estudiar. Y la cualidad principal “es que sea buena gente”.

“Los partidos difíciles se sacan con preparación”

Enrique Pérez opinó ayer que el nivel de los árbitros de Bariloche, en líneas generales, “es muy bueno”.

Destacó que hay árbitros locales que dirigen en torneos argentinos y federales. Aunque la elite se encuentra en Buenos Aires. Mencionó a Anahí Soto, que es árbitro nacional.

Pérez afirma que “el buen árbitro se hace”, a partir del interés por aprender y estudiar.

También, agregó, hay que tener “un temperamento especial, hay que ser educado, tener paciencia, porque te tenés que bancar un montón de cosas”. “Hay partidos difíciles que los tenés que sacar adelante y eso se logra con preparación, sabiendo las reglas del juego”, advirtió Pérez. Dijo que la psicología es muy importante.

“Es un trabajo en el que aprendés un montón de cosas”, afirmó. Y planteó un punto de vista particular. “El que te diga que no viene por la plata miente, pero después te entusiasmás”.

Explicó que el curso de árbitro dura 2 años, y “más o menos al finalizar el primer año ya empiezan a arbitrar y, por supuesto, a entrenar”. El examen es teórico y físico.

La inactividad golpeó fuerte en la economía familiar de varios colegas de Pérez. “La Lifuba en esos primeros meses de cuarentena se puso a hacer un trabajo social que hacía mucha falta”.  Sostuvo que el partido de la cuarentena “es el más difícil que nos ha tocado disputar”.


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