La guerra en Ucrania puede provocar más hambre en el mundo: así podríamos remediarlo

Shutterstock / tanitost

Adriana Fillol Mazo, Universidad de Sevilla

¿Cuál es el impacto de la guerra en Ucrania sobre los suministros alimentarios y el precio de los alimentos? Lo primero que hay que tener en cuenta es que la invasión rusa de Ucrania no solo está provocando una tragedia humanitaria de gran magnitud junto a violaciones graves del derecho internacional, sino que además puede generar una crisis alimentaria global de igual o peores efectos que la que se produjo entre los años 2007 y 2008 debido al aumento de los precios de los alimentos básicos (como los cereales) en los mercados.

En este sentido, hay que recordar que a nivel mundial, Rusia y Ucrania desempeñan un papel clave en la producción mundial de cebada, trigo, maíz y aceite de girasol. Por ejemplo, más del 40 % de las importaciones de trigo en África provienen de Ucrania y Rusia. Sin embargo, la producción de cereales en Ucrania está siendo perjudicada por los efectos del conflicto armado. La producción ucraniana en el marco del suministro de trigo y otros cereales no será fácilmente reemplazable a corto plazo. De hecho, está provocando que se estén produciendo especulaciones excesivas en el precio de los alimentos en la Bolsa de Chicago por parte de los fondos de inversión.

Según la Organización de Naciones Unidas, la guerra en Ucrania puede provocar que aumente en 13 millones más el número de personas que actualmente padecen hambre en el mundo (en torno a 800 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria).

Además de eso, otro de los problemas que se aprecia es la interrupción del comercio de fertilizantes utilizados para la producción de alimentos. Rusia y Bielorrusia exportan gran cantidad de fertilizantes (a base de nitrógeno potásico) a muchos países de Europa y de Asia. Las sanciones económicas impuestas a productos rusos por la invasión de Ucrania están ocasionando una disrupción en el comercio de estos insumos agrícolas. A su vez, podemos ver cómo también existe una interrupción en las cadenas de suministro y en el transporte de materias primas alimentarias.

Importantes flujos comerciales de cereales y semillas oleaginosas procedentes del Mar Negro prácticamente se han interrumpido a consecuencia del bloqueo por el conflicto. Asimismo, los cereales son el principal alimento que utiliza el sector ganadero para alimentar al ganado y, cuando estos escasean o suben de precio, obviamente también aumenta el precio de la carne.

El precio del trigo ya se ha encarecido

En este sentido, según el índice de precios de los alimentos elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el trigo se ha encarecido un 50 % en las últimas semanas hasta alcanzar los niveles más altos en 14 años. A lo que se suma también el aumento del precio de los fertilizantes y de la energía.

Todos estos factores tienden a aumentar los costes de producción para los agricultores y los transportistas de alimentos. Si cuesta más caro producir y transportar alimentos, obviamente el precio de venta de los alimentos va a aumentar para los consumidores y ello es especialmente perjudicial para las personas de bajos ingresos.

Finalmente esta cuestión también repercute en la dieta y en la salud de los consumidores, ya que cuando sube el precio de los alimentos, los hogares tienden a comprar menos frutas y hortalizas y se decantan por alimentos más baratos que suelen ser alimentos con alta densidad calórica y pobres en nutrientes para la salud (vitaminas, minerales, etc.).

También se verán afectados los estados que son importadores de alimentos (especialmente de cereales). Muchos estados de África, Oriente Medio y de los Balcanes occidentales (que importan gran parte de sus alimentos y en particular el trigo) van a ver un aumento de la factura de sus importaciones.

Por ejemplo, estados importadores de cereales como Líbano, Egipto, Túnez o Yemen ya se ven gravemente afectados y esto hace que puedan aumentar las tensiones, el malestar social o la inestabilidad en dichos estados. Igualmente, los países que dependen de la importación de los fertilizantes para una significativa parte de su producción agrícola también se enfrentan a costes cada vez mayores para adquirir estos insumos importados, lo que supone una grave amenaza para la producción de sus alimentos para las próximas cosechas.

Respuestas necesarias para afrontar la crisis

Dado que el impacto de esta crisis es global, se necesita una respuesta también global y que se aplique tanto a corto como a largo plazo. Para el primero de los casos:

En cuanto a las posibles respuestas globales a largo plazo, deberían ser las siguientes:

En definitiva, podemos concluir que, debido a lo expuesto, la protección y mejora de la seguridad alimentaria debe integrase en los esfuerzos de todo el sistema de Naciones Unidas para reafirmar la paz y seguridad internacionales. La paz es fundamental para proteger a las personas del hambre.

Adriana Fillol Mazo, Profesora Ayudante Doctor en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, Universidad de Sevilla

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.


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