La segunda ola ya permea en las expectativas económicas

El gobierno busca anticiparse ante el avance de la pandemia. La percepción social revela pesimismo, con inflación y desempleo como máximas preocupaciónes.

“La pandemia no terminó. Debemos extremar los recaudos para que el Covid 19 no nos vuelva a aislar”, indicó el Presidente Alberto Fernández el último jueves en la primera cadena nacional de su mandato. “Para prevenir y reducir todo lo posible el impacto de la segunda ola, les pido que todos y todas respetemos las principales medidas de prevención”, agregó el mandatario, exactamente un año después del mensaje en el que se estableció la cuarentena estricta en marzo de 2020.

La mayoría de los analistas puso el foco en la ausencia de anuncios en el mensaje presidencial. Sin embargo la intención del discurso fue comenzar a moldear el ánimo social de cara a las próximas semanas, ante una certeza ineludible: la campaña de vacunación no avanzó en la medida en que se esperaba, y el Covid con sus renovadas cepas, volverá a golpear estas costas más temprano que tarde.

En pocas palabras, el mensaje del Presidente es una advertencia. Vienen días difíciles ¿Más difíciles que en 2020? Tal vez. Basta ver el escenario actual en los países que rodean la Argentina. Uruguay debió suspender la presencialidad en las escuelas ante el rebrote de la enfermedad, Brasil debe lidiar con una cepa propia del virus y es el segundo país del mundo en cantidad de casos, mientras que Chile vuelve a enfrentar la escases de camas de terapia intensiva pese a ser el país de la región que ha logrado la campaña de vacunación más efectiva.

El problema que enfrenta en lo inmediato la administración Fernández, es que a diferencia de lo que ocurrió el año pasado, el Covid, sus implicancias sanitarias, y los efectos económicos y sociales de una cuarentena estricta, ya no son desconocidos. Será difícil esta vez establecer la obligación de permanecer encerrados. Difícilmente los agentes económicos se resignen a la parálisis que los golpeó en el segundo trimestre del 2020.
La teoría económica indica que los individuos y los agentes económicos toman sus decisiones en base a “expectativas racionales”. Significa que las predicciones acerca del futuro que las personas se forman a sí mismas antes de hacer sus elecciones económicas, incorporan toda la información disponible, tanto aquella que surge del pasado y del presente, como aquello que advierten que sucederá en base medidas del gobierno, tendencias en los mercados, comercio global, o simplemente por pura percepción basada en relaciones interpersonales.

El comerciante o la empresa pyme que debió cerrar sus puertas por la escases de demanda, el empleado que perdió el trabajo o el autónomo impedido de circular que se vio impedido de trabajar, ya han incorporado esos datos a sus expectativas. A ello suman la advertencia de Fernández. El combo de información pasada, presente y futura, no puede arrojar sino más que pesimismo.

Precios. Lo que más ocupa la percepción de los argentinos de cara al resto del año.


En efecto, el termómetro social ya muestra síntomas de desgaste. Dos encuestas de opinión a nivel nacional publicadas este mes, lo revelan claramente.

El primer estudio fue desarrollado por la consultora Zuban Córdoba y Asociados, con 1.200 casos relevados en todo el país durante la última semana de febrero. Allí se revela que tras el “vacuna gate” aumentó notablemente la cantidad de personas dispuestas a vacunarse. Mientras que en enero solo el 49,9% de los encuestados estaba dispuesto a darse la vacuna, el ratio se elevó hasta el 69,2%. El estudio muestra también el deterioro de la imagen presidencial que cayó cinco puntos en febrero y tocó sus mínimos desde el inicio de la gestión, con un 46,7% de imagen positiva y un 50,4% de imagen negativa.

No obstante, lo más llamativo surge al indagar sobre las expectativas económicas. Un 34,8% afirma que la situación económica estará peor este año y un 30,1% indica que la situación estará “igual de mal que hasta ahora”. Significa que dos terceras partes de los consultados son pesimistas respecto a la salida de la crisis. Solo un 4,2% afirma que la situación seguirá “igual de bien”, y un 22,9% dice que estará mejor.

