Menem y su frivolidad

Neuquén

Inicio de la década del noventa en Argentina, también de la experiencia menemista que duró exactamente lo mismo. Luego de sortear la híper y consolidar la ficción de corto plazo que fue la convertibilidad, mostró “el Carlo” su verdadero rostro (siniestro por cierto): no el de caudillo del NOA prometedor de “revoluciones productivas” y “ salariazos”, sino el de intérprete y captador en beneficio propio de la banalidad de amplios sectores sociales argentos que compraron, estafados o no, el mundo de fantasía que les acababa de ofertar, en donde un peso valía un dólar, con artistas y faranduleros varios ocupando cargos electivos, funcionarios vestidos de Armani y Rólex en las muñecas, comiendo pizza con champán y firmando chanchullos cotidianos con las Mont Blanc.

Cuando se presenta a elecciones para un segundo mandato, y a pesar de las traiciones a sus electores, fue ampliamente refrendado en los comicios. Quizá la explicación sociológica de este comportamiento esté en línea con lo antes mencionado, se lo designó en su momento despectivamente como el voto cuota. Dejó una herencia que nadie se la quedaría: miles de quebrantos empresariales, desocupación del treinta por ciento, pobreza del cuarenta, aluvión de cuasi monedas, deuda externa duplicada e impagable y una fenomenal corrupción. Todo por seguidores luego devenidos en negadores que creyeron que con él habían arribado al Primer Mundo. Como si de una cuestión de fe se tratara.

Alcides Jacob– DNI 12.649.939


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios