Libia está hecha añicos
Las luchas desde hace un año entre los dos poderes rivales en Libia han dejado el país hecho añicos, y las esperanzas que despertó la caída del dictador Muammar Gaddafi en el 2011 hace tiempo que desaparecieron. “La situación de Libia no había sido tan grave desde la caída del régimen de Gaddafi”, considera Patrick Skinner, analista del grupo de expertos en seguridad Soufan, con sede en Nueva York. Desde hace un año, este país rico en petróleo vive bajo la autoridad de dos gobiernos enemigos enfrentados, cada uno con su Parlamento. Uno, reconocido por la comunidad internacional, controla la mayoría de las regiones del este y se estableció en Al Bayda tras huir de la capital, Trípoli, en julio del 2014, y de Misrata (norte) perseguido por una coalición de milicias islamistas. Esta coalición, denominada Fajr Libya, formó otro gobierno en septiembre del 2014 en Trípoli que controla la mayoría de las ciudades occidentales. Según la página web independiente Libya Body Count, un año de combates, ataques aéreos y atentados dejaron más de 3.700 víctimas, en gran parte en Bengasi (norte), cuna de la revuelta contra Gaddafi y segunda ciudad del país. “Lo trágico de estos combates, además de las pérdidas de vidas humanas, es el derrumbamiento casi total de las instituciones del Estado, que generó desafíos de gran envergadura, como el extremismo”, declaró a AFP Michael Nayebi-Oskoui, especialista en Oriente Medio del instituto estadounidense Stratfor. Como consecuencia del caos, Libia se convirtió en un polo de atracción para los extremistas islamistas del norte de África, incluyendo al grupo Estado Islámico (EI), que controla la ciudad de Sirte (norte). Esto obligó a decenas de periodistas y activistas de los derechos humanos a huir ante las amenazas, arrestos y asesinatos. Para Patrick Skinner, “un año después de que la coalición Fajr Libya se hiciera con el control de Trípoli, el país aún está dividido, no sólo a nivel de los gobiernos, sino también de las tribus y los grupos terroristas”. Las autoridades rivales intentan negociar, bajo el amparo de Naciones Unidas, el establecimiento de un gobierno de unidad nacional, algo sobre lo que los expertos se muestran escépticos. “Mientras las milicias y las tribus sigan estando más armadas que cualquier gobierno central” futuro, los dos Ejecutivos actuales permanecerán en pie, prevé Nayebi-Oskoui. El conflicto llevó a la economía libia a un “hundimiento total”, según responsables del Banco Central, única institución que ha resistido a los enfrentamientos. La producción petrolífera actualmente es de 500.000 barriles diarios, frente a los 1,6 millones de antes del verano (boreal) del 2014, explicó a AFP un responsable de esta institución. Además de la caída de los ingresos procedentes del crudo, las inversiones se han detenido, los servicios públicos están extenuados y las grandes ciudades sufren cortes de electricidad de hasta 14 horas. A esto se suma la obligación “de cumplir con los compromisos exteriores, como los contratos vinculados a proyectos de infraestructuras” concluidos con empresas libias y extranjeras, precisa el mismo responsable. Libia es actualmente el décimo país más corrupto del mundo, según la ONG Transparencia Internacional. Una ciudadana libia que trabaja desde hace más de 30 años en un banco comparte su impresión de haber vuelto a la época de Gaddafi, quien pudo permanecer en el poder gracias a “la injusticia, la represión y el desorden”. En el centro de Trípoli, un cartel ilustra la desilusión de los libios con los políticos pos-Gaddafi. Sobre la foto de un joven asesinado en el 2011 durante la revuelta, sus allegados escribieron: “Les conseguimos una Libia libre, ¿qué han hecho ustedes?”.
Mohamad Ali Harissi Agencia AFP
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