Un segundo relevamiento fue realizado por la consultora Analogías, con 3.025 casos en todo el país. El estudio muestra que ya existe conciencia en relación a la segunda ola de Covid que está a las puertas. Un 63,3% de los consultados cree que habrá un incremento de los contagios con la llegada del frío en otoño.


Al momento de contestar sobre la situación económica, los resultados son elocuentes. Un 58% de los encuestados cree que la economía estará peor, y solo un 37,3% cree que estará mejor. Los datos confirman el pesimismo generalizado respecto a la dinámica de la economía nacional.

No obstante, el informe de Analogías ofrece otros tres datos en relación a las expectativas, que permiten anticipar que este año no le será tan sencillo al gobierno imponer restricciones a fin de contener la segunda ola de Covid. El primero de ellos, indica que la mayor preocupación actual de los argentinos es la inflación y el desempleo, y que la situación sanitaria ya no ocupa el tope de importancia que revestía a mediados de 2020.


El segundo es la percepción que existe en relación al poder adquisitivo de los salarios. Un 46,1% espera una caída del salario real en los próximos meses, mientras que un 26,8% cree que el poder adquisitivo se mantendrá igual. Solo el 16,3% avizora una mejora real de sus ingresos. Toda una señal. En la mente de los argentinos, la crisis económica no solo es prioridad, sino que está lejos de terminar.

Un tercer dato llamativo, se relaciona con la valoración de la política económica que lleva adelante la gestión Fernández. La percepción social a principios de marzo indica que las medidas del gobierno tienden al ajuste. Es lo que considera un 40% de los encuestados. Otro 27,7% en cambio, cree que el gobierno busca impulsar el consumo y la demanda. Lo llamativo es que la proporción de los que creen que el gobierno está ajustando cae en relación al principio del año, mientras que son más los que perciben que el gobierno está fomentando la reactivación (ver gráfico).


Tal será el caldero social con el que deberá lidiar el Presidente ante la inminente llegada de una nueva ola del virus, y en medio de un año electoral donde la tensión política tendrá una influencia mayúscula.

Con la inflación en lo más alto de las preocupaciones, las señales que pueda dar el gobierno en relación a los precios son tan esenciales como la necesidad de prevenir la segunda ola.

En este sentido el Ministro Guzmán afirmó esta semana que es un error extrapolar la inflación del primer trimestre al resto del año. Ese ejercicio arroja un acumulado anual del 60%. El conductor de la economía, aseguró en cambio, que el ratio mensual de inflación comenzará a bajar desde abril, y que al finalizar el año, la inflación acumulada será cercana al 30% proyectado en el Presupuesto.

La dificultad que encuentra el Ministro en su razonamiento, es que la inflación registrada en el primer trimestre de 2021 ya es una certeza, mientras que la inflación del resto del año es apenas un pronóstico. Para que su proyección sea mínimamente asequible, el registro mensual de inflación debiera caer a un rango de entre el 1,8% y el 2,2% en todos los meses que restan. Es decir, la velocidad a la que marchan los precios hasta marzo, debiera reducirse exactamente a la mitad, y de golpe.

He aquí el enlace con la segunda máxima preocupación de los argentinos: el salario. En las filas oficiales niegan rotundamente que se vaya a utilizar el salario como un ancla de precios en lo que queda del año. No obstante, procuran por todos los medios que las rondas paritarias que ya tienen lugar y se desarrollaran hasta mayo, guarden como pauta rectora el 30% de actualización que anticipa Guzmán.

Implica que solo si el pronóstico de inflación elaborado por el Ministro se cumple, no existirá este año el recorte al salario real que la mayoría de los encuestados anticipa.

Datos

67%
De los argentinos creen que los empresarios especulan con la suba de precio de los productos básicos.
29,7%
De las personas señala que la inflación es su mayor preocupación. Otro 18% indica que lo que más lo aflige es el desempleo.

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