Una peregrinación marcada por la solidaridad con Chile

Alrededor de 1500 fieles caminaron ayer varios kilómetros hasta la gruta de la Virgen de las Nieves para pedir trabajo y agradecer. El obispo José Chaparro pidió por el pueblo chileno.

“¡Viva la virgen!”, gritó el obispo Juan José Chaparro, al comienzo de la misa, en un predio descampado, con el cerro Catedral de fondo. “¡Viva!”, respondieron los fieles, totalmente absortos.

La peregrinación a la Virgen de las Nieves estuvo signada por un pedido para el pueblo chileno ante la crisis y las protestas, que se viven en el vecino país. “Pedimos por los hermanos de Chile. Muchos de ustedes, los que hoy están acá, también vienen de allá”, dijo Chaparro y muchos asintieron con la cabeza.

Unas 1.500 personas se congregaron ayer por la mañana en el sector de la gruta de la Virgen de las Nieves, a muy pocos metros del cruce al cerro Catedral.

Muchos de los asistentes aseguraron que esta peregrinación superó ampliamente a la del año pasado y lo atribuyeron al clima. Ayer hubo un cielo soleado y 13 grados de temperatura hasta después del mediodía en Bariloche. En cambio, el año pasado el clima fue adverso.

La mayoría circuló por la gruta de la Virgen. Foto: Marcelo Martínez

Otros fieles no dudaron al momento de buscar una explicación sobre la mayor afluencia de los devotos. Plantearon que ante la profunda crisis económica, la gente busca esperanza en la fe y, por eso, los pedidos de trabajo se multiplican.

“Vengo todos los años porque soy devoto de la virgen. Pero este año, vengo a pedir especialmente que pueda conseguir trabajo. Hago algunas changas pero no me alcanza para mantener a mi familia”, destacó Carlos Robledo, mientras aguardaba en la escalera cubierta de sombra por los pinos para subir hasta la imagen de la virgen.

Una vez que lograban llegar hasta el altar, los fieles permanecían unos pocos minutos frente a la virgen con los ojos cerrados como expresión de respeto, otros con miradas esperanzadoras y algunos oraban de rodillas. La mayoría prendía velas, dejaban flores e incluso rosarios a modo de ofrendas.

Vine por primera vez en el 2010 porque estaba muy mal de salud. Me faltaba el aire. Pero desde que vine a ver a la virgen me sentí mucho mejor, así que mientras pueda participar, vendré a la peregrinación a agradecer

Bianca Rodriguez

Testimonios

“¡Frutillas!, ¡frutillas!, para comer algo rico y sano mientras esperan”, gritaba Carlos, al tiempo que recorría la extensa hilera de fieles que aguardaban para subir hasta la gruta. Cargaba una canasta llena de bandejas con frutillas, que vendía a 100 pesos cada una.

“Es la primera vez que vengo. Quería aprovechar la cantidad de gente para vender algo rico pero no comparto la religión. Soy mapuche y antes de Cristóbal Colón no existía este Dios”, planteó Carlos y, de inmediato, pidió perdón con una sonrisa a quienes hacían la fila.

Un poco más adelante, Miriam Llanquileo aguardaba el inicio de la misa, sentada en una reposera, junto a su esposo y sus tres pequeños hijos, mientras tomaban mate y comían empanadas. “Vine por primera vez hace 15 años porque estaba muy mal económicamente. Se me dio por venir y gracias a eso, desde entonces, tengo trabajo. Así que no dejo de venir nunca para agradecer”, explicó.

Cerca del altar, una mujer se confesaba ante uno de los diez sacerdotes presentes en el predio.

Muchose se sumaron a la misa del mediodía. El pedido por el pueblo chileno fue la principal consigna. Foto: Marcelo Martínez

Oscar Roa también se enorgulleció al contar que “hace más de 20 años que camina hasta la gruta de la Virgen”.

Contó que a las 8 de la mañana había iniciado la caminata desde las calles Beschtedt y La Paz. Dijo que la peregrinación se extendió por casi tres horas. “Salimos con mi mujer bien equipados con mate, agua y galletitas. Venimos a pedirle trabajo y salud a la virgen”, expresó Roa.

Cristina Martín, miembro de la comisión organizadora de la peregrinación, recibió alimentos no perecederos para donar a El Hogar de Cristo, que asiste a jóvenes con problemas de adicciones, y a Emaús, un hogar para personas en situación de calle.

“Empezamos a armar los puestos a las 8 y ya había gente esperando. Muchos vienen a agradecer porque es como una cábala. Esta es la famosa religiosidad que no viene con una parroquia. Muchos ni se quedan a misa, solo vienen a la gruta, prenden una vela, agradecen, se toman unos mates y se van”, describió Martín.

“Con mi marido estamos sin trabajo. Por eso, se nos ocurrió sumarnos a la peregrinación para vender algunas tortas. Vinimos temprano y hasta acá hemos vendido bastante”, comentó Marcela, con su bebé a cuestas, sentada en uno de los puestos que se multiplicaron en los alrededores del sitio, donde se desarrolló la celebración religiosa.


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